Las consecuencias del cambio climático poco a poco dan señales, ya sea en el aumento de temperatura, en el elevado índice de contaminación asociado con eventos climáticos que son fatales, la expansión de enfermedades infecciosas e, incluso, la escasez de alimento repercutiendo en los hábitos cotidianos. A su vez, es un hecho que también tendrá incidencia en la obesidad.
La explicación se encuentra en la grasa parda, según un estudio del Centro Médico de la Universidad de Leiden, de los Países Bajos, que reveló una estrecha relación entre ambos factores.
Los cientificos revelaron que cada grado centígrado que sube la temperatura ambiental implica un aumento del 0,29‰ en la incidencia de la obesidad y del 0,3‰ en la diabetes. Aunque la correlación es baja, esto podría abrir un nuevo espacio de investigación para detener el sobrepreso.
La obesidad es una pandemia y Argentina no está exenta. Según el informe del Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe, cerca del 58% de los habitantes de la región vive con sobrepeso, es decir, 360 millones de personas.
La grasa marrón o parda -también conocida como "buena"- es aquella que protege al cuerpo contra el aumento de peso. Según los expertos, ese tipo de grasa –al contrario de la que se acumula a lo largo del día– ayuda a quemar el exceso de calorías al generar calor.
Esta se ubica bajo las clavículas y entre las vértebras de la columna, y es la responsable de producir hasta el 20% del calor corporal. Cuando la grasa parda se activa por descenso de temperatura, comienza a quemar, lo que puede servir como una ayuda para bajar de peso.
De esta manera, los especialistas explicaron que el aumento desmesurado de la temperatura generado por los factores del cambio climático provoca que el organismo no queme esas células adiposas perdiendo su función.
Adoptando ciertos hábitos, es posible eliminarla. Los especialistas recomiendan por ejemplo, mantener los ambientes a menos de 17 °C, ducharse con agua fría o dormir desnudo, y realizar actividad física, ya que al realizar deporte se aumentan los niveles de irisina, una hormona que facilita la conversión de grasa blanca a grasa marrón, según la publicación de Disease Models & Mechanisms.
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