A medida que aumenta la edad de una persona aparecen los síntomas inexorables de la vejez. La calidad de vida se ve deteriorada por el inevitable envejecimiento y sus consecuencias se hacen cada vez más frecuentes. Enfermedades, reducción de la movilidad, dolores articulares. Esa condición de trayecto ineludible es lo que alimenta lo intriga e inspira el deseo de la comunidad científica para abocarse a profundos análisis e investigaciones en pos de hallar la clave para extender el promedio de existencia saludable.
Muchas investigaciones tomaron como basamento a la alimentación. Sostienen que la razón está en los modos nutricionales. Explican, por ejemplo, como Japón volvió a batir el récord mundial –según la Organización Mundial de la Salud– de personas con más de 100 años en su población. Una dieta sana y equilibrada, siempre se supo, mejora la salud de una persona. Aumenta su expectativa de vida y, acompañado con ejercicio físico regular, revitaliza. Sin embargo, esto lejos está de los hábitos que siguen los habitantes de Creta.
Un nuevo estudio se centró en las costumbres Zoniana y Anogia, pueblos del municipio de Mylopotamos que prácticamente están escondidos en las cumbres de la isla de Grecia, ubicados junto a la montaña de Psiloritis o Idis, a 1.000 de altura. Allí, se encontraron con pobladores -con aproximadamente mil y dos mil habitantes, respectivamente- que llevan una vida larga y saludable a pesar que siguen una dieta rica en grasa animal y comen mucho queso.
Específicamente, se trata de aldeas aisladas de las montañas del norte de Creta, que no miden sus consumos y los platos típicos incluyen un alto contenido de grasas saturadas. El tipo de rutina alimentaria que prefieren los aldeanos derivaría, en teoría, en distintas complicaciones médicas, incrementando el nivel de colesterol y llevando a sufrir cardiopatías y derrames. Aún así, no padecen enfermedades cardiovasculares. El caso atípico llamó la atención de expertos del Wellcome Trust Sanger Institute, que pusieron en marcha la investigación.
En un artículo publicado en la revista Nature Communications, los investigadores revelaron la razón de esta misteriosa situación. La respuesta está en el ADN. Descubrieron que los habitantes de esta zona comparten una misma variedad genética que les protege el corazón manteniendo bajos los niveles de colesterol y grasas "malas". En la profunda evaluación, el único aspecto negativo a nivel orgánico que mostraron los examinados fue la disposición a padecer diabetes de tipo 2, alcanzando la misma incidencia que la población general del país europeo.
Del estudio participaron 250 oriundos de Zoniana y Anogia, a los que les tomaron muestras de sangre, extrajeron el ADN y analizaron la cadena de 3.000 millones de letras que conforma el genoma humano. Esta variedad genética con cualidades protectoras es casi única en el globo, ya que los especialistas afirmaron que entre los miles de evaluados provenientes de otros países, solo se halló un caso de un individuo italiano.
El hallazgo es considerado de suma importancia. A partir de esta información creen que se podrá estimar las variantes genéticas que influyen en el desencadenamiento de enfermedades complejas, como las cardiopatías. Igualmente, sostienen que primero deben determinar el origen de esta variante genética que predomina en los pobladores: discernir si se debe al estilo de vida de los vecinos, al ambiente en el que viven o si fue heredara de una generación a otra.
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