Se termina el periodo vacacional y arranca la rutina que se repetirá a los largo del año. Para los grandes, el regreso al trabajo; para los menores, el reencuentro con las obligaciones educativas. Iniciar o retomar la rutina escolar es una paso importante. Se trata de una situación que genera diversas emociones. Los días previos transcurren con ansiedad, nerviosismo o manifestaciones de angustia, normales al ingreso al jardín y también en la escolaridad primaria.
Son momentos de cambios significativos ligados al desprendimiento y que pueden resultar difíciles para los niños. Se encontrarán con compañeros y profesores desconocidos, y se enfrentarán a nuevos retos. Para que el proceso no sea traumático, el rol de los padres en conjunto con los maestros resulta primordial. Siguiendo con antelación algunos simples hábitos es posible preparar mentalmente a los menores para que disfruten el tramo previo. Una especialista compartió algunos tips.
En general, los niños sienten ansiedad ante situaciones nuevas. El jardín es una de ellas. Esta experiencia representa el pasaje de la familia a la cultura y también constituye la primera forma de alejamiento transitorio del hogar. Hasta antes del inicio de las actividades educativas se sienten seguros afectivamente, contenidos.
"Cuando ingresan al jardín de infantes puede ocurrir que los pequeños manifiesten al comienzo trastornos del sueño, alteraciones del control de esfínteres si ya lo han logrado, problemas de alimentación u otras alteraciones funcionales que, si son entendidas y toleradas, suelen desaparecer cuando el niño y la familia ya están bien confiados en su nuevo espacio", dijo la pediatra y psicoanalista Felisa Lambersky de Widder, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Para los menores que ya están insertos en la vida escolar, el inicio de las clases también puede generar conflictos. Los días en los que no había que respetar horarios y se disponía de mucho tiempo libre se acabaron.
Otra de las ideas que ronda por la cabeza de los niños es pensar que el año que se avecina será más difícil que el anterior. "Es importante desmitificar esta fantasía y contener sus angustias hablando de lo divertido de aprender cosas nuevas investigando con la tecnología que contamos hoy", agregó la licenciada.
Algunos modos de atenuar los impactos del cambio
-Una buena estrategia es realizar con los chicos de jardín un reconocimiento del sendero hacia la institución, para conocer el edificio, el ámbito, sus docentes, la sala o salas y patio de juegos, y, tal vez, algún compañero.
-Es aconsejable hablarles de los tiempos, de la duración de las clases y contarles que las madres o padres los acompañarán los primeros días. También preparar los elementos que llevarán al jardín es tarea para realizar juntos.
-Con los niños que vuelven al colegio es apropiado revisar lo que quedó de útiles del año pasado, ordenar, limpiar, organizar, sacar punta a los lápices. También que acompañen a sus padres a comprar los útiles nuevos y, los que ya saben leer, que colaboren pidiendo ellos las cosas en el comercio correspondiente y compartiendo el ordenamiento de la mochila.
-Uno de los cambios más abruptos se relaciona con los horarios. Es conveniente regular pausadamente los tiempos de acostarse y levantarse, para que el proceso no sea tan drástico.
-Algo fundamental en esta etapa preparatoria es hacerlo con tranquilidad, sin agresiones ni molestias o gritos de intolerancia hacia la lentitud y negativa de los chicos a colaborar y cambiar sus hábitos, todavía desorganizados.
-Para los más niños, enfatizar que van a jugar. Decirles que con dicha actividad se aprende mucho, compartiendo espacios, materiales y docentes. Tranquilizarlos hablando del tema siempre con alegría.
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