Ante la pregunta: "¿Querés cambiar de puerta o mantenés la que elegiste?", la mayoría pensaría que existen 50% de probabilidades en las dos alternativas restantes -en este caso, en la puerta 1 y en la 3- y por ello se aferran a su decisión inicial. Sin embargo, no es así.
Una vez elegida la puerta 1, la posibilidad de ganar es de un 1/3. Es decir, existen 2/3 de chances de perder, pero cuando el conductor abre la puerta 2 sin nada detrás de sí, la número 3 concentra esos 2/3, mientras que la número 1 conserva 1/3.
En conclusión, la matemática respalda la decisión de cambiar de puerta ante la pregunta en vez de quedarse con la elegida anteriormente. Más allá de la fría cuestión probabilística, es probable que el cerebro se aferre a la primera alternativa por los condicionamientos inconscientes del azar. De allí que las palomas lograran una mejor performance que los humanos en el juego.