"La muerte antes que la deshonra". El nombre del estudio no necesita una acotación. Los dilemas morales interpelan a la filosofía, tanto teórica como de café, desde hace cientos y hasta miles de años. ¿Qué es preferible? ¿Que te señalen con el dedo, que la multitud te reproche un comportamiento o la libertad para actuar con total indiferencia respecto del qué dirán?
Tal preferencia intentó dilucidar un estudio de la Universidad de Florida publicado en Social Psychological and Personality Science. El equipo analizó datos de más de 150.000 participantes de 100 países que completaron la Encuesta Mundial de Valores.
En una de las pruebas, los investigadores interrogaron con cuatro consignas a los participantes. Todos los planteos tienen dos salidas, las dos negativas. Las disyuntivas ofrecen una opción de sometimiento, incluso de dolor físico y muerte, y otra de escarnio público.
Dilema 1
Opción a: pasar un año en la cárcel, pero no ser considerado un criminal desde tu liberación.
Opción b: no pasar un solo día en la cárcel, pero ser visto como un criminal toda la vida.
Dilema 2
Opción a: que te amputen tu mano hábil.
Opción b: tener una esvástica tatuada de por vida en la cara y no poder explicar nunca por qué lo hiciste.
Dilema 3
Opción a: morir ahora mismo.
Opción b: vivir hasta más de los 90 años, pero con una falsa fama de pedófilo.
Dilema 4
Opción a: morir ahora mismo y que tu círculo íntimo te recuerde con aprecio.
Opción b: vivir hasta los 90 años siendo querido y respetado, pero después de morir recibir una falsa fama de pedófilo.
En el primer dilema, el 40% de los participantes aseguró que preferiría pasar un año en la cárcel en vez de recibir una reputación de criminal de por vida. Sin embargo, en el dilema 2, la gran mayoría (el 70%) vio más conveniente la opción de perder la mano hábil que llevar tatuada la esvástica en la cara.
Con respecto a las últimas dos consignas, el 53% prefirió morir en el acto a ser considerado un pedófilo de por vida. En cambio, a muy pocos (30%) les importó recibir un rótulo negativo una vez muerto. El 70% eligió desandar una larga vida y que el daño colateral sea el destrato póstumo.
"Muchas personas, si no la mayoría, están dispuestas a hacer grandes sacrificios para proteger su reputación", explicó Andrew Vonasch a PsyPost. "Por suerte, por lo general organizamos nuestras vidas para no tener que hacer grandes sacrificios, pero nuestra investigación sugiere fuertemente que muchas personas lo harían si estuvieran obligadas".
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