La cantidad adecuada para mantener un correcto estado de salud. Hablar de nutrientes es hablar de dietas, y poner el foco en sus cualidades es tan importante como también hacerlo en sus cantidades. La prestigiosa nutricionista española, Myriam Belmar, elaboró un listado de 5 planes alimentarios que aseguran la eficacia aunque carecen de fundamentos para consolidarse dentro de las rutinas más favorables.
Dieta paleo
Está basada en lo que comían nuestros antepasados, cazadores y recolectores, es decir, carne, pescado, frutas, verduras, hortalizas, huevos, frutos secos, semillas, flores y brotes. Excluye pan, cereales, pasta, galletas y alimentos procesados.
La dieta puede resultar interesante si consideramos el argumento de suprimir los alimentos procesados, azúcares refinados y grasa trans, pero sostenida en el tiempo y sin control médico, puede resultar perjudicial para la salud.
No tomar cereales, féculas y legumbres supone una carencia de vitaminas del grupo B que pueden alterar nuestro sistema nervioso, e incluso precipitar estados de ansiedad, insomnio, debilidad, cansancio e irritabilidad.
Dieta sin gluten
El gluten es un conjunto de proteínas que está presente en los cereales de como el trigo, pero también en la cebada, la avena y el centeno. Los pacientes que tienen intolerancia al gluten deben suprimir de su dieta todos los alimentos que lo contengan, pero a día de hoy, no está demostrado científicamente que las personas sin enfermedad celiaca deban retirarlo de su alimentación porque pueda resultar tóxico en su organismo o generar problemas de inflamación o aumento de peso.
Los defensores de estas dietas aseguran que retirar el gluten de su alimentación les ha ayudado a bajar de peso, tener mejores digestiones y sentirse menos pesadas. Evidentemente, si se sustituyen estos alimentos por otros más frescos y saludables, será más fácil controlar el peso, pero esto es independiente del hecho de que contengan o no gluten.
De manera sostenida en el tiempo, un régimen basado en alimentos sin gluten no es adecuada para las personas que no son intolerantes a esta proteína. Sin un riguroso control médico, la falta de fibra es otro de los problemas presentes en una dieta sin gluten.
Dieta Atkins
Reduce la ingesta de carbohidratos (fruta, pasta, arroz, legumbres, entre otros) al mínimo. Solo están permitidos los alimentos bajos en hidratos de carbono como las verduras seleccionadas y la lechuga y se pueden ingerir tantos alimentos ricos en proteínas y grasas como se quiera, lo que incluye el pescado y la carne, pero otros tantos.
La ingesta de tantas cantidades de alimentos de origen animal aportan al final más cantidad de grasas y, por tanto, aumentan en la sangre los niveles de colesterol, lo que puede derivar en problemas cardiovasculares a corto o largo plazo.
El exceso de proteínas puede dañar el correcto funcionamiento de riñón y el hígado, que las metabolizan, favoreciendo la aparición de cólicos nefríticos o biliares. La dieta no aporta calcio ni otras vitaminas y minerales que contienen las frutas y verduras, y que son imprescindibles para llevar a cabo nuestras reacciones metabólicas
Dieta Dukan
Como la opción Atkins, es una dieta hiperproteica que también promete rápida pérdida de peso en poco tiempo basándose en la privación de hidratos de carbono, aunque no de manera tan estricta como la anterior. Se compone de cuatro fases, cuya duración depende del peso que se quiera alcanzar.
El consumo abundante de proteínas puede sobrecargar el funcionamiento del riñón e hígado e inducir fallos en estos órganos o precipitar la formación de cálculos nefríticos y biliares.
La falta de fibra desencadena en graves problemas de estreñimiento. La reducción de vitaminas y minerales que forman parte de los lácteos, cereales, féculas y legumbres puede producirnos cansancio y menor rendimiento físico y mental.
Dietas Relámpago
La base fundamental es ingerir solo un alimento concreto a lo largo del día. El alimento seleccionado estará presente en todas las comidas. Seguir estas dietas de manera prolongada puede causar graves estados carenciales, pues un solo alimento no contiene todos los nutrientes necesarios para el organismo.
La pérdida de peso se produce a costa de la masa muscular y la pérdida de agua corporal que se recupera rápidamente en cuanto retome una alimentación normal. Es excesivamente restrictiva por lo que resulta monótona, aburrida y poco sostenible a largo plazo.
Quien la realiza corre un gran riesgo de padecer ataques de hambre, problemas de ansiedad, daños hepáticos, renales y cardiovasculares por carencia de vitaminas y minerales, y pérdida de masa muscular que conduce al debilitamiento del sistema inmunológico, por lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades.
Los resultados no son típicos y pueden variar de persona a persona
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