Este icónico paseo sin dudas es uno de las visitas más emblemáticas y populares de la Ciudad de Buenos Aires. Mitos y leyendas rondan algunas de sus tumbas que, en muchos casos, resultan desconocidas y poco narrada en el libros. El especialista en historia Eduardo Lazzari, realiza recorridos mensuales por varios puntos históricos de la ciudad, y su eje principal es la narración de acontecimientos que muchas veces los libros no narran. Personajes emblemáticos como Juan Lavalle, la familia Duarte y la fascinante leyenda urbana de Rufina Cambaceres son algunas de las historias post mortem más espeluznantes e inimaginable de las tumbas del Cementerio de la Recoleta.
Un cuerpo trasladado en partes
La historia del deceso del general Juan Lavalle, uno de los héroes de la independencia, está rodeada de dudas y mitos, que el historiador revela con claridad y estilo.
Por el año 1841 su muerte se notificó en una vivienda de la provincia de Jujuy. La versión oficial narrada por algunos de los soldados que quedaron en su mando afirma que su muerte se debió a un imprevisto enfrentamiento en donde una bala de una partida federal traspasó la gruesa puerta de madera maciza, perforándole así el cráneo de manera instantánea. Sin embargo, nadie se encontraba con él en la habitación. Su estado de ánimo decaía con el correr de la guerra según narran varios personajes de la historia, por lo que la teoría del suicidio no resulta del todo ilógica.
"En aquella época, la religión formaba parte de uno de los pilares sociales fundamentales y, por ende, el concepto de suicidio era una gran ofensa hacia Dios. Se cree que sus amigos quisieron otorgarle un entierro digno de católico por lo que instalaron la historia de una redada que le provocó la muerte", afirmó Lazzari.
"Los hombres de Lavalle se encargaron del transporte del cuerpo. La idea de que sea profanado sin dudas era inaudita, por lo que que emprendieron el viaje a Bolivia durante pleno período de verano, pero no contaron con la descomposición del cadáver debido a las altas temperaturas. Fue entonces que al llegar al Río Huacalera decidieron descarnar el cuerpo para poder continuar la travesía sin que el cadáver sea profanado por la oposición. Colocaron así los huesos del general en 15 bolsas arpilleras y sus vísceras y corazón en 10 jarros con aguardiente para seguir rumbo a Potosí", agregó el historiador.
Un monumento a la amistad que terminó en tragedia
Tres jóvenes amigos, Adolfo Mitre, Lugones y Alberto Navarro Viola, deciden celebrar sus años de amistad con la construcción de un memorable monumento. Para logra su objetivo, se dirigieron a la municipalidad para colocar el imponente panteón en uno de los puntos claves de la ciudad. Evidentemente, su pedido fue rechazado por las autoridades.
Uno de ellos tuvo la brillante idea de comprar una pequeña parcela en el emblemático cementerio para lograr su cometido. Una vez inaugurado, amigos y familiares se internaron en un emblemático brindis diplomático, el cual formo parte del centro de atención de la Ciudad durante semanas.
Lamentablemente, la tragedia no tardó en llegar a sus vidas. Resulta que los tres murieron a los nueve meses de la celebración. Cada uno por causas diferentes pero con un mismo destino marcado, quizás vinculado al acto conmemorativo.
Tumbas perdidas y cabezas robadas
Durante 15 años, el cadáver de Eva Duarte de Perón se convirtió en uno de los más grandes misterios políticos de la Argentina, entre hurtos e historias varias. Pero todo lo ocurrido no se relaciona con la atrocidad sufrida para con su hermano Juan Duarte post mortem.
Fue en el año 1953 cuando Germán Fernández Alvariño, también conocido como el oscuro "Capitán Gandhi", importante personaje de inteligencia de la marina, ingresó ilícitamente al cementerio y le quitó la cabeza con un corta-fierros. Su objetivo fue llevar su trofeo a su despacho.
Durante sus interrogatorios, Gandhi no dudaba en amedrentar a sus subordinados con su morbosa adquisición. Solía sacar la cabeza de Juan Duarte del refrigerador e intimidada a sus subordinados bajo la frase "Dale, contános a Juancito y a mí lo que sabés".
Este hecho se propagó hasta que un día, el militar Alejandro Agustín Lanusse, quien fue testigo de lo que ocurría con la profanación del cuerpo de Duarte, le exigió a Alvariño que la devuelva a su lecho de muerte. Fue así como el cuerpo completo de Juan descansa actualmente en el nicho familiar.
Rufina, enterrada viva y conquistando corazones
Rufina, hija del gran escritor Eugenio Cambaceres, sin dudas sufrió una de las historias mas espeluznantes del cementerio. Con tan solo 19 años de edad, decidió festejar su cumpleaños yendo a una función de ópera a la cual nunca llegó. Una descomposición repentina desembocó en el inmediato diagnóstico de tres médicos diferentes en una clara muerte súbita.
"Su madre Luisa Bacichi tomó la decisión de sepultarla inmediatamente en la tumba familiar. Sorprendentemente, semanas más tarde descubren que había sido sepultada viva bajo un claro episodio de catalepsia. Se dieron cuenta del hecho ya que el cajón se encontró corrido de su posición inicial", narró el historiador frente a la actual tumba de Rufina.
Ante la noticia, la destrozada madre no dudo en acentuar el dramatismo del episodio y mandó a construir un imponente monumento a Alemania donde se puede ver la figura de la joven que intenta abrir la puerta, símbolo de lo que no logró hacer una vez enterrada viva.
La leyenda cuenta que una noche en el "Palais de Glace", un muchacho sacó a bailar a una bella dama de prendas blancas y tez pálida de la cual se enamoró profundamente. Cuando estaba a punto de declararle su amor, la muchacha salió despavorida. Él solo llegó a entregarle su saco a la dama aquella noche fría y oscura de Julio.
Al día siguiente, el obstinado amante encuentra la casa de la muchacha luego de haberle sacado su nombre y apellido la noche anterior. Al golpear la puerta, le preguntó a la madre por la hermosa joven e instantáneamente, la mujer rompió en un profundo llanto, su hija había muerto 20 años atrás.
El enamorado, aún incrédulo, fue a la tumba junto a la madre con el fin de corroborar lo narrado. Al llegar, se quedó estupefacto. La escultura en la puerta era el calco de Rufina y, para su mayor sorpresa, su saco se encontraba en la puerta de ingreso del imponente mausoleo.
Se dice que varios han visto a Rufina deambular por las noches en los estrechos pasillos del cementerio. Sin dudas es una de las tantas leyendas que habitan en este imponente e histórico cementerio.
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