Casi perdido en Earlton, Nueva York, se encuentra -no sin esfuerzo- Damon Baehrel, el restaurante más exclusivo del mundo. Su descomunal éxito se debe justamente a su inaccesibilidad y secretismo. El halo de misterio que rodea al local lo convirtió en objeto de culto.
Sus mesas ya están todas reservadas hasta 2025. Hasta nuevo aviso, su dueño Damon Baehrel -homónimo del restaurante- no acepta nuevas solicitudes. Baehrel, además de propietario, es su único empleado. Cocina, prepara los platos, los sirve, después los lava, atiende a sus comensales, uno por uno. Todas y cada una de las funciones pasan por sus manos.
El boca a boca impulsó su peculiar menú de degustación de 15-20 platos, de cinco horas de duración, que Baehrel prepara y sirve en su comedor. "La mayor experiencia gastronómica de mi vida", insisten varias de las reseñas que se pueden leer en internet. El boca a boca atrajo miles de interesados. Al tiempo, los medios de comunicación se hicieron eco de la inmensa demanda del local.
Baehrel recordó que en 2014 -cuando su restaurante tuvo una vasta cobertura de la prensa- recibió 10.000 intentos de reserva en solo una semana. Un número imposible, más si se considera que Damon Baehrel solo tiene 20 asientos. "Técnicamente, son 20, pero muy rara vez albergo 20 personas porque trabajo solo acá. Como se habrán dado cuenta, estoy completamente solo en este lugar", comentó al sitio especializado Eater.
El servicio, tan exclusivo y personalizado, también conlleva un costo elevado. Cada persona paga 375 dólares, que no incluyen ni bebida ni propina, para degustar los platos que ofrece Baehrel.
Cada plato tiene una elaboración totalmente artesanal. Baehrel, como si fuera poco, se encarga de cosechar todos los alimentos que luego utilizará. "Todo proviene de la propiedad de 5 hectáreas. En otras palabras, no tengo proveedores de ningún tipo. Creo todo, incluyendo mis propias harinas, mi propio aceite. Acá no hay nada que se entregue".
El interés por el pequeño restaurante ubicado a las afueras de Manhattan se disparó en 2006 cuando la Guía Zagat lo puntuó con 29 puntos para el nivel de comida y 29 por servicio. Zagat, por entonces, consideraba a las calificaciones entre 26 y 30 como extraordinario o perfecto. A partir de ese momento, la curiosidad tomó lugar. Comenzaron a asistir clientes procedentes de los lugares más recónditos. Y la lista de espera no dio abasto.
"Hoy la lista de espera se extiende hasta bien entrada la mitad de la década que viene", señaló Baehrel. Pese a que por el momento no toma reservas, en la web circulan "trucos" para lograr un lugar en el preciado restaurante. Damon Baehrel, que en realidad es el sótano de la casa de su dueño, se convirtió en el centro gastronómico más requerido a nivel mundial.
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