Nacha llega y saluda a todo el mundo, pide que hagan silencio para la nota, chequea la altura de la cámara y la ubicación de las luces. Sabe, es perfeccionista y no teme decir qué quiere.
La protagonista de Stravaganza, sin reglas para el amor interpreta a La Musa, que guía al personaje de Felipe Colombo en la creación de una historia de amor. La Musa es justamente ella, que fue inspiración de tantas mujeres, precursora de lo natural y de la reconciliación con uno mismo: "Si vemos para atrás, 15 años ó 20 años hay una diferencia enorme en cómo la gente tiene más conciencia de cómo se alimenta, de lo que piensa, de cómo cuidarse. Hay un cambio muy grande en eso. Se ha ampliado mucho ese número de personas que entiende que cuidarse no es un acto de egoísmo sino de profunda generosidad, porque uno no puede dar nada de calidad, si no tiene nada de calidad en sí mismo".
"La relación con uno mismo es la más importante de la vida, es la única que va a estar desde el primer aliento hasta la última respiración. Los amigos pueden cambiar, los padres pueden desaparecer, los hijos se pueden ir, las parejas se pueden ir y volver; pero hay alguien que va a estar siempre con uno, es uno mismo. Esa relación es la más valiosa, la más importante. Y además, cómo te relaciones con vos determina cómo te relacionás con el mundo", agrega la multifacética artista.
-¿Cómo te llevás con vos misma?
-Trato de quitar el juez interior, lo cual se aplicará inmediatamente a quitar el juez exterior; es automático, todo lo que hagas hacia adentro lo vas a hacer hacia fuera. Trabajo en eso, en no ser tan juez conmigo, lo cual inmediatamente se reflejará en la relación con los demás. En desarrollar mi parte alegre, mi parte más de niña, no infantil, porque ser infantil y tener niño interior son dos cosas muy diferentes. El niño interior es alguien con quien tenemos que estar en contacto siempre que podamos, no perderlo de vista.
-¿A qué le decís que no hoy?
-A lo que no sea quien verdaderamente soy, eso es como no negociable. Aquello que haga que yo tenga que renunciar a quien yo siento que soy, eso no lo hago. Es como comer veneno: no lo puedo hacer, aunque quiera, aunque sea conveniente, aunque me pueda servir sé que no lo puedo hacer.
-¿Qué te enoja?
-Las cosas que se repiten. No me importa que haya problemas nuevos a resolver, inconvenientes nuevos, pero cuando las personas o las situaciones repiten siempre lo mismo, eso me enoja.
"Un día me di cuenta de que me gustaba mucho más la persona que era en el escenario que la persona que era afuera del escenario", reflexionó en referencia a quién era Clotilde Acosta -su verdadero nombre- cuando se bajaba de las tablas. Aunque hoy se parecen "cada vez más", explicó que cuesta darse cuenta y tomar consciencia de esa situación: "El teatro me ayudó mucho, porque es un gran maestro de la vida, las mismas leyes que rigen el teatro son las que rigen la vida. Fue un momento de crisis, ¿qué pasó? Aquí hay dos personas y resulta que la de la ficción, que no es de ficción, me gusta más que la que está todo el día en lo cotidiano. No hice nada dramático al respecto, nada más observé que quería parecerme más a la que estaba en el escenario. Ahí aparecieron ciertas cosas como meditar, estudiar, hacer silencio, conocer gente extraordinaria, que de a poquito me fue acercando a la del escenario, porque la del escenario es más real de algún modo. Curioso, ¿no?". Tal es el acercamiento entre Nacha y Clotilde que su página web hoy lleva el nombre con el que nació.
-¿Por qué elegís seguir trabajando hoy?
-Porque necesito trabajar. No soy rica, ni millonaria. En el teatro nadie se hace rico y además no concibo la jubilación como un estado de vida. Ustedes se enteran de cuando estamos actuando y no se enteran a lo mejor de los largos períodos en los que no estamos actuando.
-¿Qué pasa con esos períodos? ¿Angustia la inestabilidad de la profesión o uno en algún momento se amiga con eso?
