El desayuno es el combustible energético del cuerpo. Tras el descanso y las horas nocturnas sin comer, es importante incorporar nutritivos y ricos alimentos para poner en marcha el organismo y así desarrollar las actividades diarias de la mejor manera. Al aumentar el rendimiento físico e intelectual, además de potenciar la concentración y la memoria, los médicos recomiendan desayunar sano y a conciencia, siendo esta la comida más importante del día.
Sin embargo, también existen otras pruebas letales que determinan el éxito o fracaso de un plan alimentario. Más allá de las cuatro comidas que los especialistas recomiendan cumplir, los espacios que transcurren entre -por ejemplo- el desayuno y el almuerzo o la merienda y la cena deben completarse con comida. Y no con cualquier tipo.
Según un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) comprobó que el 80% de los argentinos "snackea" diariamente, aunque sólo un tercio de ese porcentaje lo hace en forma saludable.
"Comer sano no quiere decir dejar de comer. Es preferible ingerir dos pequeños snacks (adicionales a las cuatro comidas principales) que no comer nada y llegar a la hora del almuerzo o de la cena con tanto apetito. Podemos comer snacks y cuidar nuestro peso, pero para eso es fundamental elegir el alimento adecuado", aseguró la licenciada en nutrición Viviana Corteggiano, presidenta de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND).
Los snacks, convertidos en una comida propia del día -snackeo-, son la gran prueba de fuego de toda dieta. Quienes trabajan en una oficina o pasan muchas horas en la universidad afrontan un sedentarismo que puede verse reflejado en el aumento del peso o el abandono de una alimentación saludable. Comer lo que está a mano o saciar el apetito con un alimento calórico de fácil alcance es también un desafío a superar a la hora de enfrentar cualquier método alimentario.
"Hay que pensar en los snacks como pequeñas colaciones o refrigerios que nos ayudarán a no llegar con demasiado apetito a nuestra siguiente comida y nos mantendrán con energía constante para el resto de la mañana o la tarde. El propósito del snack es regular la glucosa después de varias horas sin comer", agregó Corteggiano.
Para quienes no se encuentran en sus casas a lo largo del día, suele resultar dificultoso preparar sus propios snacks o encargarse de separar un recipiente con frutas o frutos secos. Sin embargo, solo se trata de crear hábitos positivos y saludables, poniendo en marcha -de a poco- una serie de acciones que luego se transformarán en costumbres.
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— NutriGlam (@nutriglam) 23 de febrero de 2016
Un estudio publicado en la revista internacional Advances in Nutrition an International Review Journal reflejó que el snacking es una conducta que se da a nivel global y que, para la ciencia y los profesionales de la salud, reviste mayor importancia porque, en función al alimento o comida que se seleccione para saciar el hambre será el impacto que se obtendrá en el peso.
Cómo identificar un snack saludable
Para la doctora María Elena Torresani, docente investigadora categorizada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), "es clave que el snack, además de ser rico y aportar saciedad, sea de alta densidad nutricional. Es decir, que brinde la mayor cantidad de nutrientes posibles en función a las calorías que aporta por porción".
La especialista también hizo hincapié en que en el mercado existe una gran variedad de alimentos para snackear reducidos en calorías, como las barritas de cereales o los alfajores o galletas de arroz saborizados. "No solo aportan nutrientes esenciales como proteínas de alta calidad, calcio o vitaminas sino que muchas veces representan un aporte de grasas no saludables o de azúcares simples a la alimentación. Leer el rótulo nutricional contribuye a tomar la decisión correcta", sostuvo Torresani.
Qué tener en cuenta en los snacks
– Corroborar que aporten nutrientes saludables a promover como: proteínas, vitaminas (del grupo A, B y D), minerales (calcio, hierro, zinc) y fibra.
– Verificar que tengan un aporte reducido de sodio, grasas saturadas y azúcares simples (este último incluye azúcar de mesa, azúcar mascabo, miel, dulces y mermeladas)
– No deben aportar grasas trans
– Elegir aquellos que ya vienen porcionados en envases individuales. En este momento de consumo se hace muy difícil porcionar y no caer en la tentación de seguir comiendo hasta terminar el envase. Esto pasa muy frecuentemente con las galletitas, que según la información nutricional del rótulo la porción equivale a tres unidades y el envase trae 10 o más unidades.
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