Las emociones implican una actividad orquestada. Cada emoción supone una cadena de procesos y funciones que funcionan al mismo tiempo como un bloque. Los circuitos cerebrales, los cambios orgánicos, fisiológicos y endocrinos, la postura corporal, las expresiones faciales y los pensamientos funcionan en conjunto.
"La emoción es algo que se puede poner voluntariamente en marcha y cuya expresión activa el sistema involuntario", explicó a Infobae la escritora y psicóloga Celia Antonini. "En las personas, el sistema emocional no está fragmentado sino que es unitario. No es posible, como hace algún tiempo pensaban los científicos, tener una gran expresividad y una respuesta fisiológica muy pequeña".
Según la experta, estas distintas partes del equipamiento que funcionan juntas, pueden ser modificadas para interrumpir ese sistema y, por lo tanto, una emoción. La falta de expresión de una emoción ayuda a mantener el control de la misma. "Podemos pensar y hasta escribir sobre algo que nos duele, pero estos procesos no manifiestan emoción y por lo tanto no nos desestabilizan. No manifestar abiertamente la emoción es el primer paso para poder controlarla y por el contrario, la libre expresión de la emoción la fortalece", puntualizó.
Aprender a controlar estas emociones es importante para poder pensar y actuar con claridad. "Hoy se sabe que, modificando la expresión facial, es la manera más fácil, más rápida y más directa de cambiar una emoción", destacó Antonini. "Una forma rápida de mantener el control es a través de los gestos, de la expresión facial del afecto. Por ejemplo: si una persona está tensa y deprimida y consigue respirar profundo y sonreír un poco se le irá pasando el tono emocional negativo que presenta. Lo mismo sucede con el enfado".
"Somos una unidad y debemos pensarnos y tratarnos como tal", insistió la experta. "Cada cambio que realizamos modifica otras áreas. Contamos con un doble camino para intensificar o reducir una emoción. Si expresamos libremente la emoción, intensificaremos aquello que estamos sintiendo y si eliminamos gestualmente su manifestación, reduciremos su intensidad". ¿En resumen? Sonreir y mantener una postura feliz puede ser la base para empezar a sentirnos verdaderamente bien.
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