La casa de Jeff Sandefer hospeda una docena de filas de carpas blancas. Concede periódicamente el establecimiento para que comerciantes, vendedores, emprendedores vendan sus productos manufacturados. La feria itinerante despliega una oferta variopinta: golosinas caseras para mascotas, softwares de seguridad, productos de panadería sin gluten, artículos de papelería, lentes de realidad virtual fabricados en madera. La curiosidad, sin embargo, no radica en la pluralidad de mercancías, sino en quienes las comercializan: niños entre cinco y quince años.
Resulta que Jeff Sandefer, un multimillonario petrolero texano de 56 años, no solo es el dueño del mercado temporario: es profesor. En 2002, abandonó la Universidad de Texas por controversias con el programa de estudios. Pero en su última clase sembró un paradigma. Conservó su orientación pedagógica, extrajo sus ideas y visiones, inspiró la confianza de una entusiasta camada de 130 estudiantes y fundó la Escuela de Negocios Acton –"Acton School of Business"–, que inspiró años más tarde la Academia Acton –"Acton Academy"–, en honor a Lord Acton, un erudito del siglo XIX autor de la célebre frase "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente".
La Feria de Negocios de los Niños de Acton -"the Acton Children's Business Faires"- es otro derivado de su propuesta de educación alternativa y renovadora. Sin más publicidad que el tradicional e inagotable "boca a boca", se montaron 110 puestos, administrados por 230 comerciantes juniors, con una estimación de participación cercana a los 2.500 clientes. En 2016 se afiliaron 17 mercados similares en todo Estados Unidos. Los pronósticos para este año ascienden a 50. El alcance de la filosofía Acton prospera.
El emprendimiento es la pedagogía. Un incipiente movimiento que propone educar a los niños bajo los preceptos de la iniciativa empresarial está reseteando la enseñanza ancestral en Norteamérica. "Para 2020, el 40% de los puestos de trabajo serán empresariales. Sin embargo, tenemos un sistema educativo que no prepara a los niños para un mundo así", consideró Craig Shapiro, director del colegio David Crockett High School y responsable del programa Student Inc., un programa académica para alentar el emprendimiento desde los niveles iniciales. Su teoría, de manifiesto: "La idea de que tu trabajo vaya para IBM -ejemplifica- durante 30 años para luego obtener una pensión mínima es anticuada".
Shapiro recurrió a un caso hipotético para incentivar la reflexión: "Te doy dos niños. Uno se gradúa con las mejores notas, tiene mucho conocimiento y sabe cómo sacarse una A en una evaluación-dice-. El otro ha construido un negocio e incluso, tal vez, quebró, pero supo cómo salir, practicó, hizo un par de pasantías y ahora cuenta con una red de negocios cada vez más amplia. Usted es un empleador. ¿Cuál quisiera contratar?".
Jeff Sandefer y Craig Shapiro piensan en Mark Zuckerberg y Elon Musk. Fomentan la creación de jóvenes innovadores desde el gen de una educación no tradicional. El cambio paradigmático reflexiona sobre sus efectos. ¿Puede enseñar el espíritu emprendedor?¿Puede el espíritu emprendedor ser aprendido? El conocimiento del negocio no es el punto, jura Sandefer. Lo que importa es el proceso de aprendizaje.
Los estudiantes estudian para analizar el escenario económico. Para su proyecto empresarial, deben saber calcular y evaluar la ecuación costos-beneficios, la cantidad de material necesario, el diseño del producto, su utilidad, definir cómo empacarlo y cómo venderlo. En el proceso practican matemática, arte, motivación, pensamiento crítico y a desenvolverse en público. Sandefer reconoció qué lo estimula en un artículo publicado en Magazine Inc: "Queremos que simplemente los niños nos digan 'vendí algo e hice un poco de dinero, fue divertido y quiero intentarlo de nuevo'. Esa es la chispa que lleva a todo lo demás".
Hoy hay 25 Academias Acton repartidas por ciudades de todo el mundo, incluyendo Kuala Lumpur, Ontario, San Salvador, Tegucigalpa y Londres. Este año se abrirán otras 26. Abarcan desde la educación elemental hasta un posgrado en MBA (Master of Business Administration). Su sistema se dedica a desarrollar al individuo. No negocia tres pilares académicos: lectura, escritura y matemática. Inculca desde niño el hábito de leer. No hay maestros ni clases, hay facilitadores y un proceso. No hay deberes ni tarea para el hogar, "la tarea es vivir", dicen. No hay graduación, el alumno se irá cuando se sienta realizado. No hay exámenes ni calificaciones, hay dedicación y esfuerzo común, hay disciplina en la libertad de no desear quedarse relegado en la escalera del progreso.
Combina tres métodos educativos: el sistema Montessori, el diálogo socrático y el "project based learning", el aprendizaje basado en proyectos. La filosofía Acton prioriza tres consignas: aprender a ser, aprender haciendo y aprender a conocer. Es menester que el niño entienda quién es, qué le gusta, qué quiere hacer y cómo quiere ser, para que construya hábitos y desarrolle criterios para la toma de decisiones. Pondera los parámetros prácticos de la educación. Las academias de Acton no buscan que sus alumnos conozcan las partes de una bicicleta y entiendan la teoría de cómo funciona: tienen que subirse y andar. Quieren formar "héroes". Daniel, facilitador de la escuela de Acton en Guatemala, intentó resumir el concepto: "La pregunta no es: ¿eres genio?, sino ¿en qué eres genio?".
Orienta su programa educativo a forjar una comunidad de estudiantes con compromisos serios, voluntades genuinas y responsabilidades auténticas. Recupera el pensamiento crítico y el carácter forjador. Se basa en el aprendizaje experimental, en la simulación y el estudio de miles de casos de negocios. Subraya y se enorgullece de haber fundado una "educación disruptiva". Invita a "lanzar el viaje de tu héroe" para -recurso trillado pero legítimo- "cambiar el mundo". Como Mark Zuckerberg con Facebook y Elon Musk con Tesla, por ejemplo.
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