QWERTY: el ABC del mundo digital. La dictadura del abecedario del teclado tiene su porqué. Y sus misterios, curiosidades, anécdotas y misceláneas. La disposición de letras es un enigma revelado por la historia, acusado en sus inicios de una distribución absurda y antojadiza, pero extrañamente avalada, aceptada y asimilada ya por la población 2.0. QWERTY es, además del orden de seis teclas ubicadas al costado superior izquierdo, una marca registrada de los tiempos modernos, un concepto macro que replantea los esquemas tradicionales de comunicación y lenguaje.
En un principio, las 28 teclas fueron distribuidas en orden alfabético. Pero rápidamente fue desestimado por cuestiones operativas: inspirado en el funcionamiento de un piano, el mecanismo que inyecta en el papel el impacto a la tecla se obstruía por la fricción de los palos de las letras juntas cuando se escribía demasiado rápido. La solución fue separar las letras que, en combinación, más se utilizan -la Q y la U por ejemplo-. Al tenerlas distanciadas, permitía alterar ambas manos en procura de optimizar el ritmo de escritura.
La patente del primer teclado QWERTY registrado en la historia data de 1878, diez años antes de que surgiera la primera máquina de escribir de éxito comercial ideada por el estadounidense Christopher Latham Sholes, en cooperación con Carlos Glidden y Samuel W. Soule. Un artículo publicado en el diario ABC de España recoge una información de la web de Smithsonian: en 1890 más de diez mil máquinas de escribir se distribuyeron en Estados Unidos con el teclado QWERTY. En 1893, los cinco mayores fabricantes de máquinas de escribir de la época (Remington, Caligraph, Yost, Densmore y Smith-Premier) fundaron la Union Typewriter Company, desde donde decidieron adoptar de manera oficial y mancomunada la distribución de las letras del teclado.
La teoría del fallo mecánico es apenas una hipótesis del nacimiento de un alfabeto ordenado por criterios aleatorios. Investigadores de la Universidad de Kyoto refutaron esta conjetura en 2011: sugirieron que el teclado fue concebido en base a sugerencias y críticas de operadores de código Morse. Otra suposición acusa a Remington de dominar la adopción de este teclado según tácticas de negocio. La compañía no sólo fabricaba las máquinas, sino que además proporcionaba cursos de formación que habrían ejercido presión en la disposición de las letras.
Aunque su influencia sea mundial, no todos los teclados QWERTY son exactamente iguales. La Ñ del español es la Ç del portugués; en la versión francesa la Q y la W ocupan el lugar de la A y la Z, modificando la descripción del teclado a AZERTY; la Z y la Y están cambiadas en el formato alemán lo que rebautiza su denominación a QWERTZ.
Aunque hubo varios intentos de debilitar la potencia histórica del teclado QWERTY -el Colemak de 2006 cambia 17 teclas de lugar para que coincidan las letras más frecuentes en los dedos más fuertes y KALQ de los dispositivos móviles que agiliza la velocidad de escritura mediante la utilización de los pulgares-, ninguno afianzó su popularidad. Ni mejor ni más fácil, el QWERTY simplemente generó costumbre.
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