Que la alimentación es parte de la cultura de una sociedad no es nada nuevo. Que el rol de los alimentos que se eligen para el desarrollo y crecimiento de una persona es fundamental, tampoco. Sin embargo, conocer específicamente los aciertos de los primeros humanos en lo que a la evolución respecta sirve para saber que también en la actualidad estos productos deben estar en la mesa. Y en la dieta diaria de las personas.
Las frutas se llevan el premio, siendo más que fundamentales en la evolución del cerebro de las personas. Todo surge de una investigación liderada por Alex DeCasien, de la Universidad de Nueva York, quien señaló que "comer fruta fue un paso clave para ir más allá de los alimentos básicos -como las hojas- y proporcionó la energía necesaria para hacer crecer el cerebro".
140 tipos de primates fueron parte del análisis, en donde se estudiaron los alimentos básicos de estos a lo largo de la historia. El trabajo encontró que los animales que se habían alimentado de fruta tenían cerebros aproximadamente 25% más grandes que los de especies que solo comían hojas.
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— infobae (@infobae) 6 de marzo de 2017
El estudio se publicó en la revista científica Nature Ecology & Evolution y señaló que "la dieta a base de frutas pudo ser la que ayudó a moldear el tamaño y la forma del cerebro de los primates". Además agregó que alimentos como la fruta contienen más energía que las fuentes básicas como las hojas. Esto ayudaría a crear el combustible adicional necesario para desarrollar un cerebro más grande.
Mónica Katz, médica especialista en nutrición, le explicó a Infobae que "La Organización Mundial de la Salud recomienda comer entre 5 y 10 porciones de frutas por día. En Argentina, en promedio, solo se comen dos por persona. Un número bajísimo si tenemos en cuenta los niveles de obesidad que hay en el mundo".
Una investigación llevada a cabo por la Escuela de Salud Pública del Imperial College de Londres (Reino Unido), recomendó que la cantidad idónea son 10 porciones al día.
Más allá de las propiedades de las frutas en sí mismas, el estudio neoyorquino sugirió que también existen otras razones que pudieron haber contribuido a la evolución del cerebro humano: por ejemplo, las frutas también habrían ayudado a desarrollar las capacidades cognitivas para que los primates recordaran la ubicación de esos frutos y así elaboren técnicas de extracción.
"Al levantarse, la fruta no está ahí. Deben invertir mucho tiempo buscándola y este tipo de dieta requiere de memoria grupal. Los frutos son alimentos dispersos, sujetos a estacionalidad y no siempre están disponibles por el tiempo de maduración y la dificultad al procesarlos", señaló el primatólogo español Miquel Llorente, en referencia al estudio.
Y agregó: "Por el contrario, la dieta a base de hojas no cuenta con estos desafíos. Son alimentos más abundantes, que siempre están disponibles y no generan tantos conflictos sociales, a diferencia de la fruta".
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