La camiseta roja y negra a mitades le queda grande: casi hasta las rodillas. Pero chica cuando, a velocidad rara vez vista, gambetea a chicos más grandes y, a veces, por partido… llega a meter nueve, diez, once goles. Sin dejar de reírse. Porque tiene apenas 9 años, pero ya sabe que ese jueguito se inventó para él. Como dijo a los 6 años el cubano José Raúl Capablanca, acaso el mayor ajedrecista de su tiempo y de otros tiempos, cuando les ganó a su padre y a su tío, avezados señores de los trebejos.
Y sigue teniendo nueve años ese día del 96 cuando su amigo Lucas Scaglia, compañero de las inferiores, y su prima Antonela, rosarina también, de 8 años, morena (le dicen, hasta hoy, La Negra), empiezan a jugar a orillas del río…
Lío –así abrevian siempre– la mira de un modo especial. Aunque no lo sepa, de enamorado.
Pero no se anima a hablarle: la timidez, el recato, el pensar más que hablar, lo acompañarán toda la vida. Sin embargo encuentra el modo. Le escribe cartas. Que terminan más o menos así: "Algún día vas a ser mi novia".
Los dos crecen. Él parte a Barcelona, al Barça, a uno de los clubes de fútbol casi mitológicos. El tratamiento hormonal lo lleva a su altura y a sus músculos de hoy.
El primer día de mayo de 2005, a los 18 años, debuta contra el Albacete. Le anulan un gol. Pero en el minuto 91 marca otro con su sello: la pica sobre la cabeza del arquero.
Pero ella, Antonela Roccuzzo, hija de José y de Patricia Blanco, no está. Piensa en su futuro. Puede elegir: tiene tiempo y dinero. Sus padres son dueños de la cadena de supermercados "Único", que empezó como despensa de barrio.
Segunda de las tres hijas del matrimonio (las otras son Paula y Carla), intenta estudiar Odontología, se aburre, empieza Comunicación Social en el Centro Educativo Latinoamericano, no se apasiona, y encuentra –sí– el costado deportivo: pasa seis años, tres veces por semana, cinco horas por día, entrenándose en gimnasia deportiva (¿como secreta unión con Lío?) en el club Gimnasia y Esgrima.
Disciplina que no es ajena, y tal vez decisiva, a la perfección de su cuerpo, que asombró desde aquellas primeras fotos de unas vacaciones en el Mediterráneo, ya mujer de Lío y madre de Thiago Messi, el primer hijo.
¿Siempre juntos, desde aquellos juegos en la ribera? No. Hasta el año 2000, hasta los 13 años de él y los 12 de ella, fueron incipientes novios.
Como Lío le prometió en aquellas cartas. Pero en el año del cambio de siglo, cuando Jorge Messi, su padre, decide el gran paso: España, Barcelona, el tratamiento para crecer, el Barça, la fusión nacida en la niñez se interrumpe. Necesariamente… Porque hay diez mil quinientos kilómetros de distancia entre el puerto de Rosario y el de Barcelona. Catorce horas de avión. Un naipe perdedor. Para el olvido…
Pero una tragedia vuelve a unirlos. La mejor amiga de Antonela muere a sus 17 años en un accidente: la mata un conductor borracho. Messi se entera y vuela a Rosario. Reencuentro triste, pero reencuentro al fin. Ese instante de dolor completa la historia y la fantasía –o la convicción– del niño tímido que le escribía cartas a la que sería, sí o sí, obstinadamente, su novia.
Ella olvida a alguien con quien empezó a salir después de la partida de Lío.
A solas, lejos de testigos y sus ojos y oídos, pactan seguir la relación. Deciden su futuro. Pero juran también mantenerla en secreto…
Tiempo después, las amigas de Antonela confiesan que ella admitió su noviazgo con Messi el 20 de julio de 2007. ¡Qué precisión! Fue en la quinta de los Roccuzzo en Roldán, sur de Rosario. Sin embargo, la confirmación para los medios llegaría casi dos años después –poco antes del mundial Sudáfrica 2010– cuando ella viajó por primera vez a Barcelona y se instaló en la casa de Lío: una mansión de cuatro plantas, costera (para no olvidar el Paraná…), en Castelldefels. Antonela, con una rutina: acompañarlo, esperar la visita de sus padres, estudiar inglés –profe particular–, y no abandonar el gimnasio.
El telón de silencio empieza a levantarse…
El 26 de enero de 2009, en el programa "Hat Trick Barça" de la tevé de Catalunya, un periodista le pregunta a Messi:
–¿Tienes novia?
–Sí, tengo novia.
El periodista insiste:
–¿Tienes novia? –esperando un nombre.
Pero Lío, cuando quiere, es inconmovible.
–Sí, está en la Argentina. La verdad es que estoy bien y estoy tranquilo.
¡Pelota afuera!
Pero al mismo tiempo, confesión a medias. Novios oficiales. Considerando la niñez, novios de antaño, como se titula un delicioso libro de María Elena Walsh.
Junio 2, año 2012. Messi, jugando para el seleccionado celeste y blanco, festeja su gol a Ecuador en la cancha de River. Uno del contundente 4 a 0. Y al final del partido, la sorpresa:
–Antonella está embarazada.
¡Messi padre! Las dos palabras dan varias veces la vuelta al mundo. Y el 2 de noviembre llega al mundo Thiago, el primogénito. Hoy, de 4 años…Como no podía ser de otra manera, la noticia y el gol llegaron juntos. Igual que en la temporada europea 2014-2015. Messi, ganador de la triple corona (Copa del Rey, Champions, Liga), goleador absoluto –¡43!–, e inevitable Balón de Oro, escribe y refuerza con foto, en Facebook, que Antonella espera otro hijo. Mateo nace el 11 de septiembre de 2015.
Y bien. Lo que empezó con dos niños jugando en una playa culminará en matrimonio, luego de una década de unión y dos hijos, en su tierra original. Será el viernes 30. En en el hotel Pullman Rosario City y con fiesta para 250 almas.
Por fin, familia-familia. Pero Antonela sigue fiel al silencio pactado con Lío. Por supuesto, es una de las mujeres más buscadas por el periodismo: nada menos que la compañera de toda la vida del mejor jugador y el más caro de la historia moderna del fútbol. De la era post Maradona…
Pero nunca acepta. Belleza plena, perfil bajísimo. Salvo las fotos en el yate y en el mar azul. Las fotos que capturaron y capturan todos los medios: los del corazón, y los otros…
En cuanto a la vida cotidiana, será madre, será hija –su familia viaja a verla muy seguido–, se ocupará de la escuela de los niños, de sus vacunas, y se alarmará ante una línea de fiebre. Sólo rompió el cerco –pero no el silencio– con un nuevo rol: empresaria. Con Sofía Balbi, la mujer del mortífero goleador uruguayo Luis Suárez, el mejor amigo de Messi dentro y fuera del Barça, abrieron la primera sucursal argentina de los zapatos Ricky Sarkany.
Así como el niño Lío no se animaba a hablarle, pero le auguraba por escrito una vida juntos, la dama Antonela parece respetar ese código inicial de su larga, firme, mediática a la fuerza pero sin entregarse al loco tam tam de la selva de la fama… historia de amor.
Quien crea en el Destino, que apueste. Quien crea en el azar, que apueste. Pero ganará quien apueste sólo al amor. Como ellos dos.
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