Estados Unidos: contra la globalización

Coincidiendo con la candidatura de Joe Biden, los principales miembros del gobierno han salido a defender las iniciativas oficiales para fortalecer el tejido industrial utilizando como excusa la amenaza de China a la seguridad nacional

Compartir
Compartir articulo
El Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan (REUTERS/Kevin Lamarque)
El Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan (REUTERS/Kevin Lamarque)

El Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dedicó la mayor parte de su exposición el pasado 27 de abril a criticar la globalización, el funcionamiento de los mercados y el orden multilateral para justificar la mayor intervención del Estado y los subsidios a las corporaciones. Sullivan insistió que en las últimas décadas los cambios en la economía mundial perjudicaron a los trabajadores americanos y sus comunidades, afectando a la clase media, y con ello los fundamentos de la democracia.

En un discurso teñido de críticas a los republicanos, negó que los Estados Unidos se haya embarcado en una política autárquica, pero reivindicó el derecho a la seguridad y resistencia de las cadenas de valor. En el mismo sentido, calificó los nuevos objetivos como “una política exterior para la clase media”.

No es de extrañar que, en las últimas semanas, y coincidiendo con el lanzamiento de la candidatura de Joe Biden a las elecciones de 2024, los principales miembros del gobierno hayan salido a defender las iniciativas oficiales para fortalecer el tejido industrial utilizando como excusa la amenaza de China a la seguridad nacional. El mensaje está dirigido a la base electoral de Donald Trump, ubicada en ciudades que dependían de una empresa o productores rurales afectados por la globalización. Brian Deese, citado por Sullivan, miembro del Consejo Económico Nacional, utiliza el ejemplo de Cleveland, situada en el Estado de Ohio, para justificar la política industrial de subsidios.

Sullivan afirma que las ideas de reducir impuestos, priorizar privatizaciones sobre lo público y la liberalización comercial han fracasado provocando que cadenas íntegras de valor de bienes estratégicos con sus empleos se trasladaran al exterior sin lograr un aumento de las exportaciones para compensar las pérdidas en esos sectores. La reducción regresiva de impuestos, la disminución de la inversión pública, una concentración corporativa descontrolada y las acciones para desalentar la agremiación de los trabajadores, sobre los cuales se asentó la clase media, no alcanzaron a los trabajadores y favorecieron a los que tienen más.

El Consejero Sullivan tiene una opinión sesgada de los efectos de la globalización. Los últimos 30 años fueron testigos de un importante desarrollo de los países de menores ingresos, incluyendo China. En estos casos, no se trató de clases media, sino de sectores sumidos en la pobreza que pudieron emerger para satisfacer sus necesidades básicas. No se trataba de cambiar el modelo del coche sino de sobrevivir. En ese proceso, las multinacionales que se trasladaron al exterior para aprovechar bajos impuestos y una mano de obra barata obtuvieron beneficios y precios bajos para satisfacción de los inversores y consumidores en los países desarrollados. Esta división del trabajo aumentó la productividad, incrementó el salario real y permitió una tasa baja de inflación. No es culpa de la globalización que los EEUU no hayan aprovechado las circunstancias favorables para invertir en infraestructura y ciencias, a pesar de 16 años de los gobiernos de Clinton y Obama, y 12 años de Bush y Trump. Sullivan utiliza su mejor locuacidad para exculpar a Obama de quien Biden fuera su vicepresidente.

En la segunda parte de su exposición, Sullivan hace referencias a los compromisos con la Unión Europea y Canadá para equiparar los subsidios o el acuerdo con Japón para la cooperación en las cadenas de valor de minerales críticos. También menciona a Corea, Taiwán e India para coordinar los enfoques para semiconductores. No deja de llamar la atención su énfasis en el acuerdo internacional para frenar “la disminución de tasas impositivas a las corporaciones” mientras las leyes como CHIPS e IRA desparraman subsidios, desgravaciones impositivas y cierre de mercado para alentar las inversiones en Estados Unidos.

No hace mucho Larry Summers, refiriéndose a las diferencias de política exterior entre China y Estados Unidos, dijo que mientras China ofrece obras, Biden y sus acólitos se han convertido en buenos predicadores. Cuando Sullivan pondera que las inversiones públicas y privadas en la próxima década en los EEUU alcanzarán a 3500 miles de millones, no debería olvidarse que sus estímulos a las inversiones, restricciones de acceso y limitaciones al movimiento de empresas y tecnología significarán menos oportunidades para los países en desarrollo donde escasea la clase media y abunda la pobreza.

Seguir leyendo: