La prestigiosa artista plástica Renata Schussheim recibe a Infobae entre las imágenes de Sabato, Spinetta y Monzón en la muestra de Gianni Mestichelli que cuenta con su curaduría y se expone en el Centro Cultural Recoleta con fotos de más de 60 personajes de diversos mundos que dejaron una marca en la historia argentina.
"Yo conocía el material de Gianni y queríamos armar una especie de cambalache, como el tango de Discépolo, mezclar muchas profesiones de gente que ya no está y que fue muy importante, que armó este país. Había que tener determinado tipo de escritores, determinada cantidad de actores y de gente del deporte. Fue divino hacerla", dice apasionada sobre la exposición que cuenta con una gran puesta y puede verse hasta el 24 de Marzo.
— ¿Qué es el arte para vos?
— El arte es una manera de mirar la realidad y la vida. Es una manera de vivir, no me imagino sin él.
— ¿Dónde lo encontrás?
— En los lugares más inverosímiles, no hay una denominación de decir: 'esto es arte y esto no'. Todo lo que te sensibiliza, te dispara cosas, te hace sentir y te emociona está muy ligado con lo artístico.
— Y a la hora de sentarte a trabajar, ¿cómo es el proceso creativo?
— Hay una disciplina para el trabajo que es fundamental y que también varía con el tiempo, porque antes trabajaba de noche y ahora tengo que trabajar con luz natural, mi vista ya no rinde con luz artificial. Hay cosas externas que te van modificando, pero hay una disciplina de sentarse y dibujar o tener una idea. Dedicarle el tiempo y amar lo que uno hace.
— ¿Sigue generando la misma pasión?
— Creo que sí, porque lo que mueve el mundo es el deseo, mientras tengas deseo, capacidad de asombro y curiosidad el barco navega.
Renata explica que "la vocación" se le despertó desde muy chica y, que desde entonces, siempre lo vivió como "un privilegio y algo que hay que agradecer porque hay mucha gente que no sabe qué quiere hacer de su vida".
"Yo claramente quería dibujar, mi mamá lo comprendió así y me mandó a estudiar", cuenta la multifacética artista sobre sus inicios y recuerda que quien no estaba de acuerdo era su padre: "Alcanzó a ver antes de morirse mi primer muestra, cuando yo tenía 15, 16 años, y estaba muy contento. Él estaba preocupado por cómo iba a vivir, es una vida muy azarosa, nunca tuve un trabajo fijo, jamás. Hubo momentos en los que que no la pasé muy bien. El trabajo va y viene, aparecen dos al mismo tiempo o estás cuatro meses sin ninguno".
— ¿En algún momento a lo largo de este recorrido llegó la tranquilidad de la estabilidad de la carrera?
— No. Siempre angustia. Pero no es una angustia constante, hay períodos más estables. Vivís de alguna manera, elegí esto y es lo que me hace feliz. En definitiva qué es la seguridad, hay momentos en los que eso tampoco es garantía de nada.
— ¿Influyeron tus abuelos en la vocación artística?
— Sí, tenían una casa donde se juntaba toda una intelectualidad. En esta muestra hay una foto de Blackie que era amiga de mis abuelos y estuvo en mi cumpleaños de un año. No era gente para nada rica pero eran muy bohemios, él era periodista, mi abuela era muy graciosa, imitadora de la gente, tenía esa inteligencia no especialmente cultivada, pero inteligencia de vida como digo yo.
— Esta versatilidad, esta posibilidad de desarrollarte en diferentes áreas dentro del arte ¿cómo se fue dando?
— Todo tiene que ver con la imagen, con la mirada. La producción de fotos, la música, el teatro, mi relación con Araiz, que fue el que me pidió que haga un vestuario, la danza. Se fue enganchando todo. Se fue planteando el recorrido a partir de la gente con la que me fui conectando.
— ¿Valoramos a los artistas en la Argentina?, ¿los cuidamos?
— Más o menos. No los valoramos mucho. Hay determinados artistas que ya podrían tener una beca, en teatro hay algunas becas para gente, pero directores, ni escenógrafos, ni gente que hace vestuario. Hay una edad donde por lo menos te ayuda el Estado a poder tomarte un tiempo más sabático, a poder hacer lo que te gusta, a vivir. Pero no hay mucho apoyo a los artistas la verdad.
— ¿Y para los que empiezan cuál es el consejo?
— Lo mismo, la pasión. Hay que armarse una zanahoria, el famoso palito, poner ahí tu deseo y llevarlo adelante, porque en general no hay mucha ayuda.
— ¿Cómo te llevás con esto de trabajar con tu hijo?
— Muy bien. Somos muy distintos. Él es músico y tiene otro timming, pero yo sé lo respeto y él sabe de mi ansiedad desaforada entonces trata de que eso no me afecte. El resultado siempre es muy bueno, de entender y conectar. Él sabe cómo va a funcionar lo que tiene que acompañar sonoramente.
— ¿El amor por los animales se mantiene?
— Absolutamente. Ahora tengo dos perras divinas y dos loros, que es casi un zoológico.
— Uno es el famoso que se perdió.
— Se perdió y lo recuperé. En realidad ese loro entró por la ventana, se paró arriba de mi cabeza, yo creí que era un enviado casi del Espíritu Santo que me iba a traer suerte. Lo tuve muchos años y un día se quedó la jaula en la terraza mal cerrada y se voló. Entré en una depresión absolutamente profunda y empecé a hacer esos tremendos afiches en primera persona: "No estoy" o "Mi dueña está sufriendo", esas cosas. Tuvo toda una prensa el loro increíble. Fui a lo de Portal. Aparte era un loro, un cotorro barranquero que hay 200 millones, son plaga. Con uno de esos afiches una persona que se llama Carlos González, me llamó en navidad, habían pasado dos meses, y me dijo: "Mirá, yo encontré un loro, si es el tuyo te lo devuelvo porque me da la sensación que es muy importante para vos". Fui y era mi loro, estaba con una emoción que me temblaba el cigarrillo. El loro vino, se me puso en la mano y lo recuperé. Era como recuperar una aguja en un pajar.
— ¿Hablan tus loros?
— Muchísimo, los dos, y cosas divinas que yo les enseñé a decir como: "Renata te quiero", desde la mañana están "Buen día", "Buenas noches", "Hasta luego". Estoy dibujando, están los dos loros y empiezan: "Renata, Renatita, te quiero, te quiero, te quiero".
— Si hablamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te voy a encontrar?
— Espero que bien, habiendo hecho cosas y sobre todo teniendo otros proyectos más.
— ¿Qué te falta hacer?
— Me falta mucho. Tengo muchas ganas, tengo idea de hacer libros, un cuento de (Gustave) Flaubert que lo quiero hacer, tengo una exposición sobre los años '80 y el rock, todo el material fotográfico que tengo y las producciones. El tema es que alcance el tiempo, que pueda hacerlo, que tenga las condiciones. Seguir generando, es eso lo que te mantiene y lo que te hace feliz de alguna manera; sino la realidad es fuerte sostenerla, tenés que armarte.
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