El machismo puede definirse como una forma de relacionarse con el otro y abarca determinadas creencias y comportamientos por parte de quien lo ejerce. Las relaciones que este tipo de personas ejercen dejan al descubierto conductas que se basan en una relación de manejo de poder y desigualdades en distintos espacios.
Una persona machista no tolera que alguien piense distinto y suelen negarse a escuchar opiniones diferentes
Estas situaciones van desde una diferencia tanto en el ámbito laboral, como en el personal. Este modo de relacionarse con el otro no se restringe únicamente a los hombres, ya que las mujeres también suelen aplicarlo, a veces, sin darse cuenta a sus pares.
La psicóloga Beatriz Goldberg, especialista en crisis individuales, define a las mujeres como un "péndulo" que oscila de un lugar a otro: "En nuestra versión modesta nos creemos las caperucitas rojas engañadas por el lobo. Pero en una versión más osada nos convertimos en el lobo mismo. La mayoría tenemos un trasfondo machista, en mayor o en menor medida".
"El machismo es una ideología, una visión del mundo que está sostenida por ambos sexos. Mientras que para ellos resulta entendible y forma parte de una necesidad, para nosotras resulta difícil de explicar. La manera de tratarnos con menosprecio varía de acuerdo al tipo de tipología que se tenga, pero siempre terminamos cediéndoles el lugar protagónico", dijo.
En su libro No le tengo envidia a los hombres, Dr Freud, Goldberg creó una lista en la que enumera a los tipos de mujeres que aplican este concepto, ya sea de manera consciente o inconsciente.
El error de Caperucita: idealizar y engañarse
En el famoso cuento de Charles Perrault la "supuesta abuelita", que en realidad es el lobo, tiene un aspecto diferente al habitual, pero a pesar de que sus orejas son más grandes, tiene más pelos o garras afiladas, Caperucita no lo nota y muestra, a modo de moraleja, cómo funciona la idealización y el autoengaño.
"Ella tiene todos los elementos a la vista para hacerse una composición de lugar respecto de lo que sucede pero prefiere no saber. Si los hombres son, por definición, maravillosos y superiores tal como lo aprendió de niña en el credo machista, quién es ella para dudar de este animal disfrazado", explicó Goldberg.
Cenicienta y su afán por creer que derrotará a la maldad
Al igual que el prototipo anterior, una Cenicienta también es una persona ingenua, pero no tanto como la joven de la capa roja. Su machismo femenino le hace creer que los hombres son los que siempre consiguen todo porque ponen las cosas en su lugar.
De esta forma este "príncipe azul" llenará con su presencia el espacio afectivo que se encuentra carente y además será el encargado de poner todo su mundo en orden. Este tipo de mujer cree que con la ayuda de un hombre podrá cambiar su futuro y su pasado. Aunque Cenicienta no es la única princesa que genera este tipo de relación, también están Blancanieves y muchas más.
Las Ninfa y los trucos para lograr sus objetivos
Aquella que se encuentra dentro de esta tipología creen que la seducción es un arma de dominación y compiten en este terreno con el hombre. Muchos suelen decir que no existe mujer que se resista a que le digan lo hermosa y deseable que es.
Goldberg sostiene que halagan al hombre que tienen al lado para hacerlo sentir único, "le aseguran que es el más grande de los amantes y que sus hazañas amatorias no pueden ser igualadas por ningún otro".
El error de la Amazona: creer que puede devorar a los hombres hasta saciarse
Estas mujeres adoptan una actitud totalmente masculina y avanzan sobre el sexo opuesto sin pensarlo. La forma de emprender una conquista es la misma, pero existe una diferencia que provoca sufrimiento: cuando la relación termina se sienten decepcionadas y traicionadas.
A pesar de que su "intento de devorar" sea exitoso, cada vez que logran su cometido sexual y solo obtienen eso que iban a buscar inicialmente, se sienten dolidas ya que "inconscientemente esperaban algo más".
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