Guía para elegir al hombre ideal

"Siempre eligen al peor candidato", suele decir Chiche Gelglung. Por eso lanzaron un manual para identificar a los hombres que no les convienen a las mujeres

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Esta lista podría avivar a muchas mujeres. Para leer esta clasificación, hay que estar preparado para afrontar la clase de monstruo que tenemos al lado, o bien ser mucho más selectiva a la hora de elegir, y evitar proyectos que se basan en "lo acepto como es".

Muchos hombres dicen "nadie ha dicho la última palabra sobre las mujeres?, pero aún menos se habló sobre ellos, y por algo todas coinciden en la afirmación de que ?son todos iguales?.
 
Una encuesta muestra, a continuación, aquellas cosas que los hombres deben tener en cuenta para que no pasen de encantadores a espantadores.

El tacaño: la economía puede acabar con un amor a primera vista y, si apenas están conociéndose, le tocó gastar. Si usa calculadora para dividir la cuenta y sacar el IVA, mira quién de los dos se tomó más martinis o le dice que la recoge después de comida, está condenado a quedarse solo.

El mal vestido: si no sabe combinar su camisa, corbata y pantalón, ?Houston, tenemos problemas?. Son aquellos de medias gastadas en el talón, pantalones cortos y el elástico del calzoncillo muy suelto.

El anti-caballero: ellas prefieren ser atendidas como reinas. Pero esta clase entra primero que ella y deja que la puerta haga el resto. Que ella diga que está cansada no le da derecho a ocupar la única silla que queda. Es el que activa la alarma del auto sin percibir que ella no bajó.

El pulpo: son aquellos que en una fiesta comienzan a abrazarlas y tocarlas. Llevan sólo dos horas de conocerse y creen que ya la conquistaron, entonces, bajan su mano por la espalda siguiendo el ritmo de la música hasta el límite. . . ella se da cuenta, y le pone el freno de mano.

El lento: este es contrario al pulpo. Se toma su tiempo para invitarla a salir, apenas le roza los dedos de la mano, se despide de pico en la mejilla después de salir diez veces y lleva las manos en los bolsillos porque cree que puede sobrepasarse. Ellas gritan desaforadas: ¡Vamos!, porque, después de dos semanas, cualquier mujer espera que se lo pidan y, si no ocurrió nada, se puede pensar que es gay o que sostienen lo insostenible.
 
El morboso: es el típico que cuando le presentan a una mujer le extiende la mano y en vez de mirarla a los ojos le mira el escote. Si, además, está pendiente de un cruce de piernas para tratar de ver más y le pone doble sentido a cualquier conversación, sólo les está dando a entender a ellas que no es más que un frustrado.

El hijo de mamá: el mejor ejemplo de complejo de Electra, que le cuenta todo a su mami y le consulta sus decisiones. A duras penas se reserva sus experiencias sexuales y cuando sale con la novia o esposa un domingo, después de almorzar o dar vueltas, terminan en la casa de mamá.

Los muñecos: están convencidos de que pueden ponerse lo que está de moda a cualquier edad. Pero lo más grave es que recurren a detalles un tanto llamativos para cautivar, como anillos con piedras preciosas en el dedo meñique, la cadena de oro y los lentes de marca en la cabeza.

El meloso: es una variante del morboso pero más bien romántico. Y cansa. En vez de llamarla por su nombre, todo es ?bebu?, ?bebita?, ?cuqui?, ?reina?, ?princesa? y ?gordi?.

El machista: la palabra preferida de este hombre es ?yo?, hace alarde de su condición y su premisa es ?todas las mujeres son brutas?. Es celoso, no quiere a los amigos de su novia, desprecia y hasta se burla de las opiniones de ella frente a los demás.

El romántico extremo: algunos hombres no ahorran esfuerzos para colmar de cariño a su mujer y ven todo color de rosa. Pero esto puede desenamorarla, pues llegan a parecerse a la vieja intensa que llama cada 15 minutos y dejan ver su lado patético hablándole con voz de niño consentido y acento de ?Teletubbie?.

El mujeriego: no desperdicia ocasión para coquetear, llega al límite de no respetar ni a la mejor amiga de la novia o a la mujer del socio. Este personaje tiene todas las técnicas para que no lo pesquen, disfruta diciéndole cuentos reforzados a todas (que al final le creen) y piensa que nunca será víctima de su propio invento. Estos siempre van acompañados de un grupo de amigos que le festejan todos los cortejos.

El vividor: la mujer casi siempre es muy trabajadora o rica, pero igual ellas terminan dándose cuenta. Estos son los que siempre tienen un negocio por reventar, están impecables, se inventan empresas y consiguen que les aflojen plata sin problema. Lo que comienza a espantarlas, es que siempre andan sin efectivo, les dicen que después les pagan o simplemente sacan el billete de 50 mil pesos y dicen "no tengo cambio".

El superficial: no sabe nada, de un noticiero solo ve la sección de farándula, lee las revistas del corazón en el supermercado, sabe cuál es el sitio de moda y sus conversaciones más profundas pueden durar un minuto.

El materialista: este personaje espanta porque sueña con tener su cara en un billete de dólar. Se compara todo el tiempo con los de su nivel, o mayor, compite por comprar, usa ropa de marca porque sí, quiere ascender a cualquier precio y sus regalos tienen más brillo que sentimientos. Sus vacaciones siempre son fuera del país, y  veces parece nuevo rico.
 
Mujeres, no digan que no avisamos.