Las proteínas proporcionan las piezas básicas para "construir" elementos esenciales como células, músculos, huesos, uñas, hormonas y enzimas. Cuando el químico holandés Gerardus Johannis Mulder descubrió en 1838 que ciertas sustancias derivadas de los aminoácidos constituían la materia básica del organismo de plantas y animales, las llamó proteínas, según un término ideado por el químico sueco Berzelius, tomado del griego proteios, que significa "primero".
Fisicoculturistas, atletas del alto rendimiento y fanáticos del deporte son el público que popularizó la ingesta diaria de suplementos de proteínas en forma de batidos, bebidas energéticas o barras, para aumentar la masa muscular. De a poco, este protagonismo que tomaron las proteínas logró que la gente "común y corriente" percibiera las proteínas como sus nuevas "aliadas" dietéticas. Esto explicaría la razón de por qué el mercado mundial de suplementos de proteínas es ahora firmemente dominante y se estima que llegará a recaudar 9 millones de dólares anuales en 2017.
Según algunas pautas dietéticas europeas, los hombres necesitan 55 y las mujeres 45 gramos de proteína al día. Una pechuga de pollo, por ejemplo, tiene por lo menos 23 gramos mientras que un filete de 100 gramos tiene 20.9 gramos. Un almuerzo y una cena con presencia de ambas carnes, ya cumpliría las necesidades básicas. El problema es que, en general, se consumen muchas más. En Europa occidental y los Estados Unidos puntualmente, recientemente se registró que las personas están comiendo el doble de proteína que lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Las pautas dietéticas más recientes del gobierno de los Estados Unidos, por ejemplo, advierten que la gran mayoría de varones adolescentes y hombres adultos deben "reducir la ingesta total de alimentos de la proteína" y comer más vegetales rápidamente. Las chicas adolescentes, sin embargo, que a menudo tienen patrones de alimentación alterados, y las personas mayores, que son propensas a perder masa muscular y apetito, fueron los únicos grupos identificados como "deficientes en proteínas".
La preocupación respecto de este exceso de proteínas en algunos sectores se manifestó después de que una investigación publicada en la revista Cell Metabolism en 2014 (utilizando datos de más de 6 mil personas) concluyera que aquellas entre 50 y 65 años, que recibieron 20 por ciento o más de la cantidad de proteína necesaria por día eran 74 por ciento más propensos a morir de cáncer que aquellos que comieron menos alimentos ricos en proteína. Otro hallazgo alarmante fue que una dieta rica en proteínas en realidad reduce el riesgo de morir prematuramente en los mayores de 65 años, pero no está claro todavía por qué los resultados son tan diferentes para los dos grupos de edad.
La evidencia sobre la proteína, de todas formas, sigue siendo inconclusa. En general algunos estudios demuestran que una dieta con más proteínas y menos carbohidratos reduce la presión arterial y protege contra las enfermedades del corazón.
Pero lo que la evidencia sugiere es que la carne roja o procesada como una fuente principal de proteína está relacionada con un aumento en la incidencia de cáncer de colon, mientras que las fuentes de proteínas de peces, pollos y plantas son más saludables. Sin embargo, mientras se determina el verdadero impacto en el cuerpo de su consumo desmedido, todavía se aconseja no consumir más de 40 gramos de proteína en un día.
Por lo tanto, a menos que se trate de personas muy mayores, o personas con rituales alimenticios desfasados, lo más probable es que haya que revisar y ajustar las cantidades proteína en la dieta y evitar consumir suplementos proteicos sin la supervisión de un médico.
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