Chocolates, meriendas abundantes, golosinas, locro, quiso de lentejas. Todo eso -y más- "pide" el cuerpo ni bien la temperatura baja unos grados. Todas comidas que se caracterizan por tener un alto contenido de grasas y azúcares.
"Hay distintas teorías que intentan explicar el porqué de los desarreglos en la alimentación que son frecuentes en épocas de frío", afirmó la licenciada Micaela Cusato, del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas. "Se cree que el deseo hacia alimentos calóricos se debe a un comportamiento propio de la memoria genética, de épocas antiguas, donde era necesario mantener el calor propio del cuerpo a través de la comida. Otra teoría que sostiene que las pocas horas de luz y los días más cortos inciden en el estado de ánimo de las personas", explicó.
En invierno muchas personas aseguran que las frutas y verduras les producen frío
Además, Cusato agregó que cuando hace frío disminuyen las ganas de comer frutas y verduras. "Es natural que con calor, las personas prefieran nutrientes refrescantes y que eliminan la sed, como jugos, frutas o verduras, que poseen menos calorías y son ricas en agua. En invierno, sin embargo, muchas personas aseguran que esas frutas y verduras les producen frío", señaló.
Si a esta disminución de la temperatura corporal se le suma la disminución de la temperatura ambiental, el efecto es doble, por lo que la demanda calórica del organismo se agrava aumentando aún más el apetito.
Por ello, tal como recomendó la especialista, "es importante saber cuáles son las opciones más saludables para obtener calorías sin caer en el consumo desmedido o el sobrepeso. Lo principal es mantener la alimentación saludable, aprovechando sobre todo los alimentos de estación. Podemos incorporar a nuestra dieta banana, mandarina, manzana, naranja, limón y pomelo, por ejemplo. En cuanto a las verduras, tenemos el zapallo, el coliflor, la zanahoria o la batata para reemplazar ingredientes que pueden ser más pesados".
Además, la licenciada sugirió planificar las comidas y las compras, así como también variar las preparaciones, para tener una elección saludable y no caer en lo repetitivo. Ante cualquier duda, se puede consultar con la nutricionista para obtener ideas de menú, que permitan la adherencia al plan de alimentación.
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