Cuando Jude Sparks paseaba en el desierto de Las Cruces, Nueva México, Estados Unidos, se apartó de su familia. Trotó algunos metros hasta que un desnivel le hizo perder el equilibrio y caer. Terminó con una roca en sus narices. "Tropecé con parte del colmillo. Mi cara aterrizó junto a la mandíbula inferior. Miré más arriba y había otro colmillo", comentó.
Desde entonces, esbozaron las más variadas teorías; algunas disparatadas como la de su hermano, que dijo que habían encontrado una "vaca gorda y podrida". La verdad se reveló en las últimas horas cuando Peter Houde, biólogo de la Universidad Estatal de Nueva México lo analizó. En realidad, el descubrimiento del niño de 10 años se trataba de un stegomastodon, un mamífero perteneciente a la Era del Hielo que estiman tiene 1,2 millones de años de antigüedad.
Los restos sorprendieron a los investigadores por su notable estado de preservación. En el desierto, el joven se topó con una mandíbula enorme y dos piezas de colmillos. A los Sparks se les ocurrió llamar a Houde para que analizara la muestra después de haber visto un video del experto en Youtube hablando un fósil similar.
En mayo, la familia participó del desentierro del cráneo junto a estudiantes y profesores. Luego, se los trasladó al Museo de Vertebrados. "El elefante es probablemente uno de los más comunes entre los varios tipos de elefantes que habitaban en la zona. Pero, con todo, es muy raro. Puede ser el segundo cráneo más completo encontrado en Nuevo México", señaló Houde.
El stegomastodon es una versión prehistórica y más robusta del elefante actual. Su altura rondaba los 3 metros y pesaba alrededor de 6 toneladas. Los colmillos con los que se topó Jude medían 3 metros y medio. El biólogo aseguró que solo la mandíbula inferior analizada pesaba 54 kilos. El cráneo completo, casi una tonelada.
"La parte superior del cráneo es engañosa. Es principalmente hueca y la superficie del cráneo es tan fina como la cáscara de un huevo", detalló Houde. "Sabemos que estos fósiles existen aquí en el subsuelo, pero no suelen sobrevivir el proceso de erosión para llegar a la superficie. Se descomponen en pedacitos pequeños. Son realmente muy, muy frágiles", agregó.
Tal fragilidad requirió de un proceso minucioso una vez separados de la tierra. Los restos pasaron por un baño de endurecedores químicos, por fluidos que hacen las veces de plástico y contribuyen a la preservación de los huesos. Los investigadores enfatizaron en que el estudio y la reconstrucción del cráneo llevará años, pero que, de igual modo, el fósil será exhibido mientras tanto.
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