La guerra que le queda a Maduro

El dictador venezolano se ve encerrado, ante una ola de cambio y de época que parecen inevitables. La fulminante encuesta que llegó a sus manos y el factor El Aissami como única salida

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Nicolás Maduro conversa con su por entonces vicepresidente de economía, Tareck El Aissami, durante una reunión en Caracas, el 22 de marzo de 2018. En medio de ellos, lingotes de oro. En ese momento, las supuestas conspiraciones de El Aissami con la oposición venezolana ya estaban en marcha (Reuters)
Nicolás Maduro conversa con su por entonces vicepresidente de economía, Tareck El Aissami, durante una reunión en Caracas, el 22 de marzo de 2018. En medio de ellos, lingotes de oro. En ese momento, las supuestas conspiraciones de El Aissami con la oposición venezolana ya estaban en marcha (Reuters)

Pese a las encuestas, un veterano funcionario de Hugo Chávez es concluyente: “El régimen no está terminado, ni mucho menos”. Los sondeos son lapidarios y las elecciones marcarían el fin de su larga gestión si Nicolás Maduro tuviera aspiraciones democráticas. Este lunes se conoció la primera de las muestras con Edmundo González como candidato de la oposición. El ex diplomático superaba por tres veces al dictador en el trabajo elaborado por Meganálisis. El hombre que reemplazará a María Corina Machado tiene una intención de voto proyectada de 68 por ciento contra el 24 por ciento del chavista.

En el medio de este proceso y campaña electoral, Maduro está pensando una fórmula que posibilite escapar a las urnas. Plantear una amenaza externa o interna que ponga en suspenso los comicios. Robarle tiempo al tiempo. Se requiere de una inocencia mágica para creer que las infinitas fechorías cometidas en estos más de once años de madurismo -entre las que se cuentan las más variadas violaciones a los derechos humanos y actos de corrupción faraónicos- puedan quedar sueltas, desprotegidas y dejadas a merced de una justicia renovada bajo una flamante y esperanzadora presidencia de González.

La candidatura del ex embajador parece firme, por ahora. Aunque la imaginación del régimen es flexible y podría encontrar una ventana por la cual lanzarlo. ¿Será la explosiva investigación contra Tarek El Aissami el hilo del que tirarán hasta llegar a la excusa perfecta? Leopoldo López, líder de la oposición, confirmó que mantuvo contactos con el ex vicepresidente de Maduro y titular de PDVSA a través del empresario Samark López, su mano derecha. E izquierda. Ambos están detenidos.

Para muchos, Samark es a El Aissami lo que Alex Saab es para Maduro. Y fue justamente el teléfono móvil de aquel hombre de negocios el que delató que había tenido conversaciones que podrían ser consideradas como conspirativas con Leopoldo López. El complot rondó durante años en las narices del poder chavista de la mano de uno de los hombres con más poder. ¿Algo olía mal en Caracas y nadie lo percibió? Llamativa falta de olfato.

El 20 de marzo de 2023, el gestor del petróleo anunció que se abría voluntariamente a una pericia judicial y que como consecuencia de ello renunciaba a PDVSA, la mayor caja de corrupción del chavismo durante dos décadas. “En virtud de las investigaciones que se han iniciado sobre graves hechos de corrupción en PDVSA; he tomado la decisión de presentar mi renuncia como Ministro de Petróleo, con el propósito de apoyar, acompañar y respaldar totalmente este proceso”. Magnánimo, aunque demasiado tarde. Su aura se había apagado y comenzaría a transitar un largo purgatorio que duraría hasta la actualidad. Pero sin saberlo, Tareck podría estar dando un último aporte al régimen.

Tareck El Aissami al hacerse pública su detención, el pasado 11 de abril (Infobae)
Tareck El Aissami al hacerse pública su detención, el pasado 11 de abril (Infobae)

Leopoldo López, por su parte, confirmó sus contactos con Samark López. Lo hizo durante una entrevista por Zoom y luego en su cuenta de X. “Tuve comunicaciones con muchas personas del régimen. Y sería interesante que saquen todas las conversaciones, porque hay muchas personas que hoy están alineadas en la estructura de poder de la dictadura que estuvieron y siguen estando interesadas en que se produzca el cambio en Venezuela”, dijo en conversación con la periodista Gabriela González de W Radio de Colombia.

Se refería al fiscal general que lleva adelante la megacausa, Tarek William Saab. Después le dedicaría un tuit: “Tú más que nadie sabes que también has tenido conversaciones para explorar la salida de Maduro. Muchos son los que lo han hecho y lo hacen dentro de la dictadura. Así que no te hagas el loco, montando una nueva olla en mi contra. A ti también te tienen grabado. Todo cae por su propio peso”.

