Seguir una dieta nutritiva y saludable, que sirva para no ganar ni perder demasiado peso y poder disfrutar de una buena salud, no es tan sencillo. No hay fórmulas mágicas y cada cuerpo es especial.
Algunos genes pueden afectar la forma en la que el cuerpo se comporta frente a los alimentos, provocando un "picoteo" en exceso, la sensación de una saciedad inalcanzable o incluso alterar la percepción y el deseo de algunos alimentos.
Según explicó Julieta Lupardo (M.N 6858), nutricionista de Halitus Instituto Médico, para esos casos existe una prueba genética, que consiste en tomar una muestra de saliva y analizarla. Esto puede realizarse en cualquier persona que se encuentre interesada en conocer acerca de sus parámetros genéticos relacionados con la alimentación y observar en qué condiciones se encuentra su cuerpo. Sólo una muestra de saliva permitirá el análisis de más de 130 marcadores genéticos sin contraindicaciones y con resultados en un mes.
En base a los resultados arrojados por el estudio, los expertos realizan un plan de alimentación acorde, teniendo en cuenta aquellas variantes de genes asociadas a los comportamientos alimenticios y adictivos, para orientar al paciente y determinar cuál es la actividad física más beneficiosa para ese organismo.
"Es de utilidad en aquellas personas que, realizando un plan de alimentación hipocalórico y llevando a cabo una actividad física regular, no logran el descenso de peso requerido para mejorar su estado de salud", señaló Lupardo.
La forma en la que una persona responde frente a los macro-nutrientes aportados en una dieta no es uniforme y se relaciona con distintas variantes genéticas asociadas a esa respuesta. La información provista por el estudio, entonces, colaborará con el nutricionista para armar un plan de alimentación adecuado y correcto para el paciente. Además, permitirá obtener el mayor beneficio de la actividad física desarrollada, lograr un peso saludable y sostenible, entender el metabolismo individual y algunas tendencias del comportamiento alimentario de esa persona.
Diversos estudios han mostrado que la genética puede influir sobre las reacciones de las personas frente a los alimentos. De esta manera, determinados alimentos pueden provocar en una persona un gusto amargo o dulce, intolerancia a la lactosa, o el rubor facial inducido por el alcohol y, esos mismos alimentos, no generar reacción alguna en otras personas.
Además, existen ciertos genes que pueden incidir en el deseo que una persona tiene por un alimento, o en la forma en la que lo percibe, afectando así su comportamiento frente a él.
Por ejemplo, puede llevarla a comer entre comidas o a perder la capacidad de sentirse satisfecha o a sentir hambre. La genética no solamente incide sobre la forma en la que cada uno se alimenta sino también en la manera en que el cuerpo procesa los alimentos y los comportamientos con ellos.
El test, que es simple y para nada invasivo, permite determinar las características propias de un individuo para así optimizar su metabolismo, perder peso y poder mantenerlo según los resultados arrojados, mejorando su calidad de vida.
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