El rock hecho circo. La gran fábrica de sueños conmemoró una era. Ambientó un mundo de magia, surcó un puente creativo entre la más maravillosa música y la química teatral, montó una ceremonia pagana enclaustrada bajo un manto crepuscular liberada a la danza de un sonido hipnotizante. "Sép7imo Día" es una expresión artística -reveladora y suprema- de la fuente inagotable de Soda Stéreo. Con cimientos anclados en la melancolía y el homenaje, Cirque du Soleil baña los sentidos con una interpretación orgásmica del grupo argentino que hizo del rock un culto.
El apellido del espectáculo es una declaración de principios: "No descansaré" remite a la eternidad y a la permanencia indeleble de Gustavo Cerati en la rúbrica cultural de Argentina, con proyección sudamericana. Es un montaje armonioso que formaliza el maridaje perfecto entre la música y el circo: la revelación de que las artes tienen fronteras difusas. El show consigue un balance depurado que evidencia más similitudes que discrepancias. Zeta Bosio lo dijo: "El Rock & Roll siempre fue circo, juegos para mejorar nuestra realidad".
La efervescencia, la danza afrodisíaca del cuerpo venció a la exuberancia física del espectáculo para no sacrificar diseño artesanal ni aplacar los acordes de la banda sonora. El sello de garantía lo imprime la célebre compañía canadiense, autora de éxitos reversionados de Los Beatles y Michael Jackson: es su primera adaptación de una obra hispana. Cirque de Soleil encontró en el repertorio de Soda Stéreo piezas no perecederas, atemporales y antológicas. Y las transformó en emociones multisensoriales, un golpe sinestésico al corazón y a los sentidos.
"Persiana americana", "Sobredosis de TV", "Signos", "Un Millón de Años Luz", "En el séptimo día", "De música ligera", la voz y el sonido de íconos de la música conviven en una ensoñación espasmódica, dentro del vaivén entre lo que se escucha y lo que se ve. Payasos, trapecistas y malabaristas saltan, juegan y se divierten en un mundo surreal. El contenido visual se completa con referencias a la estética ochentosa y guiños a la historia de la banda: pelos batidos de los años mozos, flores y más flores, el azul de la guitarra Jackson de Cerati multiplicado en cada rincón, ventiladores de la gira Me Verás Volver del 2007, la portada de Dynamo, una sirena danzando en la pecera durante la canción "Hombre al agua", el contorsionismo de una artista en la la Floralis Genérica de la Avenida Alcorta para el tema "En remolinos", fogones digitales en medio del Movistar Zoom Zone donde los presentes se estremecieron -sentados en el piso- para cantar "Té para tres".
Son 35 acróbatas, 43 artistas, 13 creativos y 20 containers para transportar toda la parafernalia del show. Se presentarán 74 veces en el mítico Luna Park de la capital argentina. Viajarán luego a Perú, Chile, Colombia, México y Estados Unidos en una gira que se extenderá hasta 2018. Entre el monstruoso despliegue, tres argentinos, los anfitriones encargados de explicarles a todo el Cirque du Soleil -una compañía trasnacional, con 14 nacionalidades- el qué y el porqué del público local.
Son Guillermo Toto Castiñeiras, un reconocido clown con trayectoria de doce años en la compañía, Nicolás Busso, gimnasta artístico experto en Calistenia y Tumbling, y Florencia Aracama, gimnasta rítmica especialista en Manipulación. Toto es el más viejo del grupo, el personaje cómico central del show y en su participación en "Sobredosis de TV" se gana la ovación del auditorio. Nicolás y Florencia son, además, novios. "Todos los días tenemos un recital de rock diferente", dijo ella. "Soy súper fan de Soda. Para mí es un montón ésto", dijo él, también en exclusiva con Infobae.
Florencia tiene diferentes interpretaciones en el show, pero básicamente es "la femme soler, la que trae luz al planeta de Soda Stereo". Nicolás hace un número "de calistenia en la 'Ciudad de la Furia', y en 'De música ligera' hago tumbling y cosas de piso". Juntos intentan explicarles a sus compañeros la reacción y la pasión de la gente al cantar, saltar, aplaudir y llorar. Porque Soda Stéreo es eso: un mezcla de emociones, el recuerdo eternizado, el rock y el circo, la "Soda Ficción".
Sean McKeown, director del Cirque du Soleil, repitió con Soda el éxito que había tenido con la música de The Beatles en el espectáculo Love en Las Vegas. La idea es ejecutar "lo que podría haber sucedido" si Gustavo Cerati viviera. "Esta fue la oportunidad de tomar la música de Soda y ver qué 'podría haber sucedido con ella'. Entonces mucha de la inspiración vino de la lírica, de la imaginación de su trabajo. La audiencia puede venir a ver todos los elementos de Soda tal cual como eran, a escuchar su música, pero también a apreciar este fantástico mundo que reimagina qué podría haber pasado después", calificó en diálogo con Infobae. "Es muy diferente que otros shows porque estás muy conectado con el público, nos metemos entre la multitud y es una sensación extraordinaria. Amo estar en un espectáculo como éste", agregó Kasper Moller, un acróbata danés de 22 años especialista en Tumbling.
"Sép7timo Día – No descansaré" es el recuerdo y la nostalgia maquillada con lentejuelas, brillantina, fluor, trucos, fantasía e ilusiones. Lleno de vibra, celebración y sensualidad. Simula un viaje cargado de vientos policromáticos y psicodélicos hacia un tiempo que podría haber sucedido. Cirque du Soleil devuelve a la eternidad a Soda Stereo, el equilibrio justo entre rock y circo.
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