Que la obesidad y los factores de riesgo para la salud asociados a la mala alimentación aumentaron de manera exponencial en los últimos años no es novedad. Tampoco que cada vez se diagnostican más casos de hipertensión y diabetes a causa de una dieta poco saludable. Pero ahora un estudio vino a poner en cifras lo mal que se alimentan los argentinos.
El relevamiento mostró que en el país se prefiere la comida rápida. Le sigue la dieta típica "argenta", alta en hidratos, y por último la alimentación saludable.
"Sabemos que tenemos problemas cardiovasculares, que son la principal causa de muerte y este estudio muestra evidencias de que nuestros patrones de consumo influyen en que tengamos más obesidad, más diabetes y más hipertensión", explicó la doctora en Ciencias de la Salud, María Daniela Defagó. Sobre ello, la destacada investigadora del CONICET reveló los resultados del Estudio CESCAS I, que establece tres tipos de alimentación presentes en la población.
En un primer lugar, con la elección de un 60% de los adultos entre 35 y 74 años, se encuentra la alimentación basada en snacks: empanadas, pizzas y carnes procesadas. En segundo lugar, según el estudio, aparece el patrón "típicamente argentino", fundado en carbohidratos, carnes, lácteos enteros, manteca y mate; mientras que recién en un tercer escalón aparece la "dieta saludable", rica en verduras, frutas, legumbres y lácteos descremados.
El estudio CESCAS I se realizó entre 4 mil personas de ambos sexos de la Argentina, Chile y Paraguay. "No hay muchos datos sobre cuándo comenzó a cambiar el modo de alimentación que viene generando una epidemia, pero el Centro de Estudios de Nutrición Infantil (CESNI) alerta que desde los años 80´s a esta parte se observa la baja abrupta en el consumo de lácteos, verduras y frutas mientras que avanzan sin parar las carnes, harinas y alimentos salados", detalló la especialista, quien alertó además que "a los malos hábitos del snackear se le suma también la proporción de la población más sedentaria".
En la misma sintonía, pero con la mirada puesta en los más pequeños, la doctora Paula Paz Povedano advirtió sobre el crecimiento de la diabetes tipo 2 en los niños, una patología que sólo se daba en los adultos obesos o sedentarios. En su exposición durante las "XX Jornadas de Medicina Nutricional y Obesidad" realizadas en Córdoba y organizadas por la Fundación Diquecito, la jefa de la Sección Diabetes Infantil del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad de Córdoba, asoció los problemas de salud de la población infantil con los altos niveles de explosión a publicidades que fomentan malos hábitos: "Hay un estudio de la Fundación Interamericana del Corazón (FICA), que analizó canales de televisión argentinos y asegura que si un niño ve 3 horas de televisión diaria está expuesto a 60 propagandas semanales de comida, de las cuales una alta proporción no es saludable. Además de que uno de cada cuatro usa premios y utiliza personajes famosos para incentivar la compra", relató la doctora al referirse a cómo ingresan los malos "nuevos" hábitos a una población vulnerable y en serios riesgos.
Chau mitos
En relación a la nutrición y la salud existen muchas expresiones populares que, aun no siendo verdad, se instalan como tales. Sobre muchas de ellas intentó poner "luz" el doctor Silvio D. Schraier durante sus dos disertaciones en las jornadas. "Estoy seguro que el tejido adiposo tiene mala fama. Es que las personas creen mal y piensan que la grasa es mala y por ende tener grasa está mal. Pero el problema no es tenerla sino que esté en cualquier lugar", explicó con contundencia el Director de la Carrera de Médicos Especialistas en Nutrición de la UBA. También, con la misma intención aseguró que "hay que dejar de pelear con los alimentos creyendo que son los culpables del nivel de colesterol", porque a diferencia de lo que se dice "el colesterol de la comida influye solo en un 30% en el valor del colesterol de la sangre. No le podemos seguir echando la culpa al huevo", sentenció.
Por último, Schraier, compartió su preocupación en relación al consumo excesivo de sal que aún mantienen los argentinos, llegando a superar en doble a los 5 gramos que son recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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