–Esta profesión es igual a incertidumbre. Si no abrazás la incertidumbre no podés estar en esta profesión. Yo tengo gente amiga que si la pusieran en las circunstancias en las que uno vive en dos meses se mueren, porque es completamente arbitraria, no sabés nunca dónde estás parado. Lo que la gente no se da cuenta es que los que creen que están seguros también están en la incertidumbre y tampoco saben dónde están parados. No te voy a decir que cuando termina un trabajo no te agarra un nudo en el estómago porque es como '¿y ahora qué sigue?'. Sí, que nos pasa eso, por supuesto, pero también la incertidumbre es igual a libertad. Cuando uno está muy encuadrado en cómo va a vivir su día de mañana o su mes próximo o su año próximo está como con anteojeras, va en esa sola dirección. La incertidumbre, que te asusta horriblemente, te quita las anteojeras y te hace ver que hay muchas más posibilidades. Y la necesidad te hace ver más posibilidades y te hace ser más creativo. Tampoco voy a decirte que no me asusta o no me angustia, pero me angustiaría mucho más estar segura.
-¿Qué mirada tenés hoy de las mujeres?
–No estamos tan liberadas como creemos, todavía hay mucho por caminar en las áreas familiares, en las áreas del trabajo, en la política, en las empresas. Hay dos tipos de mujeres –bueno, hay muchos más pero hay dos muy claros-, unas que comprendieron hace tiempo que el hombre es esclavo del sexo, que no tiene libertad, y estas mujeres han utilizado eso como una herramienta para subir la escalera y trepar la pirámide. Ese es un tipo de mujer que todavía existe. Y está el otro tipo de mujer, que también existió siempre como puede ser, Alicia Moreau de Justo, que son otro tipo de mujer que confían en otros valores de la mujer y que compadecen al hombre, porque es para compadecerlo.
“Los papelones que hacen los hombres hoy para tener una mujer jovencita al lado son tristes”.
Hay mujeres que saben emplear eso de una manera y otras que caminan por otra avenida. Yo espero que esa avenida se ensanche y que caminemos muchas más mujeres por esa otra avenida.
Hay como una ilusión que al sistema le conviene también vender en la publicidad, en aquello de que "Somos iguales", pero somos distintos. Nosotras, ¿queremos ser iguales a los hombres? No. ¿Queremos tener los mismos derechos que los hombres? Sí. Pero ser iguales a los hombres no, porque lo que le hace falta al planeta son los valores femeninos, en la educación, en la política, en la calle, en el arte, en la ciencia, en todas partes. Pero no porque queremos ser iguales, los hombres tienen ciertos valores y las mujeres tienen otros, y la unión de esos valores daría algo completo. Observo eso también en la sociedad y en los jóvenes: la necesidad de pertenecer.
No sé bien qué hace que todos quieran ser iguales, en mi generación queríamos todos ser diferentes. No se trata de ser todos iguales, se trata de ser todos diferentes, y convivir en esa diferencia.
-Hay algo con la búsqueda de aceptación, de pertenecer.
El camino del fracaso es el camino de querer agradar a todos. Esa es la receta perfecta del fracaso, querer agradar a todo el mundo; y hoy nadie se atreve a no agradar.
-¿Cuáles son tus tesoros?
–Mi tesoro supongo que es haber vivido una vida tan interesante desde que nací, con muchas dificultades. Me considero afortunada de haber tenido una vida difícil. Después mis hijos son mis tres tesoros. Mis pocos buenos amigos son mis tesoros. Mis gatos son mis tesoros. La persona que trabaja conmigo hace 22 años es mi tesoro. Son tesoros invaluables.
Por ahora cree que no será parte de Showmatch este año: "Distrae mucho de otras cosas porque no es que tenés un horario fijo. No podés programar nada de tu vida, eso es lo que no me gusta". Justamente dentro de esas cosas que desea hacer y programar están los proyectos ya confirmados para el 2017: "Seguimos con este espectáculo, que a la gente le gusta mucho, que le hace bien porque salen muy felices y tiene momentos de mucha belleza. Creo mucho en la belleza, creo mucho en la armonía, creo mucho en la perfección. La perfección es posible; no será posible 24 horas al día, ni 7 días a la semana, pero cada día, como decía Borges, tiene un momento perfecto. Hay que saber si nosotros lo sabemos ver. Este espectáculo tiene algún momento perfecto. Y eso ya vale la pena porque ese es el momento que el público jamás olvida.
Así que este año seguiré con Stravaganza, con un libro que me parece que ya no puedo postergar más porque he recibido muchas señales de que tengo que escribirlo. Voy a apuntar cómo cuidarse, cómo pensar de una manera que te haga más feliz. La relación con uno mismo. Todo eso que hace 35 años estudio y que ya también me parece que es tiempo de compartirlo".
Agradecimiento: Broadway Hotel & Suites
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