Hace pocos días, se publicó un estudio que fue tajante. En la actualidad, las parejas tienen menos sexo que en el pasado reciente. En 1994, se estimaba que los adultos norteamericanos tenían un promedio de 62 encuentros sexuales por año. 20 años después, en 2004, el número bajó a 53 veces. Las cifras cayeron en todos los grupos etarios, de género, razas y estatus social.
Una nueva investigación coordinada por la Universidad Estatal de Oregon se propuso indagar en la relación entre la frecuencia con la que una persona tenía sexo y su rendimiento en su respectivo trabajo. Intuían que la dificultad para concentrarse, la desmotivación por realizar una tarea específica iba de la mano con una vida sexual reducida.
Para ello, siguieron durante el transcurso de dos semanas a los 159 empleados casados de un pequeño estudio. El equipo de investigación pidió a los participantes que completaran dos breves encuestas cada día vinculadas a la intimidad de la pareja y al estado de ánimo que presentaban.
Los resultados, publicados en Journal of Management, reflejaron que aquellos participantes que aseguraban tener más sexo en el hogar también reportaron mejores estados de ánimo las mañanas siguientes. Esos niveles altos de humor, además, se vincularon con un mayor compromiso en el trabajo y una mayor satisfacción por realizar las tareas respectivas.
Los efectivos positivos del sexo, al parecer, duran 24 horas y son "igualmente fuertes" tanto para hombres como para mujeres. Incluso, los investigadores después consideraron la calidad del sueño de los empleados -un índice habitual que influye en el estado de ánimo- y allí también los beneficios del sexo estaban presentes.
El estudio observó que tales efectos positivos emergen porque el sexo desencadena la liberación de dos hormonas clave: la dopamina y la oxitocina que implican un "natural y relativamente automático ascenso del humor".
"Hacemos chistes sobre la vida sexual de las personas, pero resulta que es algo cierto y por lo tanto deberíamos prestarle más atención", sostuvo Keith Leavitt, coautor de la investigación. "Esto no hace más que recordar que el sexo tiene beneficios sociales, emocionales y fisiológicos, y que es importante convertirlo en una prioridad. Hay que buscar tiempo para el sexo".
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