Los felinos son independientes y territoriales por sobre todas las cosas. Por eso, introducir una nueva mascota en el hogar, cuando allí la habita un gato, puede ser todo un desafío.
La primera reacción del animal será defensiva. Se sentirá atacado y rechazará todo nuevo "compañero". Y si además es de su misma especie, la cuestión será más difícil todavía, sobre todo si tienen una edad parecida o alguno no está castrado.
El gato “propietario” se sentirá atacado y rechazará todo nuevo compañero
La clave es introducir al nuevo integrante de forma gradual para que la transición se realice de manera natural y sin conflictos.
El gato "alfa" rechazará al "usurpador", pero el nuevo directamente se sentirá aterrado: está en tierra ajena, tras líneas enemigas, donde cada rincón huele al otro. El recién llegado sabe perfectamente que está en el lugar equivocado y sentirá pavor de ser atacado.
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Según la veterinaria Carolina Chavez (MP 10808) es fundamental poder generar dos espacios diferentes, para que no se crucen.
"Lo mejor es encerrar al nuevo en una habitación y que el otro pueda vagar por su casa, para que no se sienta más amenazado por el recién llegado". Poner agua, comida, arenero y juguetes en el "territorio" del nuevo gato para que no le falte nada.
Tras dejar pasar uno o dos días, pasar toallas o pañuelos por la cara y el lomo del recién llegado, para luego dárselos a oler al otro. De esta manera, mediante el olfato, comenzará a aceptar que ese aroma -que lógicamente ya notó- está asociado con sus dueños.
Se debe procurar que sea un momento relajado, de caricias
Atravesada esta etapa, lo recomendable es que se huelan por debajo de la puerta. "Si se bufan o gruñen, es normal. Uno siente que está en territorio enemigo y el otro que hay un intruso", dijo la especialista.
Procurar poner comida cerca de la rendija, para que se asocien a una experiencia agradable. "Lo ideal es generar un estímulo positivo entre ellos, por asociación, por ejemplo que coman a unos pocos centímetros uno del otro así la compañía del otro significa comida".
Es lógico que permanezcan nerviosos un tiempo. La separación puede durar desde dos días a dos semanas, y terminará cuando dejen de demostrar rechazo al percibir la esencia del otro.
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Esa es la señal que indica que llegó el momento de verse cara a cara, ¡pero atención porque pueden pelearse! Por eso siempre conviene que el dueño esté presente.
Al principio, es esperable que estén "alertas", pero mientras no suelten esos bramidos aterradores de pelea (los normales están bien), todo va por el camino correcto.
En ese sentido, el primer signo de que las cosas están encaminadas es que jueguen a acorralarse. El perdedor será el nuevo casi siempre. Si el gato original no le deja salir de algún sitio, hay que ayudar a quien se sumó último a la familia, ya que al fin de cuentas sigue siendo el más débil de la casa.
Al hacerlos jugar juntos, el dueño tiene que intervenir para que interactúen los dos a la vez
"Al hacerlos jugar juntos, el dueño tiene que intervenir con juguetes como lazos con cascabeles o pelotitas para que jueguen los dos a la vez con su amo", recomendó Chavez.
Y cuando llegue el momento en que se limpien y duerman juntos, ¡relax! Lo malo es que van a prescindir de la compañía de sus dueños y no se podrán despegar el uno del otro.