La leyenda cuenta que había un dragón blanco y un dragón rojo. Ambos libraban combates incansables y permanentes, en donde el ruido que emitían sus golpes, sus caídas, sus choques generaba un efecto impensado en los galeses: los convertía en personas estériles, sin posibilidad de dejar descendencia. Eso dice la leyenda.
Por entonces, el rey de Gran Bretaña era Llud. En la búsqueda de una posible solución, le pidió ayuda a su hermano Llefelys, siempre sabio y resolutivo. Entre los dos pergeñaron un hueco enorme en Snowdonia, al norte del país. Llenaron el hoyo con un líquido embriagante y los dos dragones cayeron en la trampa. Durante siglos, permanecieron encerrados hasta que el rey Vortigen los descubrió producto de la casualidad.
Después de construir un castillo pomposo en Snowdonia, se dieron cuenta de que por el constante movimiento de las bases algo raro sucedía allí. Eran los dragones. El rey consultó con Merlin, quien le recomendó la liberación inmediata para que la contienda, por fin, se definiera. El dragón blanco, representante del mal, y el dragón rojo, defensor de las tierras, protagonizaron una batalla enardecida en la que el rojo resultó ganador.
De allí, cuentan, procede la bandera galesa. La tierra del dragón rojo y de los castillos. "Y si Gales es la 'tierra de los castillos', Cardiff es su capital", dicen. Además del partido del año, el que paralizará al mundo fútbol, entre Real Madrid-Juventus en la final de la Champions League, la ciudad tiene una historia legendaria. Envuelta en un manto gris nostálgico, esconde misterios y belleza.
Castillo de Cardiff
Su historia se remonta a los primeros años de la historia moderna. Cerca de 50 después de Cristo, era uno de los cuatro fuertes, por su ubicación estratégica, su fácil salida al mar. Una vez que los normandos conquistaron el territorio, reconstruyeron su torre en el sitio preciso donde antes funcionaba el fuerte. La primera de esas torres homenajeó al entonces Lord de Gloucester, Robert Fitzhamon.
Hoy la atracción más imprescindible de Cardiff, antes tuvo un largo paso de mano en mano entre familias nobiliarias hasta que terminó en el clan Bute, que convirtió a la ciudad en el principal exportador de carbón del mundo. En 1866, el castillo tuvo una refacción total con el arquitecto William Burges a la cabeza. Torres góticas, interiores de lujo recubiertos con murales, jardines mediterráneos decorados al estilo italiano y árabe.
El castillo tomó la forma de un Camelot Victoriano. Después de la muerte del cuarto marqués de Bute, la familia cedió el castillo y durante 25 años acogió a la Escuela Nacional de Música y Drama. La combinación de estilos arquitectónicos, la muralla romana en torno a la cual erigieron el castillo y la vista panorámica de la ciudad desde la Torre del Reloj la convierten en una visita obligatoria.
Castell Coch
William Burges también fue el responsable de Castell Coch, una construcción digna de un cuento de hadas. Ubicada en Tongwynlais, a diez kilómetros del Castillo de Cardiff, la obra neogótica propia del victorianismo del siglo XIX en Gran Bretaña consta de tres torres circulares: el torreón, la torre de la cocina y la torre del pozo. Se destacan el salón de banquetes y los dormitorios de Lord y Lady Bute, la familia más influyente de la época.
Parque Nacional Snowdonia
Valles, cascadas y montañas en otro de los sitios imprescindibles de la capital galesa. El Parque Nacional de Snowdonia, con otro castillo dentro de sí, el Caernarfon -perteneciente al siglo XIII- también cuenta leyendas improbables. Una de ellas, en el Monte Snowdon, el más alto del parque, dice que allí descansa enterrado un ogro horroroso, temible, que el propio Rey Arturo ajustició.
Museo Nacional de Historia de St. Fagans
Un sitio único. Combina artefactos de valor histórico que muestran cómo era la vida en Gales siglos atrás con el aire libre y el ganado circulando entre los visitantes. Abierto en 1948, en los terrenos que lindan al castillo St. Fagans, se dispone a exponer la herencia de un pueblo milenario. Uno de los apartados sobresale por su singularidad: una exposición de trajes que evoca la evolución en la vestimenta de los galeses.
Millenium Centre
El principal recorrido urbano. El turista tiene un punto obligado en el Millenium Centre. La variedad edilicia es la que lo vuelve único. Los inmuebles más importantes de Gales se encuentran allí y nada se parecen uno del otro. A su vez, cuenta con sitios de relevancia histórica y cultural: la Ópera Nacional, la Asamblea Nacional o la Norwegian Church.
Principality Stadium
El escenario de la gran final es una obra inmensa inaugurada en 1999. Antes llamado Millennium Stadium, hoy nombrado Principality Stadium, tuvo un costo de 121 millones de libras para el Mundial de Rugby de ese año. Se ubica en el centro de la ciudad, con una capacidad para 74.500 espectadores, es el segundo estadio más grande del mundo equipado con un techo movible que se cierra en 20 minutos. Cuenta con 124 suites, 22 bares, 7 restaurantes y comodidad plena: 12 escaleras mecánicas y 7 ascensores.
El mercado de Cardiff
Con un estilo también victoriano, en el mercado de Cardiff se encuentra la gastronomía típica -lácteos, carnes, trucha y whiskies emblemáticos- y galerías variadas. Tiendas de objetos de colección, almacenes, bares y restaurantes construidos con piedra, y hasta barberías antiquísimas. Los domingos, el mercado brilla por la degustación del "Sunday Roast", un asado abundante condimentado con una salsa galesa, acompañado por verduras y papas horneadas.
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