'Barbies prefabricadas'. Así se conoce a las participantes de los concursos de belleza, un paraíso de mujeres con artificios. Con una fuerte presencia en países latinoamericanos donde se jactan de tener 'a las mujeres más hermosas del mundo', pero para lograrlo deben pasar por el bisturí, una alimentación estricta y someterse a un entrenamiento rígido que muchas veces comienzan desde la infancia.
La estética es el fin. Altas, esbeltas, una melena voluminosa, sonrisa amplia, facciones angulosas, pechos erguidos, elegancia al caminar y un poco de inteligencia dentro de lo que se pueda. La mayoría son impulsadas por madres que buscan un mejor futuro para esta niñas, pero en el camino afrontan una serie de humillaciones, malos tratos y hasta sufrimientos.
To be a Miss, el nuevo documental dirigido por Edward Ellis, disponible en Netflix, expone cómo el culto al ideal de belleza venezolano obsesiona a todo un país. Cuenta la historia de tres jóvenes que sueñan con cambiar su vida a partir de su coronación. Bethania Dávila tiene 17 años y pasa una media de 5 horas al día en el gimnasio. Tres horas por la mañana y dos por la tarden, debido a que la organización la desafió a perder entre 8 y 10 kilos en dos meses para poder presentarse en los casting previos al certamen. "No me importa hacerme todas las cirugías plásticas que hagan falta ni adelgazar todo lo que me pidan si con eso logró ser Miss Venezuela", confesó a la cámara.
Estefanía Bernal, de 20 años, fue elegida como la nueva Miss Universo Argentina viajó a Filipinas para competir internacionalmente por el título, aunque no calificó, le contó a Infobae la trastienda de su preparación.
"Fueron varios meses intensos, que empecé antes del viaje. Yo tenía que lograr con mi cuerpo el trabajo de años de mis principales rivales como México, Colombia y Venezuela", confesó la modelo.
Para lograr la excelencia, Bernal, fue asistida por un 'entrenador de misses' -Harry Levy (mano derecha de Osmel Sousa, el creador venezolano de reinas). "Nos despertábamos temprano, íbamos al gimnasio con rutinas específicas para tonificar, y después continuamos con cursos de oratoria, maquillaje, y estilismo", detalló.
Los preparadores de misses les enseñaban a hablar, a moverse, a tener actitud sobre todo. Creerse ganadoras y representar a su país con orgullo y con simpatía. Sin embargo ahora se recurre a las cirugías estéticas para poder presentarse para competir.
"Vi chicas con implantes, reducción de abdomen, fundas en los dientes y hasta liposucción de mejillas. A mí sólo me aconsejaron rediseñar mi sonrisa y aclararme el pelo", explicó Bernal.
La Miss Argentina lo vivió como una experiencia positiva aunque vio la frustración y la exigencia desmesurada de sus rivales
En Argentina, aunque el culto a la delgadez y la belleza sigue siendo un mandato social femenino, los concursos no están tan arraigados a la cultura. En esta misma línea, Elena Roca, modelo jujeña que obtuvo el título en 2016 Miss Mundo Argentina- defensora del empoderamiento femenino- sueña con darles un marco jurídico a las competiciones: "Los otros certámenes sólo se fijan en lo físico y conozco muchas chicas que han sufrido maltrato", relató a Infobae.
"Yo no gané por mi belleza, sino por mi aporte a una causa social. Bajo esa línea, Roca incentiva a otras jóvenes a participar de este concurso que valora a la persona más allá de la cualidades físicas. "Ninguna mujer tiene límites, ni techo", explicó emocionada.
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