La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos crónicos más frecuentes: se presenta como una aparición crónica y recurrente de fenómenos paroxísticos ocasionados por descargas neuronales desordenadas, bruscas y excesivas que se originan en el cerebro y provocan una crisis en el cuerpo.
Se trata de una condición que impacta enormemente en la calidad de vida y en el desarrollo del paciente infantil, debido a que la cantidad de episodios diarios de convulsiones puede ir dejando secuelas en el tiempo. Cuando no se la logra controlar, puede ocasionar alteraciones cognitivas, conductuales y problemas motrices.
Esta enfermedad neurológica afecta a alrededor de 50 millones de individuos en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En tanto, en Argentina los registros indican que la padecen entre 200 mil y 400 mil personas. De ellas, aproximadamente el 33 por ciento no mejora tras ser tratado con medicamentos tradicionales, un estado que pasa a llamarse y conocerse como epilepsia refractaria.
Un relevamiento del que participaron 67 neurólogos pediatras y 35 neurólogos generalistas, tanto de instituciones públicas como privadas, alertó que al 93% de los pacientes se les indican en promedio 7 medicamentos antes de considerar que se está ante un caso de epilepsia refractaria.
Al respecto, María Vaccarezza, neuróloga infantil y médica de planta del Hospital Italiano de Buenos Aires, remarcó que "es una cifra elevadísima: las guías internacionales hablan de epilepsia refractaria luego de intentar con 2 ó 3 fármacos sin conseguir resultados. Ése es el momento de buscar otras alternativas". En ese sentido señaló a la dieta cetogénica como una variante óptima.
"En líneas generales, las probabilidades de que un tercer fármaco genere los resultados deseados es del 20%. Un cuarto, del 10% y un quinto presenta menos del 5% de chances de éxito. Al comparar eso con la elevada eficacia de la dieta cetogénica, sin lugar a dudas es conveniente intentarlo", afirmó la especialista.
Analizando la efectividad de la dieta cetogénica, la investigación arrojó los siguientes resultados tras un mes de seguimiento: el 70 por ciento de los niños que siguió con el plan alimentario evidenció una reducción en la cantidad de convulsiones mayor al 50 por ciento, mientras que -dentro de ese grupo- casi 4 de cada 10 (37%) lograron una disminución superior al 90 por ciento.
A raíz de la evidencia científica, los expertos indicaron a la dieta cetogénica como un abordaje eficaz que reduce la necesidad de fármacos complejos y evita los posibles efectos secundarios de las drogas.
Este esquema alimentario es rico en grasas y bajo en hidratos de carbono que busca que el organismo obtenga su energía a través de las grasas y no de la glucosa. De este modo, se desencadena un proceso metabólico que degrada un componente denominado 'cetona', lo que genera un efecto beneficioso anticonvulsivante. Todos los alimentos deben ser pesados para garantizar el cumplimiento de la dieta cetogénica.
Algunos de los alimentos que incluye esta dieta son crema, aceite, manteca, carne, pollo, huevo, quesos, pescado, frutas y verduras. Excluye cereales, papas, galletitas, choclo, batata o pastas. La elaboración de los alimentos lleva tiempo y dedicación. No es necesario realizar el tratamiento durante toda la vida para mantener los resultados alcanzados; luego de 2 ó 3 años se comienza a adaptar la dieta cetogénica hasta convertirla gradualmente en una dieta convencional.
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