"Es una típica charla de vestuario", repitió una y otra vez Donald Trump después de que se filtrara, en plena campaña electoral, un video en el que el entonces candidato republicano describía una escena de acoso que él mismo protagonizó. El pretexto de los camerinos llevó a que distintas estrellas del deporte norteamericano se pronunciaran en contra de los dichos del magnate. Tom Brady no podía estar ajeno. Consultado en conferencia de prensa, se levantó ofendido de su silla y evitó hacer comentarios.
La palabra de Brady, entonces, era esperada no solo por su condición de máxima figura de la NFL, sino por la relación que lo unía al republicano. Una amistad que data de hace 16 años cuando Trump invitó a Brady, una joven promesa del fútbol americano, a participar como juez en uno de sus concursos de belleza.
La relación prosiguió. La afición de ambos por el golf los unió. Trump invitó en numerosas ocasiones a Brady a jugar en uno de sus exclusivos greens. Con el paso de los años, la cercanía dio paso a una amistad. "Es un buen amigo", dijo varias veces Brady, quien también mencionó que Trump suele llamarlo para darle discursos motivacionales antes de los grandes partidos.
Durante la campaña electoral, pese a lo impopular que podía resultar, apoyó la candidatura de Trump, su amigo. "Apoyo a todos mis amigos en todo lo que hacen y creo que es notable lo que consiguió en su vida. Ir de los negocios, de ser un increíble hombre de negocios, a ser una estrella de la televisión, y luego pasar a la política. Son tres carreras muy distintas y eso es muy notable", remarcó en una entrevista, donde dejaba ver, en su locker, una gorra con el eslogan "Make America Great Again".
Trump ganó las elecciones y, desde el primer día, no le tembló el pulso para llevar adelante las políticas que había anunciado. La misma gorra, después del triunfo electoral, se transformaría en el foco de los cuestionamientos. "Brady no es tonto. Hay un montón de gente en la NFL -propietarios, ejecutivos y jugadores- partidarios de Trump, pero nadie tan público como él. Sabía que la gorra iba a ser notada, sabía que iba a obtener cobertura y él no tenía problemas con eso", achaca Nancy Armour, columnista de deportes de USA Today.
Con su equipo instalado en el Super Bowl, y él como bandera, la pregunta se volvió inevitable. En cada aparición pública, Brady está en el ojo de la tormenta. Preguntado por las protestas, respondió que no estaba al tanto de lo que pasaba. Preguntado por si había llamado a Trump para felicitarlo después de las elecciones, respondió que sí, pero que eso no significaba que estuviera de acuerdo con todas sus decisiones.
"Es sólo ahora, cuando se enfrenta a preguntas y críticas, que él piensa que la amistad debe estar fuera de los límites. Pero no funciona de esa manera. Si vos mostrás una posición, vos después tenés que defenderla. Si tuviste un cambio de verdad, explicá por qué", insiste Armour.
La tormentosa separación de su ex
Aunque algunas versiones marcan una infidelidad, la mayoría asegura que su relación con la supermodelo Gisele Bündchen comenzó inmediatamente después de su separación con la actriz Bridget Moynahan. De cualquier manera, el cambio de pareja fue traumático. A los pocos meses, Moynahan le contó a Brady que esperaba un hijo suyo.
Tras una relación de casi tres años, Moynahan había quedado embarazada justo ante la inminente ruptura. Brady, en un principio, se negó a reconocerlo. Había conocido a Bündchen, la modelo más cotizada del mundo -con quien hoy tiene dos hijos- en una fiesta privada en Nueva York. Ante el rechazo, Moynahan ventiló su embarazo a los medios.
En una entrevista a la revista Harper's Bazaar, Moynahan dijo que había sido "aterrador" cargar con la responsabilidad de un hijo sola: "No estoy segura de que nadie -y podría estar equivocada en esto- crezca pensando 'quiero ser una madre soltera'. Cuando de repente estás embarazada y nadie está de pie a tu lado, incluso si estás en tu 30s, es una situación difícil".
Cuando John Moynahan nació -aún lleva el apellido de su madre- la revista OK! sacó en tapa a la reciente madre y tituló "La vida sin papá". En la nota, Moynahan contó que había atravesado el embarazo sola y que Brady ni siquiera había presenciado el parto. Sin embargo, a las pocas horas, Brady apareció en la clínica junto a Bündchen: "Él aún tenía dudas sobre si era su hijo o no, pero cuando lo cargó Gisele, se acercó y le dijo: 'Es igualito a vos'. Tom comenzó a llorar y ella lo abrazó. Supe al fin que mi hijo iba a tener un buen padre", comentó.
Hoy la historia es bien diferente. Más allá de alguna aspereza ocasional en la expareja, John es parte de la familia que Brady formó junto a Bündchen. La propia modelo aseguró que lo consideraba como un hijo propio y que mantenía una relación estupenda juntos a sus hermanos Benjamin (7) y Vivian (4).
El escándalo "Deflategate"
El 18 de enero de 2015, se disputó el partido que determinaría el campeón de la Conferencia Americana de la NFL. En la cita, los New England Patriots vapulearon 45-7 a los Indianápolis Colts. A las horas de terminado el encuentro, las sospechas de actitud antideportiva salpicaron a los Patriots. Entre ellos, uno de los principales señalados -de lo que después se llamaría Deflategate- fue Tom Brady.
Los Patriots habían sido acusados de desinflar deliberadamente 11 de los 12 balones que utilizó Brady durante el cotejo. ¿La ventaja? Los balones con menor presión resultan más fáciles de lanzar, ofrece un mayor agarre en un deporte que cualquier mínimo detalle marca la diferencia.
Después de un análisis exhaustivo, Ted Wells, un investigador independiente contratado por la NFL, elaboró un extenso informe de 243 páginas. En el documento apunta que dos empleados de los Patriots violaron el reglamento. Sobre Brady, remarca que "al menos tenía una idea general" de los planes para perpetrar la maniobra y, de ese modo, sacar ventaja.
A la presentación del informe, le siguió un arduo proceso judicial de sentencias y apelaciones. Finalmente, antes de llegar a la Corte Suprema de Estados Unidos, Brady aceptó la multa que le habían impuesto. Lo suspendieron por los primeros 4 partidos de temporada, lo que equivalía a una pérdida de dos millones de dólares.
Brady, más allá de los cuestionamientos por su amistad con Trump, por su repudiable accionar con su exmujer o por su conducta antideportiva en el Deflategate, es admirado -casi venerado- por lo que demuestra en el campo. El joven que fue elegido recién en la sexta ronda del draft y que calentó el banco durante sus primeras temporadas en los Patriots, ya con 39 años, es considerado uno de los grandes de la historia de la NFL. Hoy, después de descollar en el Super Bowl LI, revalidó su condición de ídolo. Y, de ese modo también, disimuló sus otras facetas.
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