Cuando estaba por comenzar la "guerra sucia" contra los disidentes en 1976, el entonces secretario de Estado Henry Kissinger dijo al canciller de la junta militar argentina, "si hay cosas que tienen que hacer, conviene que las hagan rápidamente", según un documento hasta ahora secreto.
La conversación hizo creer a los generales argentinos que Kissinger les daba "carta blanca para la guerra sucia", dijo Carlos Osorio, de los Archivos de Seguridad Nacional. Ese centro de investigaciones sobre política exterior obtuvo los documentos que serán divulgados el viernes.
Pero un funcionario del Departamento de Estado que asistió a la reunión de Kissinger con el canciller, almirante César Augusto Guzzetti, en junio de 1976, dijo que esa posición "distorsionaba la historia".
"Es un invento", dijo William D. Rogers, vicepresidente de la firma consultora de Kissinger, Kissinger Associates. "La idea de que él le diría a otro país que viole los derechos humanos rápidamente o lentamente o en cualquier circunstancia es absurda".
La oficina de Kissinger no respondió a los pedidos de declaraciones. El ha negado que condonara los abusos.
Los documentos reabren la polémica sobre las relaciones de Kissinger con dictaduras militares en América Latina cuando era secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. En esa época, oficiales militares frecuentemente derrocaban gobiernos constitucionales y reprimían brutalmente a la oposición, pero Washington los aceptaba como aliados contra el comunismo.
Los militares argentinos tomaron el poder en marzo de 1976, y en siete años secuestraron, torturaron y asesinaron a miles de disidentes. Las cifras oficiales dan 8.900 desaparecidos, pero los grupos dicen de derechos humanos dicen que son cerca de 30.000.
Tres meses después del golpe, Kissinger se reunió con Guzzetti en Santiago de Chile, en una reunión de la OEA. Luigi Einaudi, miembro del personal de planificación del Departamento de Estado, tomó notas detalladas de la reunión. Actualmente Einaudi es secretario general adjunto de la OEA.
Einaudi dijo a la AP que sus recuerdos de la reunión son vagos después de 28 años, pero duda de que Kissinger dijera algo que condonara los abusos. Debido a las presiones del Congreso y la opinión pública, "la realidad política era que Estados Unidos no podía tolerar esa clase de abusos", añadió.
Kissinger dijo a Guzzetti que le deseaba éxito a su gobierno. "Deseamos que tenga éxito. Haremos lo que podamos para ayudarlo a tener éxito", dijo Kissinger, según Einaudi.
Kissinger dijo que el problema argentino era que "actividades políticas, criminales y terroristas tienden a juntarse sin una separación clara". Dijo que comprendía la necesidad del gobierno de imponer autoridad, "pero está claro que la ausencia de procedimientos normales será usada en contra de ustedes".
Kissinger dijo que Estados Unidos no podía ayudar a la Argentina a combatir el terrorismo, pero tal vez podía darle ayuda económica.
Guzzetti habló de la necesidad de "crear desincentivos a las actividades terroristas en potencia" y se quejó de que afuera no se comprendían los problemas argentinos, según indican los apuntes de Einaudi. Kissinger respondió "como amigo" que "los gobiernos militares no son los más eficaces para ocuparse de estos problemas". Dijo que advertía problemas en Chile, entonces bajo el régimen del general Augusto Pinochet.
"Ustedes tendrán que hacer un esfuerzo internacional para que se comprendan sus problemas", dijo Kissinger. "Caso contrario, sufrirán ataques crecientes. Si hay cosas que se deben hacer, deben hacerlas rápidamente. Pero deben volver rápidamente a los procedimientos normales".
Documentos divulgados anteriormente indican que el régimen argentino se sintió alentado por la conversación. El presidente Jorge Videla dijo al embajador estadounidense Robert Hill en septiembre que "Kissinger comprendió su problema y expresó esperanza de que pudieran controlar el terrorismo lo antes posible".
Según Osorio, la conversación Kissinger-Guzzetti revela por qué Videla pensaba que se tolerarían los abusos.
"Si uno se pone en la posición de los generales, así es como uno lo interpretaría inmediatamente", dijo. Añadió que lo más notable es que Kissinger no pidió directamente que se pusiera fin a los abusos.