Metro ochenta o más, delgadas casi al extremo, piernas largas, caras inexpresivas. Durante décadas, la industria de la moda creó en ese estereotipo o prototipo, su ideal de perfección. No obstante, el efecto ya no es el mismo. La costumbre hizo que nadie se sorprenda ante modelos de esas características. ¿La solución? Apostar por una belleza fuera del libreto.
Winnie Harlow
En el colegio, la llamaron vaca, la llamaron cebra por sus manchas que se despliegan sobre su piel más oscura. Para Chantelle Brown-Young, más conocida como Winnie Harlow, el vitíligo, una enfermedad que le genera manchas por la ausencia de melamina, no fue impedimento para cumplir su sueño en la moda.
Las mismas manchas que la volvieron foco de burlas y acoso escolar la llevaron a destacarse en las pasarelas. Su breve paso por el reality America's Next Top Model en 2014, en el que fue eliminada apenas en la segunda ronda, acaparó el interés de marcas y editoriales.
La firma española Desigual sumó a Harlow para ser su modelo en la campaña otoño-invierno. Desde allí, su carrera se abrió como un abanico al punto de llegar a inaugurar el Madrid Fashion Week en 2016. Hace pocos días, la modelo sacudió las redes sociales con un desnudo y un mensaje contundente: "La verdadera diferencia no es mi piel. Es el hecho de que no busco mi belleza en la opinión de otros. Soy bella porque lo sé. ¡Celebrá tu belleza única hoy (y cada día)!"
Nastya Zhidkova
Sus comienzos, pese a sus jóvenes 20 años, están lejos de las pasarelas. Nastya Zhidkova empezó con el cosplay en su Moscú natal. Disfrutaba de disfrazarse de personajes de animé japoneses. Sin embargo, su singular belleza no pasaría desapercibida.
Pronto, la rusa llamaría la atención de las publicaciones de moda más prestigiosas. Su condición de albina le brinda un aspecto por más delicado. Combina sus ojos azules con un pelo blanco y piel a tono. Zhidkova se adentró de inmediato en la lista selecta de los diseñadores de alta costura. El rótulo que le adjudican habla por sí solo: "la albina más linda del mundo".
Moffy
En general, al estrabismo se lo suele ver como un defecto. Moffy, una modelo británica, no destaca por una figura alta y esbelta como los estereotipos de la moda determinan. O aparentemente determinaban porque, en realidad, la moda ya está cansada de la perfección. Moffy es bizca, pero logró transformarse en un icono del nuevo paradigma.
En 2013, revolucionó el mundo fashionista con su tapa en la revista The Pop. "Puede que sea bizca pero también tiene la palabra estrella escrita en todo su ser", la presentaba la publicación. En cada producción de fotos, en cada desfile, Moffy desafía los cánones de belleza imperantes. Se ríe de ellos. "Siempre fui una marginada, aunque una marginada con confianza", dice.
Masha Tyelna
Es ucraniana, tiene 27 años, mide un metro ochenta y cuenta con medidas ideales: 80-58-88. Hasta allí, todo normal. El clásico estereotipo de belleza con el que la moda se siente cómoda. Sin embargo, Masha Tyelna tiene un rasgo que la volvió única y que le valió el mote de "mujer pez": sus ojos azules inmensos y separados más de la cuenta.
En 2007, cuando apenas tenía 16 años, había salido de compras por el mercado local junto a su madre. Mientras caminaba, un agente la vio y quedó deslumbrado. Le imploró que se sumara a la agencia y ni ella ni su madre lo dudaron. A los pocos meses, ya debutaba en la pasarela. Luego le siguieron Dries Van Noten, Givenchy e Yves Saint y portadas en Vogue y Harper's Bazaar.
Molly Bair
"Gremlin", "rata", "duende", "Gollum", "alien". Los apodos que recibió Molly Bair fueron múltiples, pero siempre hirientes. Hoy se ríe de esos motes. Es que antes de llegar a la mayoría de edad, un agente la descubrió en un mercado de segunda mano de Nueva York. Sus orejas excesivamente grandes y separadas sumado a sus ojos rasgados la llevaron a ser conocida como "la modelo rata".
Con apenas de 19 años, la nacida en Filadelfia, lució su metro ochenta y cinco en desfiles para Dior, Giambattista Valli, Prada y Chanel. El contrato que la une con la agencia Elite le permitió trabajar en las pasarelas más codiciadas del mundo. Londres, Milán, Barcelona, París, entre otras. Ella ya dejó atrás las burlas de la infancia. "Pienso que la belleza real proviene de la singularidad. Ser feliz y estar seguro de uno mismo es genial", remarca.
Lindsey Wixson
Sus encías pronunciadas, sus dientes separados, sus paletas desproporcionadas, bien podrían ser vistos como defectos. No obstante, la moda está ávida de renovación, de caras nuevas, de belleza exótica. Por eso, Lindsey Wixon, de 23 años, nacida en Kansas, ya posó para la portada de Vogue Italia y fue contratada para abrir y cerrar, por caso, desfiles de Prada.
Al igual que en los casos anteriores, Wixson fue víctima de bullying en el colegio. Le decían que sus dientes bien podría ser un "estacionamiento". A los 12 le dijeron que su singular belleza la podía transformar en modelo. Lo dudó hasta que se topó con un artículo en Reader's Digest sobre Bill Gates y otros millonarios en el que remarcaban el valor de aprovechar las oportunidades. Junto a su familia, aceptó la propuesta. Sus padres, de condición humilde, pidieron un préstamo para conducir desde Kansas hasta Los Ángeles. Allí, la joven comenzó una breve pero prolífica carrera.
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