Las manos de José Luis Chilavert ahogaron en un segundo los gritos de miles de brasileños a la vez que desataron un carnaval descontrolado en pleno invierno porteño, cuando atajó el tiro penal de Palinha y Vélez Sarsfield alcanzó la Copa Libertadores de América, el primer título internacional de la entidad de Liniers, que inauguró hace ya una década su etapa más gloriosa.
En una dramática definición por penales que ganó 5 a 3, Vélez logró el 31 de agosto de 1994 hacer enmudecer a 80 mil espectadores que colmaron en estadio Morumbí y le arrebató de las manos la ilusión de festejar el tricampeonato continental al San Pablo, por aquellos años sin dudas, el mejor equipo de América.
Fue el broche de oro para una campaña brillante del "Fortín" que en 14 partidos de toda la serie tuvo que enfrentar duras batallas ante las mejores formaciones del continente y desde la humildad de sus propios sueños edificó una escalera hasta la hazaña, ante la mirada asombrosa de propios y extraños.
La conquista del trofeo más importante de clubes de esta parte del mundo sirvió para escribir además la primera página del libro del entrenador más ganador del fútbol argentino de los últimos años, Carlos Bianchi, quien además ostenta hoy el reinado de ser en director técnico con más títulos en este certamen al totalizar cuatro campeonatos, tres con Boca Juniors y uno con la entidad velezana.
Veinte meses después de haber asumido como orientador táctico, el "Virrey" cumplía una primera etapa de éxitos con su segundo título en el club que lo vio nacer como futbolista 25 años antes, ya que este lapso se había consagrado campeón de argentina (Torneo Clausura 1993) y ganador de la Copa Libertadores 1994.
El camino para la gloria no fue fácil: Vélez tuvo que disputar 14 partidos, de los cuales ganó seis, empató cinco y perdió tres, en una campaña que lo llevó a convertir 15 tantos y recibir 12, además de tener que superar tres de la cuatro series decisivas (Octavos de final, semifinales y final) en definiciones por penales.
En la primera ronda ya tuvo que demostrar sus ambiciones ya que debió enfrentar a los poderosos equipos brasileños de Cruceiro y Palmeiras y a Boca Juniors que en ese tiempo era dirigido por César Luis Menotti, en una serie que lo dejó ubicado en el primer lugar con tres triunfos, dos empates y una derrota.
En el debut, empató con Boca en Liniers 1 a 1, pero en el desquite en la Bombonera logró un resonante triunfo de 2 a 1, jugando con un hombre menos; en el estadio José Amalfitani, superó a Palmeiras (1-0) y a Cruceiro (2-0), mientras en su visita a tierras brasileñas empató con el equipo de Belho Horizonte (1-1) y cayó con el Palmeiras (4-1) cuando ya estaba clasificado para la siguiente ronda.
Las batallas exigentes comenzaron en la segunda fase, allí eliminó a Defensor de Montevideo luego de empatar 1 a 1 en el estadio Centenario e igualar en Liniers 0 a 0, resultados que obligaron a una definición por penales que Vélez ganó 4 a 2, con una actuación soberbia de Chilavert que atajó dos remates.
La serie de los cuartos de final fue la más tranquila, la empatar en Caracas con los venezolanos de Minerven 0 a 0 y vencer sin dificultades en el desquite 2 a 0, con tantos de la dupla goleadora conformada por José Flores y Omar Asad.
Las semifinales fueron para sufrir a corazón abierto: en la visita a Barranquilla, Colombia Vélez cayó ante el Atlético Junior 2 a 1, resultado similar que tuvo a su favor en el partido jugado en Liniers, por lo cual se debió recurrir una vez más a los tiros desde los doce pasos para dilucidar al ganador.
Nuevamente el monumental arquero paraguayo se erigió en el salvador de las ilusiones de su gente al atajar el último remate de Ronald Valderrama, en ua cerrada definición que ganó Vélez 5 a 4 y depositar a los argentinos en su primera final americana.
Allí los espero el poderoso San Pablo, ganador de la Copa en 1992 y 1993, que además ostentaba con orgullo ser el mejor equipo de mundo tras ganar en esos mismo años las ediciones de la Copa Intercontinental, primero a Barcelona y luego al Milán.
En Liniers, la cratividad de Cristian Bassedas, Roberto Pompei, Claudio Husaín y el hambre goleador de Asad y el "Turu" Flores empujaron para lograr una diferencia definitoria que no llegó y apenas un 1 a 0 a favor cerró la primera final que pareció dejar todo servido a los paulistas que eran arrolladores en su casa.
Pocos creyeron en los muchachos del "Virrey" y a pesar de perder, el 1 a 0 exiguo fue la antesala para llegar a materializar el sueño de campeón y para que esto se lograra en los noventa minutos mucho tuvieron que ver la garra y fiereza que pusieron jugadores como Roberto Trotta, José Basualdo, Marcelo Gómez, Flavio Zandoná, Raúl Cardozo y Héctor Almandoz.
Convencidos de sus posibilidades, con dos definiciones ganadas, Vélez fue a buscar su suerte en los penales y la encontró al convertir sus cinco remates y dejar que Chilavert -que en todas las serie también pateó y convirtió- hiciera su trabajo de atajarle a Palinha y provocar el jubilo de un barrio que esa noche no tuvo necesidad de dormir porque ya no había sueños, sino una concreta realidad: eran los mejores de América.