Por estos días, no son pocos los que recuerdan a Juan, el evangelista, en Caracas: “Quien esté libre de haber conspirado, que arroje la primera piedra”. Otros, más dramáticos, recuerdan a Judas.

El teléfono de Samark cuenta muchos de esos pecados. Un ex funcionario chavista, disidente hoy y radicado en Alemania, explica cómo podría transcurrir este monumental “gate”. Se trata de Andrés Izarra, ex ministro de Información de Venezuela en tiempos de Chávez y de Turismo con Maduro. En 2015 decidió no ser más parte de la estructura de poder. Cree que la candidatura de Maduro es “inviable” y que esa imposibilidad de ser reelegido democráticamente activa el resto de los mecanismos de poder con los que cuenta para no tener que abandonar Miraflores.

Tareck El Aissami no pudo haber hecho lo que hizo sin la estructura legal que lo permitió, o sea, sin el entramado institucional que haya permitido eso, en este caso la famosa ley anti bloqueo, que es la ley que deroga todo control, supuestamente con la excusa de enfrentar el bloqueo estadounidense, pero que resultó en un saqueo de 23 mil millones de dólares”, dice Izarra. De acuerdo a este ex funcionario, es imposible que ese colosal robo se hubiera hecho sin la complicidad del resto de los resortes oficiales. “Maduro no castiga la corrupción. Tareck El Aissami está preso por conspirar contra Maduro, por disputar el poder, no por robar”.

Este lunes, Saab lo acusó formalmente de “conspiración. En conferencia, el fiscal lo calificó como el “jefe” de una “mafia corrupta” y lo relacionó con Leopoldo López, quien a su vez le recordó sus pecados. “No era solamente corrupción moral, mental, sino también corrupción política, ideológica, que los llevó sin ningún tipo de vergüenza a aliarse con los peores enemigos de la patria”, se escandalizó Saab. Por “enemigo de la patria” el fiscal general se refiere a líderes opositores, encarcelados, torturados y exiliados, como López.

Samark López, el empresario vinculado a Tareck El Aissami, al hacerse pública la detención de ambos, el pasado 11 de abril (Infobae)
Samark López, el empresario vinculado a Tareck El Aissami, al hacerse pública la detención de ambos, el pasado 11 de abril (Infobae)

Maduro también le dedicó a El Aissami varios minutos en su programa de televisión: “Se configuró una mafia, muy corrupta, que aprovechó la confianza y el poder que se les dio no solo para desfalcar al país, no sólo para robar, sino que se articuló en un plan con la derecha extremista y con el gobierno de los Estados Unidos”. Dijo que Tareck, Samark y Leopoldo López participaron de intentos de magnicidios contra su figura. Todos con el supuesto guiño de la Casa Blanca. Desde 2018 estaban en coordinación, subrayó.

Es muy llamativo que un estado hipervigilado no haya sido avisado ni por sus servicios internos ni por sus socios -Cuba, Rusia, China e Irán- de este tejido conspirativo tan variopinto. “Este señor Samark López es la mano derecha de El Aissami, debe saber nuestro pueblo. Era un grupo que se conformó en Mérida, en la Universidad de los Andes. Todo este grupo corrupto, capturado, investigado, convictos y confesos, todo. Y por lo menos, de acuerdo a las pruebas que tenemos en las manos, desde enero del 2018 estaban en coordinación con la conspiración”.

Recurren a esta narrativa como una manera de victimizarse, de que gracias a la acción heroica del presidente Maduro en detectar esta conspiración, se está salvando la patria. Si no, se hubiera caído en manos de intereses foráneos o lo que sea”, dice Izarra, alguien que conoce el interior del régimen.

Esta narrativa sin sustento de la que habla el ex funcionario de Chávez, podría ser utilizada por Maduro para intentar sostenerse en el poder. ¿Encontrarán alguna rendija por la cual colar un argumento legal que impida a Edmundo González ser el representante de la oposición en las elecciones del 28 de julio? ¿O se centrarán en magnificar este escenario para decretar que no están dadas las condiciones para votar y suspender los comicios indefinidamente?

Este megaproceso judicial contra uno de los tres hombres más poderosos de Venezuela de los últimos 25 años no es transparente ni inocente, aunque Tareck El Aissami -y sus cómplices- deberían rendir cuentas ante una justicia independiente por sus crímenes, como quienes los acusan actualmente. Este escandaloso entramado -en la que podría ser la histórica recta final del chavismo- tiene como objetivo desarmar a la oposición, de una u otra forma e impedir que Maduro quede con las manos vacías, desnudo. Es, quizás, la última guerra que le quede a la dictadura. También la más importante.

X: @TotiPI