La movilidad por la ciudad puede transformarse en un drama. Los autos, las motos, los camiones, los colectivos, por un lado. Los transeúntes apurados, ansiosos de llegar a destino, sin tiempo para detenerse a ayudar, por otro. En el medio, los discapacitados móviles, quienes deben afrontar día a día, en sus sillas de ruedas, las inclemencias que se les pone por delante.
La solución o el facilitador: las rampas. Tan necesarias, tan imperiosas. La Ley de Accesibilidad de la Ciudad de Buenos Aires así lo estipula: debe haber una rampa por cada esquina, ajustada a las condiciones que la norma específica. Pequeños arreglos arquitectónicos que mejoran la calidad de vida de muchas personas. La tortura, entonces, le da espacio al alivio.
Para solicitar la construcción o reparación de las rampas de acceso en las veredas de la Ciudad se debe realizar un trámite sencillo y rápido. Hay dos maneras. En primer lugar, comunicarse con el Ente de Mantenimiento Urbano Integral (EMUI) al teléfono 4931-2110/0027.
Se debe consignar número de DNI, teléfono desde el que se llama y domicilio, y dirección con la altura exacta de la esquina en donde se solicita la rampa. En caso de hacer el pedido en persona en la Comuna, hay que presentar el documento nacional de identidad. Una vez terminado, se otorgará un número de solicitud a modo de comprobante para poder seguir su implementación.
Por otro lado, también se puede realizar el trámite online a través de la página web del gobierno de la Ciudad. En la respectiva solicitud, también se piden los datos personales y la información relativa a la ubicación donde el usuario pretende que se construya una rampa. Además, está la opción de agregar información adicional en caso de querer hacer alguna aclaración.
Rampas en los edificios
Desde 2006, en los edificios porteños dejó de ser una quimera la construcción de una rampa. Antes todos los vecinos del inmueble debían ponerse de acuerdo. Todos, por unanimidad. A partir de la disposición, basta con que la mayoría simple de los dueños de departamentos estén de acuerdo para conseguir la aprobación.
El ingreso a un edificio puede convertirse en una profunda molestia. Facilitar el acceso a las personas con discapacidad también implica mejoramiento en la calidad de vida. Desde que el consenso dejó de de ser obligatorio, la realidad está más cerca de garantizar, como lo estipula la ley porteña 962, la accesibilidad física para todos, a través de las rampas y desniveles correspondientes.
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