El Congreso de la Lengua, una historia con polémica

En su edición inaugural, el colombiano García Márquez llamó la atención con su frase "jubilar la ortografía". En la segunda oportunidad, Camilo José Cela fue acusado de leer el mismo discurso que en la reunión anterior

El Congreso Internacional de la Lengua Española, cuya tercera edición se inaugurará el miércoles en esta ciudad, se realizó por primera vez en 1997 en la ciudad mexicana de Zacatecas y transcurrió sin sobresaltos, de no ser por una declaración del colombiano Gabriel García Márquez instando a "jubilar la ortografía".

La agenda estuvo centrada en el libro y su relación con la industria editorial y su antecedente inmediato había sido el congreso convocado por la Real Academia Española en Sevilla (España) con motivo de los actos de clausura de la Exposición Universal.

La primera edición del Congreso de la Lengua tuvo como consigna "La lengua española y los medios de comunicación" y reunió a más de 300 periodistas, lingüistas, editores, cineastas y escritores, entre ellos premios Nobel de Literatura como García Márquez, el mexicano Octavio Paz y el español Camilo José Cela.

"Los hispanohablantes, por fortuna para nosotros, somos el arquetipo del antirracismo, puesto que nuestro denominador común es la cultura y no el color de la piel", destacó en aquella oportunidad el autor de "La colmena".

Paz, que falleció poco después, no pudo asistir por su delicado estado de salud pero envió para la ocasión un video y textos centrados en la importancia de la lengua: "En cierto modo, la lengua nos fundó. O, al menos, hizo posible nuestro nacimiento como naciones. Sin ella, nuestros pueblos no existirían o serían algo muy distinto a lo que son", sostuvo.

Mucho menos lírica que la del escritor mexicano, la intervención que sin duda marcó a fuego la circulación del Congreso y multiplicó sus repercusiones fue la de García Márquez, que con más afán de revuelo que de análisis, se declaró contra la gramática y pidió "jubilar la ortografía".

Como si fuera poco, el Premio Nobel de Literatura 1982 declaró después que si le hiciesen un examen de gramática él reprobaría: "en toda línea". Y abundó, defendiendo su postura: "Hay que enterrar las haches rupestres, firmar un tratado sin límites entre la ge y la jota y poner más uso de razón en los acentos escritos".

Otro conocido polemista, el peruano-español Mario Vargas Llosa aprovechó la ocasión para acicatear al autor de "Cien años de soledad", al que definió como "alguien que es un gran creador de imágenes, pero que nunca ha sido un pensador, ni un teórico, ni un ensayista. Y nunca lo va a ser tampoco."

Cuatro años después de ese comentado debut, tuvo lugar el II Congreso Internacional de la Lengua Española en Valladolid, convocado para debatir en torno a cuatro ejes temáticos: "El activo del español", "El español en la sociedad de la información", "Las nuevas fronteras del español", y "La unidad y diversidad del español".

El encuentro contó con la participación, entre otros académicos, de Vargas Llosa, y de los españoles Miguel Delibes y Cela, que tuvo a su cargo la polémica de ocasión cuando fue acusado de haber leído el mismo discurso que había pronunciado en 1992 en la Exposición Internacional de Sevilla y en 1997 en la primera edición del Congreso.

El "autoplagio", como lo denominaron algunos medios, molestó a intelectuales vinculados al Congreso, como el director del Instituto Cervantes, Jon Juaristi, quien comentó por entonces que que "si eso ocurrió, sería conveniente que los discursos se preparasen especialmente para cada uno de los actos oficiales donde hay que pronunciarlos".

El foro estuvo centrado en debates económicos, internet y las nuevas tecnologías, pero también sirvió de escenario a viejos disensos que generaron nuevas polémicas.

El inicio de las discusiones lo provocó -una vez más- el discurso de Cela, quien afirmó: "¿Por qué algunos españoles, con excesiva frecuencia, se avergüenzan de hablar el español y de llamarlo por su nombre, prefiriendo decirle castellano, que no es sino el generoso español que se habla en Castilla?".

Vargas Llosa se sumó a la polémica y le respondió a Cela que su actitud era intolerante: "La riqueza de nuestra lengua debe ser justamente la de la posibilidad de expresarse de acuerdo a criterios distintos, a opiniones distintas", subrayó el autor de "La ciudad y los perros".

Polémicas y exabruptos al margen, se espera que los más de 150 académicos que debatirán en torno al eje "Identidad lingüística y globalización" aporten herramientas para potenciar la riqueza del español y conjurar para siempre los fantasmas reduccionistas que estimula el proyecto globalizador.