Es panzón, tiene poco pelo, entradas prominentes, barba desprolija, gesto serio detrás de sus anteojos de sol redondeados. No finge, no está en pose permanente. Michel Gaubert no responde al estereotipo de belleza que propone la industria de la que es una de sus personalidades ilustres. En realidad, hace todo lo posible para distanciarse de esos cánones.
Tenía solo 17 años cuando era uno de los encargados de musicalizar Le Palace en Paris, la discoteca que reunía al público más pretencioso y esnob de los '80. En una de las tantas noches, Gaubert conoció al diseñador Karl Lagerferd, habitué del club, que le pidió su consejo. Quería saber qué música debía pasar en sus desfiles.
Por entonces, Gaubert era un joven coleccionista de vinilos que importaba discos para Champ Disques, una reconocida tienda parisina, a la vez que se las ingeniaba con las remezclas de los sonidos. Las charlas melómanas entre DJ y modisto se sucedieron hasta que se volvieron compinches por la devoción de ambos por la música. Entonces la propuesta llegó: Lagerfeld lo quería como su DJ estelar.
Más allá de su volatilidad a la hora de cambiar modelos, musos y estilos, Lagerfeld se mantuvo constante con Gaubert y, con el correr de los años, pasó a definirlo como un "estilista del sonido".
Gaubert, la música y la moda. Una combinación impensada cuando se considera su forma de ser, su forma de pensar. Hace 20 años que musicaliza todos los desfiles de Chanel. También lo llamaron de Louis Vuitton, Balenciaga, Viktor & Rolf, Dior, Óscar de la Renta, entre muchas otras marcas de lujo. La prestigiosa web Business of Fashion lo puso en reiteradas ocasiones como una de las 500 personalidades más influyentes de la industria; el único DJ en integrar el selecto grupo.
"Como diseñador de sonidos, me interesa más la música en tanto que crea un estado de ánimo o subraya una imagen, más que como algo capaz de hacer a la gente bailar. La música da pistas del concepto de una colección", le explicó en una de sus pocas apariciones públicas a la revista Interview.
Lejos de los flashes y la parafernalia fashionista, su talento lo volvió imprescindible. Cada vez que una marca anuncia su presencia es símbolo de que juega en las grandes ligas. Con 56 años, ocupa su front row y hace gala de su destreza ecléctica. Hip-hop- música electrónica, rock en su colección de más de 80 mil discos y 400 mil pistas digitales en su MacBook Pro. Mezcla los sonidos con voces reales. Todo sea para lograr la atmósfera ideal.
Hace muchos años, dejó los vicios, la droga y el alcohol. No hace declaraciones rutilantes en sus escasas intervenciones mediáticas. "Todo lo que veo es en su mayoría alfombra roja con celebridades llevando ropa imposible, la gente pasa por encima, se parecen a los árboles de Navidad, creo que les falta un poco de simplicidad, la vida no es tan complicada como esa", le dijo una vez a VICE.
Su función más inolvidable, quizás, transcurrió durante la presentación de la colección primavera-verano 2011 de Chanel. Gaubert estuvo a cargo de una orquesta sinfónica con más de 80 músicos que rompió con los parámetros autoimpuestos de la música en los desfiles.
Gaubert parece observar el circo fashionista desde afuera, como si no perteneciera a él. Cada foto suya en su cuenta de Instagram es una declaración de principios. En la red social que hace culto de la imagen, casi nunca postea una foto propia. En la mayoría de los casos, deja mensajes irónicos sobre el mundo que lo rodea.
"La fama no arruina la música", opinó. "La fama arruina a la gente. A todas esas chicas y bandas". Él no se dejó cooptar por los mandatos imperantes. Es todo lo que reclama el mundo de la moda, pero exactamente al revés.
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