De la A a la Z de los alimentos funcionales

La manera de considerar los alimentos cambió espectacularmente durante las dos últimas décadas del siglo XX. El concepto de ?nutrición adecuada? está siendo sustituido por el de ?nutrición óptima?, la que, además de aportar los medios para la vida, contempla la posibilidad de una mejora en nuestra salud y una reducción en el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades

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A mediados de los ?80, informes científicos subrayaron por primera vez que una alimentación alta en grasas animales y baja en frutas, hortalizas, granos enteros y legumbres contribuye sustancialmente a la aparición de enfermedades crónicas como el cáncer, cardiopatías, obesidad, hipertensión, diabetes, osteoporosis, artritis; las que constituyen las principales causas de muerte e incapacidad en el mundo actual.

Así, el término ?alimento funcional? fue propuesto por primera vez en Japón en 1991, cuando el Ministerio de Salud publicó la reglamentación con respecto a los "Alimentos para uso específico de la salud"- "Foods For Specified Health Use" o (FOSHU)-.

Si bien no existe una definición oficial, la mayoría de los expertos coincide en que, ?Un nutriente se puede considerar como tal, si se demuestra científicamente que beneficia a una o varias de las funciones orgánicas, mejorando así el estado general de la salud y reduciendo el riesgo de padecer enfermedades?.

En este nuevo planteo aparecen los alimentos funcionales, cuyo desarrollo se basa en la relación directa existente entre dieta y salud.

Pero, ¿qué son exactamente los alimentos funcionales? No existe una definición oficial, si bien la mayoría de los expertos coincide en la siguiente: ?Un alimento se puede considerar funcional si se demuestra científicamente que beneficia a una o varias de las funciones orgánicas, mejorando el estado general de salud y reduciendo el riesgo de padecer enfermedades?.

Es importante recordar que un alimento funcional debe seguir siendo un alimento y debe demostrar sus efectos en las cantidades normalmente consumidas dentro de una dieta.

Alimento funcional: cualquier alimento en forma natural o procesada que, además de sus componentes nutritivos, contiene componentes adicionales que favorecen a la salud, más allá de la nutrición básica.

¿Cuáles serían ejemplos de alimentos funcionales?
Los alimentos de consumo habitual que contienen componentes beneficiosos comprobados son:

- Naturales: tomate, brócoli, zanahoria, té, ajo, pescados grasos (salmón, atún, caballa, jurel, sardinas).

- Procesados o modificados: vino, cereales fortificados con vitaminas; yogur y productos lácteos fermentados con cultivos probióticos, que mejoran la función intestinal y fortalecen el sistema inmune; margarinas y leches enriquecidas con fitoesteroles, y huevos, ricos en ácidos grasos omega 3, que ayudan a reducir los niveles del colesterol ?malo?; leche enriquecida con calcio, que previene la osteoporosis; bebidas de soja, que reducen los síntomas de la menopausia, y un largo listado de productos que, en pocos años, han logrado una amplia presencia en el mercado.

La mayoría de los alimentos funcionales que se están desarrollando se dirigen a la prevención de enfermedades cardiovasculares, la prevención del cáncer, la mejora de la función intestinal y el fortalecimiento de nuestro sistema inmune.

Algunos componentes bioactivos presentes en los alimentos Fitoquímicos
Son un sin número de sustancias, responsables del color y del sabor de las distintas frutas y hortalizas.
Los más estudiados son los polifenoles del té verde, del vino tinto y del chocolate, los isoflavonas de la soja, los bioflavonoides contenidos en los cítricos; quercetina de la cebolla, la alicina del ajo, el licopeno del tomate y el betacaroteno de la zanahoria.

La mayoría son poderosos antioxidantes, algunos tienen acción antiinflamatoria y otros protegen contra ciertos tipos de cáncer.

Ácidos grasos Omega 3
Son un tipo especial de grasa que es esencial para el desarrollo normal del sistema nervioso, la respuesta inmune y la salud cardiovascular.
Están presentes en pescados grasos como sardina, jurel, salmón, atún, caballa. En la Argentina disponemos de leche y huevos con agregados de omega 3.

Probióticos
Son bacterias vivas aportadas por los productos fermentados que son capaces de sobrevivir a través del tracto digestivo y llegar al intestino grueso, colonizar y competir con las bacterias patógenas.

Estas bacterias beneficiosas transforman lactosa en ácido láctico, y éste funciona como un antiséptico del aparato digestivo y, a su vez, facilita la absorción del calcio y fósforo contenidos en la leche.
El aumento de la población bacteriana incrementa la producción de vitamina B6 fortaleciendo el sistema inmunológico. Los probióticos están presentes en el yogur y los lácteos fermentados.

Prebióticos
Son sustancias vegetales no digeribles (presentes en la achicoria, cebolla, ajo, puerro y espárragos) que funcionan como fibra soluble en el aparato digestivo, y al llegar al colon sirven de ?alimento? para las bacterias beneficiosas.
Además, colaboran en la regularidad del intestino, mejoran la absorción de calcio y aumentan la respuesta defensiva del organismo. Hay leches y yogures con agregado de fibra, y una amplia oferta de cereales, leches y postres infantiles con prebióticos.

Fitoesteroles
Son los equivalentes del colesterol animal. Se encuentran en frutas, hojas, semillas y tallos de casi todos los vegetales.
Protegen el sistema cardiovascular: al consumir alimentos con fitoesteroles conjuntamente con los alimentos que contienen colesterol se impide su absorción hasta un 80% eliminándolo en la materia fecal.

En la actualidad, la industria produce alimentos de consumo cotidiano (leche, margarina untable) con importantes cantidades de fitoesteroles.

Vitaminas y minerales
Ejemplos de alimentos funcionales naturales Cereales para el desayuno, harinas, leches, yogures y alimentos infantiles, fortificados con calcio, hierro, zinc, vitamina C, ácido fólico, vitaminas A y D son todos ejemplos de alimentos funcionales de consumo corriente.

A tener en cuenta:
- Los alimentos funcionales no curan ni previenen por sí solos y no son indispensables en la dieta. Una persona sana que sigue una dieta equilibrada ya ingiere todos los nutrientes que necesita, sin recurrir a esta nueva categoría de alimentos.

- Un alimento se puede considerar funcional si se demuestra que, además de tener un efecto nutricional adecuado, afecta de forma beneficiosa a una o varias funciones del organismo de modo que contribuya a mejorar la salud y el bienestar o a reducir el riesgo de padecer enfermedades.

- Los alimentos funcionales no dejan de ser alimentos y deben demostrar sus efectos en las cantidades que se consideren normales para su consumo en la alimentación cotidiana.

- A pesar de que los productos funcionales representan sólo un pequeño porcentaje del consumo total de alimentos, las estadísticas demuestran que su consumo se está generalizando

- Las industrias alimentarias deberán funcionar conectadas a los avances de la ciencia, incorporando el conocimiento científico al desarrollo de sus productos.

- La seguridad alimentaria deberá velar para que el producto que llega al consumidor cumpla todos los requisitos exigibles de seguridad, pero que también ofrezca información correcta y veraz sobre las propiedades funcionales que se le atribuyen.
Lo ideal sería seguir una dieta sana y equilibrada, acompañada de un estilo de vida saludable- más actividad física, dejar de fumar-.
Los alimentos funcionales acercan la posibilidad de mejorar en forma concreta la situación actual de riesgo aumentado de enfermedades degenerativas, al que nos ha llevado el mundo occidental en la actualidad.

Fuente: Médica especialista en nutrición, Marcela de la Plaza. Vicepresidente de la Federación Argentina de Diabetes.