Cada vez son más las personas que cambian sus hábitos alimenticios y eligen una dieta vegetariana. En mayor medida, la razón que los conduce a tomar la decisión es la idea de preservar la integridad de los animales. Ahora, además, pueden tener un motivo relacionado a la salud y a una vida más extensa.
Un equipo de especialistas del Hospital General de Massachusetts comandado por el doctor Mingyang Song, profesor de la Universidad de Harvard, analizó los datos de dos grandes estudios en curso que seguían de cerca la alimentación de profesionales de la salud. Ambos informes involucraban a más de 130.000 participantes y el trabaja aunó casi tres décadas.
A partir de los reportes vinculados a las dietas de los profesionales de la salud, Song y sus colegas calcularon la cantidad de proteínas que recibían de origen animal y vegetal. La conclusión fue que las personas que consumían más proteínas de origen vegetal tenían un menor riesgo de morir que aquellas que ingerían más proteína animal.
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Al inicio de los estudios, los participantes, en su mayoría mujeres, tenían un promedio edad de 49 años. Llegado el momento del análisis de los datos, cerca de 36.000 personas habían muerto. Entre ellas, alrededor de 8.850 por enfermedades cardiovasculares y cerca de 13.000 por distintos tipos de cánceres.
Los investigadores asociaron cada aumento del 3% en calorías de proteínas de origen vegetal con un 10% menos de riesgo de muerte durante el período de los estudios. En cambio, encontraron una relación en cada incremento del 10% de proteínas animales con un 2% de riesgo mayor de muerte por cualquier causa. En especial, un 8% más de probabilidades de contraer una enfermedad cardiovascular.
En diálogo con Infobae, la licenciada en Nutrición Silvina Tasat (MN 1495), vocal de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), desterró por completo tal presunción: "Las proteínas de origen animal son imprescindibles para la vida porque los aminoácidos esenciales, que se incorporan a través del alimento, están fundamentalmente en las comidas extraídas de animales".
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Asimismo, agregó: "Hay tres macronutrientes que tenemos que incorporar todos los días: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Las proteínas son los ladrillos de nuestro cuerpo y su fuente son las carnes y los productos lácteos. En caso de un golpe, son ellas las que actúan para reparar ese tejido".
Los datos que se recopilaron de los estudios arrojaron un resultado aún más sorprendente: los beneficios de los vegetales surtían mayor efecto en los participantes con al menos un factor de riesgo de muerte prematura. Es decir, las proteínas de origen vegetal compensaban algunas de las consecuencias adversas de, por ejemplo, el tabaquismo, la obesidad, el consumo de alcohol y la inactividad física.
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La licenciada Tasat señaló: "Entre los vegetales, se encuentra mayor contenido proteico en legumbres como la soja y también la quinoa, pero igualmente en las dietas vegetarianas hay que hacer uso de suplementación vitamínica y mineral. Y así y todo, algunas vitaminas fundamentales para nuestro organismo como la B12 siguen faltando".
El equipo de investigadores añadió que, en caso de elección, las carnes de pollo y pescado traían mayores beneficios para la salud que las carnes rojas y procesadas, las cuales no las recomendaban bajo ninguna circunstancia por su alto contenido en grasas.
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La nutricionista tampoco coincidió en ese punto: "Es cierto que la carne de vaca contiene más grasas saturadas, pero siguen siendo necesarias. Lo ideal es seleccionar cortes que sean magros. Es decir, que tengan menos grasa interfibrilar, como un peceto, nalga o bola de lomo, cuya grasa se puede extraer más fácilmente". Y concluyó: "En la dieta tienen que estar todos los nutrientes necesarios. Debe ser completa, adecuada y armónica".
Texto: Maxi Fernández