La vida de Karol Wojtyla

El Papa sufrió en carne propia la invasión nazi sobre Polonia y salvó su vida del exterminio encarado por Hitler. Una vez elegido Papa, le dio un rol protagónico a los jóvenes católicos

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En octubre de 1978, la Argentina seguía por imágenes televisivas la increíble muerte de Juan Pablo I tras 33 días de Papado, y la histórica chimenea con humo blanco que indicaba la elección de un nuevo Papa para la Iglesia Católica.

Karol Jozef Wojtyła era el primer Pontífice de origen no italiano en 456 años, además de ser el más joven, pues contaba con 58 años.

Habia nacido un 18 de mayo de 1920 Wadowice, una pequeña ciudad cerca de Cracovia, en el seno de una familia de clase obrera polaca.

En la convulsionada Polonia de 1940 invadida por los nazis, Karol Wojtyla pudo evitar la cárcel aceptando trabajos pesados como picapedrero en una cantera.

Hijo de un militar y en la tradición que la sangre de los polacos cuenta con un temple y una férrea fortaleza, en 1942 ingresa al seminario sacerdotal de Cracovia, que funcionaba en la clandestinidad bajo el régimen impuesto por Adolf Hitler.

En 1946 se ordena sacerdote, un año después del final de la Segunda Guerra Mundial. Trabajando como sacerdote en la reconstrucción de su país y desde Cracovia, en 1958 es designado Obispo Auxilliar.

Años más tarde, Pablo VI lo convierte en el Arzobispo de Cracovia. Corría el año 1964, y tres años más tarde recibía la orden de Cardenal.
 
Wojtyla fue un protagonista del Concilio Vaticano Segundo que se desarrolló entre 1962 y 1965, modificando estructuralmente el pensamiento de la Iglesia, y reformando los más de 1.900 años de historia y tradición.

Desde la modificación del idioma latín en las misas, hasta las reformas de apertura hacia el mundo, Wojtyla formó la estratégica visión que años más tarde marcarían su estilo de conductor de la Iglesia.

Tras su asunción en 1978, el Papa Juan Pablo II se convirtió en un líder espiritual y político que intervino en algunos de los cambios históricos de los últimos 25 años.

La caída del comunismo es el hecho político más trascendente de los últimos años, y el Pontífice tuvo un rol central en la apertura de Rusia, puesto que su Polonia natal padecía la rigidez de la dictadura soviética.

Fue un ferviente devoto de la Virgen y un gran impulsor de la Juventud como pilar de la Iglesia. Sus jornadas mundiales siempre acercaron a millones de jóvenes a Roma.

Una de esas jornadas tuvo como sede su última visita a la Argentina en el año 1985.

Entre sus documentos principales se incluyen 14 Encíclicas, 13 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 42 Cartas apostólicas.

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