San Pablo es intimidante. La primera reacción del turista que llega a su suelo es de inquietud. El tráfico, la cantidad de personas –más de 12 millones de habitantes, y más de 20 millones en el área municipal-, y la amplia brecha entre pobres y ricos azotan de inmediato al viajero. Pero detrás de esta fachada amenazante se eleva una de las ciudades con más color, arte y cultura de Latinoamérica, con una oferta gastronómica insuperable y un centro de street art, de innovación y contracultura.
La riqueza del espíritu de esta urbe se debe principalmente a la gloriosa diversidad que adorna sus calles. Aquí se encuentra la mayor comunidad de japoneses fuera de Japón y de italianos fuera de Italia. También se asentó hace años una gran comunidad de árabes. Esta multiculturalidad se percibe sólamente en lugares como Nueva York o Londres. Pero en San Pablo se respira de otra manera. También es una de las ciudades más gay-friendly del globo, y parejas del mismo sexo pasean por la calle tomadas de la mano con un orgullo y una libertad que no poseen en otro lado.
La buena vida brasileña
Es uno de los mayores centros financieros, y el más grande de Brasil. Según los propios locales, San Pablo es una ciudad para trabajar. La gente camina apurada en trajes y con maletines. Pero hay que recordar que esto sigue siendo Brasil, y el color y la buena actitud es un estilo de vida. Es imposible recorrer la ciudad sin toparse cada dos cuadras con un mural masivo. Los domingos, la Avenida Paulista -la "9 de Julio" brasileña- se cierra para que la gente pasee y disfrute de la música de los artistas callejeros.
La comida es también parte de la cultura de esta gran ciudad brasileña
La feijoada, las frutas y los postres son los protagonistas de su recorrido culinario, que reúne lo mejor de la gastronomía internacional y lo fusiona con los sabores locales para el disfrute del paladar más exigente. Incluso Serafina, la sede de la ciudad de la prestigiosa cadena estadounidense de comida italiana, logra mezclar armoniosamente lo mejor de dos culturas.
Arquitectura y diseño
Vila Madalena es uno de los grandes imperdibles. Es un barrio conocido por su street art, sus bares juveniles, boutiques de diseño, ateliers de artistas emergentes, locales de diseño vintage, y espíritu hippie. No extraña que sea uno de los lugares más fotografiados de la ciudad, donde se realizan continuamente shootings para las revistas de moda más populares, y donde los turistas no pueden evitar pasar horas retratándose.
Los rascacielos son también los grandes atractivos, asomándose en el skyline de San Pablo como titanes inmensos que demuestran su poderío en las alturas. Los más icónicos quizás sean el Edificio Italia y el Altino Arantes, ubicado en el centro histórico de la ciudad. Oscar Niemeyer dejó aquí su huella. El arquitecto más prestigioso de Brasil, fue uno de los más reconocidos a nivel mundial y entre sus obras en esta ciudad se destacan los edificios del Parque Iribuera –el gran pulmón verde de esta urbe-, el edificio Eiffel y el Copan.
Un oasis en el corazón de San Pablo
El barrio Jardins podría catalogarse sin lugar a dudas como el más cool de la capital cultural y de la moda de Brasil. Allí se encuentra el patio de juegos de los locales y turistas, que encuentran en sus calles las más exclusivas tiendas y propuestas gastronómicas de la ciudad. Los locales que se ubican en la Rua Oscar Freire nada tienen que envidiarle a la Quinta Avenida neoyorquina, y, más arriba, a metros de la Avenida Paulista y del Museo de Arte de São Paulo –que alberga una de las colecciones más relevantes de Latinoamérica- se alza en la calle Alameda Santos el gran y majestuoso Tivoli São Paulo Mofarrej.
El Tivoli Mofarrej es miembro de la selecta lista “The Leading Hotels of the World”
Al ritmo de un simpático "bom dia", el staff del Mofarrej les da la bienvenida a los huéspedes, algunos de lo cuales pasan rápidamente por el lobby decorado con esculturas de madera noble de Hugo França para llegar a una conferencia, otros que van para el ascensor para descansar un rato luego de un largo paseo por el centro, y otros que encaran directamente para el bar con el único fin en mente de pasar un momento de relax saboreando una exquisitez local acompañada por un cocktail frutal. Es que este hotel logra mezclar con perfección el mundo business con un relajado pero elegante ambiente turístico, ideal para los fanáticos de los buenos momentos.
Este cinco estrellas inaugurado en el año 2009 se consolidó como uno de los mejores hoteles de lujo de Brasil. Posee la suite presidencial más amplia de Latinoamérica –con 750 metros cuadrados- en donde se hospedaron celebridades internacionales que van desde Justin Bieber hasta Amy Winehouse. Es miembro de la selecta lista de los mejores hoteles del globo -The Leading Hotels of The World-, lo que queda absolutamente claro al poner tan sólo un pie dentro de su sofisticado lobby, comer en alguno de sus dos restaurantes, beber un caipiroska en su lounge bar y pasar una noche en sus impecables habitaciones, con todos los lujos, servicios y más que se pueden esperar de un hospedaje de alta gama.
Y si de gastronomía de primer nivel se trata, resulta imperdible una cena en el Pop Up 23 –previamente conocido como Arola Vintetres Restaurant Lounge- ubicado en el piso 23º del hotel, con una impresionante vista panorámica de la Avenida Paulista, el Parque Trianon y la Avenida 9 de Julio. El menú ofrece lo mejor de la gastronomía nacional e internacional e imprime en Brasil la moda de los restaurantes Pop Up que ya es tendencia en Estados Unidos y Europa.
La meca artística de Latinoamérica
Degas, Lautrec, Modigliani, El Greco, Monet, Manet… El Museu de Arte de São Paulo es el orgullo local. Posee una de las mejores y más completas colecciones de arte occidental, en un edificio de hormigón modernista ubicado en el centro de la ciudad, en el corazón de la Avenida Paulista. Fue diseñado por la arquitecta Lina Bo Bardi, y el proyecto fue finalizado en 1968. Es uno de los grandes atractivos de la ciudad, aunque como siempre hay algunos detractores.
Si bien el museo merece todavía varias mejoras, sus dos pisos –uno que contiene la exhibición temporaria, y el otro la permanente- brillan gracias a las grandes obras de arte que adornan sus salas. Los niños son libres de dibujar y correr por los pasillos, y los turistas de pasear entre sus piezas preferidas de Van Gogh o Goya. El ambiente es festivo y de disfrute.
Frutas, colores y ocio
El Mercado Municipal es la joya del viaje para todo aficionado de la comida gourmet. Aquí, cientos de stands de frutas multicolores y exóticas se mezclan con locales de cervezas artesanales. El regateo es aquí moneda corriente para conseguir los mejores precios en sal del Himalaya o castañas de cajú tostadas. Una experiencia única es la de saborear uno de los sándwiches locales de mortadela. Y todo esto se consigue dentro de un magnífico mercado cerrado construido en una estructura de estilo belle époque, con vitraux de colores y cúpulas de hormigón. Sin dudas, la frutilla del postre.