Indiscreto, imprudente, arrogante, genio, inspirador, sex symbol, rico. Durante su corta existencia, Evan Spiegel acumuló tantos calificativos como la cantidad de billetes que ganó en su carrera. Desde sus años como adolescente, enmarcados en actos irracionales y con una actitud altanera de llevarse el mundo por delante, hasta el exitoso presente como CEO de una compañía que no para de crecer, su vida transitó por un camino de puro lujo que lo puso permanentemente en el ojo crítico.
Con apenas 26 años, el joven es uno de los multimillonarios nacidos bajo el furor por las redes sociales. Es un producto nato de la era de la comunicación. Siguiendo los pasos del fundador de Facebook, Marc Zuckerberg, ingresó al selecto grupo de la fama internáuta tras crear Snapchat, la aclamada aplicación de los mensajes autodestructivos que utilizan hasta los presidentes de las naciones.
Los réditos de la invención interactiva le valieron ser uno de los acaudalados más jóvenes en la lista de Forbes. La fortuna asciende hasta los 4.000 millones, suma que lo ubica en el puesto 854 del mundo. Solo en 2016 facturó 2,6 millones dólares, incluyendo US$ 503.205 de salario base, US$ 1 millón en bonificación y US$ 901.635 de otras compensaciones, un extra con el que cubrió el presupuesto de seguridad personal, tasado en aproximadamente 890 mil dólares.
Pero detrás de esa masa de dinero se ubica un peculiar personaje que suele ostentar todas las bondades que puede ofrecer el alto nivel económico, una eminente personalidad que demuestra en cada paso los excesos en su máxima expresión. La confección como famoso empresario tech comenzó durante la época estudiantil. En la Universidad de Stanford conoció a Bobby Murphy, socio fundador de la app. Ambos integraban la fraternidad Kappa Sigma, una unión que además de ser la cuna de la actual gloria, a futuro también le traería más de un problema.
Aquellos años universitarios sacaron a la luz su peor faceta. Es que se filtraron correos electrónicos suyos en los que sus textos sorprendieron por la mezcla de sexismo, homofobia y racismo. Entre anécdotas desagradables y alardes de marihuana y cocaína, la mayoría de los mensajes eran especialmente dedicados a las mujeres, siempre refiriéndose a ellas en términos ofensivos. Los dichos pintaron una pálida imagen que representó fielmente el paso por la institución académica.
"Estoy mortificado y avergonzado porque mis estúpidos correos de la hermandad se hayan hecho públicos. No tengo excusa. Lamento haberlos escrito y fui un idiota por haberlo hecho. De ninguna manera reflejan quién soy hoy en día ni mi opinión sobre las mujeres", se excusó en un comunicado en medio del remordimiento. Curiosa ironía del asunto: de haber enviado esos textos vía Snapchat, nadie jamás los habría descubierto.
Ya desde pequeño tenía lo que quería. Perteneciente a una familia adinerada, se pudo dar todos los gustos. Los padres, John y Melissa Spiegel, son dos exitosos abogados que le cumplieron cada opulento deseo, tanto a él como a sus dos hermanas. Viviendo en la comunidad de Pacific Palisades, al este de Malibú, la infancia la transitó entre viajes exóticos, clubes exclusivos y una costosa escuela en Santa Monica a la que también asistieron Kate Hudson, Jonah Hill o Gwyneth Paltrow, por mencionar algunas celebridades. "Vivíamos en una burbuja", reconoció.
El clan también disfrutaba de la lujosa flota propia de cinco autos, incluidos tres Lexus y un restaurado Mustang modelo '66. Sobre cuatro ruedas, yace una de las debilidades de Evan. Para llegar a la Ferrari en la que se mueve por estos días, por su garage desfilaron fastuosos ejemplares. Su primer coche fue un Cadillac Escalade que le regalaron apenas obtuvo la licencia de conducir. Por aquel entonces el matrimonio Spiegel ya comenzaba a transitar el curso del divorcio que tiempo más tarde se consumaría.
Tras la ruptura parental y suponiendo que podía gozar de mayores libertades, Evan decidió irse a vivir con su padre. Meses después de convivencia, John le negó una demanda: molesto por los reiterados y enormes gastos de su hijo en las salidas nocturnas, no quiso regalarle el BMW 550i que tanto deseaba. La petición se la cumpliría su madre un año más tarde. A modo de reconocer el gesto, Evan se mudó con ella.
En 2014 llegó el momento de abandonar el nido hogareño. Compró una residencia de 3 millones de dólares en la localidad de Brentwood, al oeste de Los Ángeles. El paso por allí duró solo dos años, ya que dejó la casa para trasladarse a una imponente mansión de 7.164 pies cuadrados que antes había sido propiedad de Harrison Ford. La vivienda la adquirió en conjunto con su actual pareja, la famosa modelo australiana Miranda Kerr. Ambos desembolsaron nada menos que 12 millones de dólares.
La futura esposa, el secreto de la transformación
Superado el primer cuarto de siglo de vida, para Spiegel quedaron atrás los días -más bien las noches- en los que las fiestas, el descontrol y las salidas con amigos eran el común denominador de la rutinas de cada fin de semana. Quizá dejó de frecuentar bares y boliches por el proceso etario que camina la mayoría y en el crecimiento, en la maduración, esté la respuesta del radical cambio. Pero las voces del entorno aseguran que la razón es otra y está en una persona especial: su comprometida Miranda Kerr, con quien anunciaron la boda para el transcurso del año.
De perfil bajo en cuanto a lo sentimental, el único affaire que se le había conocido a Spiegel jamás se supo si fue tal. Hace un tiempo se lo vinculó con la estrella del pop Taylor Swift, aunque la comunidad chimentera nunca pudo confirmarlo. La vida del joven daría un vuelco cuando en una cena organizada en Los Ángeles por Louis Vuitton conoció a la que será su esposa. Siete años mayor que él, Miranda irá por su segundo matrimonio, luego de estar casada con el actor Orlando Bloom, con quien además tiene un hijo de seis años.
Posteriormente al dar conocimiento al público sobre el romance, la pareja se convirtió en uno de los centros de atención de la socialité mundial. La combinación del estilo, el glamour y la belleza con los incontables millones resulta una tentación para las revistas del corazón, interesadas sobretodo en las cuestiones más íntimas. La constante exposición de los enamorados facilita la tarea de inmiscuirse entre sus sábanas: hace unos días la novia reveló que no tienen sexo y que están esperando al casamiento para consumar la relación. También dijo que en los planes para este 2017 no está agrandar la familia.
El ángel de Victoria's Secret lo llevó a incursionar en el mundo fashionista: Evan se animó a posar para la revista Vogue. Su figura es deseada, las marcas se pelean por él. De todos los jóvenes que se hicieron millonarios gracias a crear una aplicación, Spiegel es el galán del grupo. Joven, triunfador y con rasgos físicos que se adaptan perfectamente a los estándares de belleza que pregonan en la sociedad, la combinación constituye un magnífico perfil, muy reclamado para promocionar productos tecnológicos.
Snapchat, bajo el nombre de Snap Inc., presentó la documentación necesaria para en marzo salir a bolsa. Los guarismos de valoración que manejan los analistas del mercado se sitúan en torno a los 25.000 millones de dólares. Una cifra mucho mayor que los 3.000 que había ofrecido Zuckerberg para quedarse con la compañía. Números más, números menos, en definitiva son todas estimaciones que solo demuestran una parte de la exitosa vida de Evan Spiegel. Ésa palabra, exitoso, tal vez sea adjetivo que mejor lo califique.
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