Por lo general, los dueños de mascotas suelen darse cuenta de que sus compañeros de cuatro patas se encuentran mal cuando muestran signos físicos o comportamientos que no concuerdan con los habituales.
Por eso, es importante que estén atentos a todas las señales que dan: decaimiento, hiperactividad o agresión. La etóloga clínica Silvia Vai explicó a Infobae que siempre se tiene en cuenta la salud física, sin notar que muchas veces hay un problema anímico detrás de esto.
"El animal cambia su comportamiento y enseguida lo llevamos al clínico para que haga una evaluación, pero no tenemos en cuenta que la salud emocional también es importante. Cuando hay algo que nos llama la atención es un buen momento para hacer una consulta", dice.
Por esta razón hay que tener en cuenta que existen conductas normales para la especie, pero inaceptables para la convivencia con el hombre. Uno de los ejemplos más claros es el arañado de los muebles en el caso de los gatos, una acción tiene que está relacionada con la organización del territorio.
"Cuando lo hace en lugares que a nosotros no nos conviene, tal vez nos genera conflicto. No obstante, puede ser un signo clínico y estar dentro de una patología relacionada con un trastorno de ansiedad", afirmó la especialista.
En gatos, la agresividad, la marcación con orina y hacer pis fuera de la bandeja sanitaria son los problemas de conducta más frecuentes. En los perros se repite la agresión y a esta se suma la destructividad y las vocalizaciones o aullido excesivos.
Existen rituales de comunicación entre las mascotas y sus dueños. Muchos de estos de dan a través de los juegos
También puede suceder que haya comportamientos alterados, como la de un gato destetado antes de los 45 días, que tiene que desarrollar la acción de mamar, entonces succiona el pelo del propietario.
Si un ladrido o un maullido es esporádico no sucede nada porque el animal también tiene que vocalizar. Lo que no se tiene en cuenta es que ni el gato ni el perro las utilizan mucho en la naturaleza. Generalmente, lo hacen cuando conviven con el hombre para "comunicarse".
"Todas estas situaciones comienzan a ser un problema cuando afectan la vida del propietario. Muchos vecinos pueden quejarse por esto sin saber qué es lo que realmente sucede", expresa Vai.
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