La generación Millennial -conformada por jóvenes que hoy tienen entre 25 y 35 de edad- representa el 30 por ciento de la población de América Latina y se espera que en tan solo una década constituya el 74 por ciento de la población económicamente activa a nivel mundial.
Si hay algo que puede caracterizar a todos estos jóvenes es que adecúan al máximo su vida y sus costumbres en función de sus gustos y necesidades personales. Por ejemplo, para un millennial, comer no es sólo alimentarse, sino que es toda una experiencia de disfrute y descubrimiento en sí misma, que incluso responde a una estética y es compartida en redes sociales. Salir a comer, cocinar, comprar alimentos y compartirlo con amigos y conocidos es entendido por ellos como un entretenimiento.
Según un estudio realizado por la agencia de investigación de mercado La Punta del Ovillo, 8 de cada 10 millennials encuestados coinciden en que si bien la sopa es un plato tradicional, cuando combina colores y sabores se convierte en un plato moderno y, según su perspectiva, "tiene onda".
De acuerdo a los resultados, el 70% de los jóvenes afirma que a la hora de comer lo más importante es que un plato sea sabroso y un 60% destaca que debe ser nutritivo, cualidades que la sopa, por incorporar varios alimentos, reúne. Por otra parte, un 97% de los encuestados la elije durante el invierno – siendo el segundo alimento más consumido en los meses de frío, después de las pastas- y un 81% la incorpora en su menú durante el verano.
Las razones del alto consumo de sopa entre los millennials están relacionadas con sus cualidades. Los jóvenes reconocen múltiples aspectos positivos en este plato: el calor que brinda en los meses de frío, el hecho de que es una opción saludable de incorporar vegetales, su sabor y su practicidad a la hora de ser preparada.
Sin embargo, a pesar de ser un platillo típico del invierno, el 80% de los encuestados dijo consumirla también en verano y prefieren tomarla en restaurantes, preferentemente de entrada. Incluso eso tiene que ver con que los jóvenes gustan de compartir la experiencia en redes y consideran un aspecto importante darle modernidad a un plato de sopa a través de la manera en que se presenta, utilizando vajilla diferente y experimentando con formatos y tamaños.
Como una de las cualidades que destacan los millennials en su consumo es la personalización, los jóvenes ven en la sopa una oportunidad de innovar. A las sopas tradicionales de verduras y fideos, los millennials hoy añaden otros toppings. Los más destacados fueron: queso, condimentos, especias, pan tostado y semillas. Los más osados incluso se animan a experimentar con jamón, panceta y vino.
Fácil de customizar en función de los gustos personales de cada comensal, la sopa se presta también a ser diseñada en función de las diferentes necesidades nutricionales. Es un buen aliado ante la necesidad de reducir la ingesta de calorías, como sucede en todo plan alimentario que apunta al descenso de peso. Un buen plato de sopa es el mejor comienzo para todas las comidas porque permite complementar con el plato principal, siendo una opción rica, nutritiva, que sacia e hidrata.
Sea en el almuerzo, como snack o en la cena, la sopa es un plato para todos los días y apropiado para cualquier momento. "Las sopas permiten reunir en un solo plato distintos alimentos. Mientras más creativamente se la elabore o más alimentos la integren contribuirá al logro de uno de los conceptos básicos de la alimentación, que es que sea variada, lo que a su vez facilita la satisfacción de los requerimientos nutricionales", explicó la nutricionista Alejandra Luchetti (MN1.317).
Por otro lado, para los millennials conocer el origen de los ingredientes que forman parte de los platos que llevan a su mesa está en sintonía con muchos de sus intereses, que van desde una mayor conciencia sobre la importancia de los alimentos y la preferencia de que sean naturales. De ahí que destaquen su valor nutricional.
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