Es uno de los grandes embajadores del deporte argentino. Su currículum en la élite del rugby internacional así lo avalan. Agustín Pichot, "Ficha", participó de cuatro copas del mundo con la selección argentina y fue capitán en el Mundial de Francia 2007. Si necesitase más avales de su exitosa carrera, en 2010 recibió el Premio Konex de Platino como mejor rugbier de la década. Además, desde 2011 es miembro del Salón de la Fama de la World Rugby y desde mayo de 2016, vicepresidente de World Rugby.
Como todo deportista, Pichot tiene una vida en que la alimentación posee un rol fundamental, aunque -aceptó- que la cocina no es un territorio en el que pueda desplegar su talento: "Con la cocina me llevo muy bien cuando como, pero todo lo que sea hacer, no es lo mío. Ni un hamburguesa, nada".
Además, explicó que a partir de que 'colgó los botines' comenzó a disfrutar de platos que antes le eran imposibles por su profesión: "Cuando vamos a comer, voy a comer. Descubro un montón de lugares, pero a veces se hace durísimo porque estás comiendo siempre algo diferente. Tengo un paladar muy amplio. Lo que más aprendí en estos últimos años es a comer".
Ese neofanatismo por probar sabores exóticos surgió durante su etapa como rugbier, cuando tenía una dieta restringida: "Cuando entrenaba mi alimentación era tremenda, muchas mediciones, pocas grasas, muy rica en proteínas. Después cuando empezás el alto rendimiento puro, ya se hace casi milimétrico, te miden todos los lunes la masa corporal".
"Lo social es tremendo por dos cosas. En Europa y acá siempre hay un buen vino o comidas que se realizan de manera especial para las fiestas, donde se tira todo por la ventana. En Francia la comida es increíble y te tentás, y lo social siempre te lleva a romper esa metodología y esa disciplina que requiere el deporte", dijo. Y agregó que "la manera de sostenerse en el tiempo con la comida y el físico es con mucha disciplina, mucha cabeza".
Agustin confesó cuál es su placer culposo: "Los (alfajores) Havanna me encantan, me ponés una caja de 12 y se vuelan donde estén. Cuando lo estoy comiendo los estoy disfrutando. Eso y las papas fritas".
Además de su fanatismo por la comida, el ex jugador de rugby sostuvo que su gran pasión es la música: "Soy un músico frustrado, me hubiese gustado dedicarme a algo de la música. Como no podía en su momento dedicarme, probé clase de guitarra, tuve batería toda mi vida. Nunca pude llevar un grupo porque era incompatible con mi carrera como deportista y no tenía el tiempo. Entonces, me dediqué a ser DJ".
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