La excéntrica vida de Christophe Rocancourt, el más grande estafador de famosos y millonarios

Fue un Rockefeller, un De Laurentiis y hasta nieto de Sofia Loren. Fue campeón de boxeo, de Fórmula 1 y tuvo títulos nobiliarios. Y nunca fue nada. Cómo fue la gran puesta en escena del francés huérfano, que sin estudios embaucó a poderosos y celebrities Europa y Estados Unidos, tuvo las mujeres más bellas y una vida cargada de excesos

Guardar
Christophe Roncacourt, el más grande estafador de famosos y millonarios
Christophe Roncacourt, el más grande estafador de famosos y millonarios

Un hombre. Un hombre y sus mentiras. Un hombre que se construyó de la nada, que enamoró, encandiló, engañó a empresarios exitosos, a millonarios de ego desmesurado, a famosos -actores, modelos, directores de cine y más- que lo veían como un mecenas, como el elegido que los convertiría en figuras aún más populares o los sacaría del ostracismo.

Un hombre que lo fue todo, un millonario, un conde, un campeón de boxeo, corredor de Fórmula 1; un hombre que portó apellidos ilustres, como Rockefeller, De Laurentiis o Loren.

Solo un hombre, que vivió lo que pocos, rodeado de las mujeres más bellas, salpicado de excesos y fama. Un hombre, que como el rey de Babilonia Nabucodonosor, soñó con un gigante de metales preciosos y pies de barro. Ese es Christophe Rocancourt, el estafador, el encantador, quien -hoy- desde la cárcel sigue engañando a los poderosos. Solo un hombre, el hombre que lo fue todo y nunca fue nada. Y esta es su historia.

En el pequeño pueblo portuario de Honfleur, que en la actualidad no supera los 8 mil habitantes, próximo a Le Havre, nació -en 1967- Christophe Thierry Daniel Rocancourt. Hijo de la desgracia y el olvido, o de una prostituta y un padre abusivo y alcohólico, que a los cinco años lo dejaron en un estacionamiento de un muelle, a la espera que el río Sena hiciera el resto.

Autos de lujo, los mejores hoteles y, claro, su avión privado
Autos de lujo, los mejores hoteles y, claro, su avión privado

Surgió así un niño, solo un niño, sencillo y complejo. Sin nada en los bolsillos, ni apellido, ni ejemplos; que pasó a ser propiedad de los servicios sociales franceses y en especial de los curas del Sagrado Corazón, del pueblo de Pont-Audemer, otra comuna olvidada del norte galo, y luego convivió con jóvenes de clase alta en el orfanato de Saint-Germain-Village.

"Cuando ves a tu madre trabajando como prostituta, cuando ves a tu padre alcoholizado y destruyéndose a sí mismo, realmente no quieres ser eso. Quisiera poder decirte que alguna vez hubo alguien que tuviera una gran influencia en mi vida, pero desgraciadamente nunca tuve esa oportunidad. El único modelo que tuve fue la frialdad. Así es que nunca tuve un modelo. Sólo el frío de aquel orfanato, la falta de amor y de contacto. Pero al mismo tiempo, eso fue lo que me hizo fuerte. ¿Qué puedo hacer para salir de aquí? ¿De esto se trata toda mi vida? ¿Estoy condenado a esto? Creo que tuve motivos para ser así desde muy chico", afirmó en una entrevista.

Allí también sufrió castigos, pasó hambre, y robó limosnas como monaguillo. Pero aprendió lo más valioso: a leer, tanto libros como personas. Y fue la palabra, su única herramienta, lo que lo salvó y fueron las lecturas las que lo transportaron, las que lo incitaron a vivir todas aquellas vidas que no le pertenecían -por lo menos en aquellos años. Y fueron aquellos compañeros obligados, a los que nada le faltaba, lo que encendieron la llama del deseo.

Por años, participo de eventos exclusivos y de las mejores fiestas
Por años, participo de eventos exclusivos y de las mejores fiestas

Y creció y París fue su primer destino y también el escenario de su estafa -gran estafa- inaugural, cuando fraguó la escritura de una propiedad que no le pertenecía y que vendió por 1.4 millones de dólares. Y luego siguieron otras, hasta que un engaño en una joyería en Ginebra lo llevó tras las rejas en 1991.

Salió. Junto el dinero y desapareció. Cruzó el Atlántico, hacia la tierra de las oportunidades, a cumplir su sueño americano sin hablar una palabra en inglés. Su primer destino, Hollywood. Comenzaba su gran actuación, su papel como un prestidigitador del engaño.

¿Es imposible estafar cuando no se maneja el idioma? No para Rocancourt, que eligió como su víctima inaugural a un coterráneo, Michel Polnareff, un prolífico cantante que se domiciliaba en Los Ángeles. A él, por ejemplo, lo convenció de comprar una camioneta Hammer que le había pertenecido a Dodi Al-fayed, el multimillonario egipcio que falleció en un accidente automovilístico junto a Diana, Princesa de Gales, en 1997. Polnareff nunca vio el vehículo y Rocancourt comenzó a pasearse en su nueva adquisición por Palm Beach. El siguiente en la lista fue el actor belga Jean-Claude van Damme, a quien promete producirle una serie de filmes a cambio de diez mil dólares. Pero de van Damme no solo se llevó unos cuantos dólares, también a su (ex) mujer, la modelo y actriz Darcy La Pierre. Al poco tiempo nació su primer hija junto a la actriz Gry Park, de quien se separó.

En un programa francés hablando sobre su vida. Detrás, Michel Polnareff, el prolífico cantante galo a quien “le vendió” la camioneta Hammer de Dodi Al-fayed
En un programa francés hablando sobre su vida. Detrás, Michel Polnareff, el prolífico cantante galo a quien “le vendió” la camioneta Hammer de Dodi Al-fayed

Con ese dinero, cambió de estrategia. Entendió que sin un conocimiento extenso del léxico local, debía venderse a través de los ojos, crear una ilusión, un acto de magia que convenciera a todos de que su historia -fuera cual fuera- era verdad.

Comenzó a frecuentar los bares y restaurantes de moda, a pagar grandes sumas en champagne a sus nuevos conocidos y a contratar paparazzis para que lo siguieran por todos lados. Showbusiness puro y duro.

Así fue por algún tiempo un campeón de boxeo francés, una suerte de Floyd Mayweather peso pluma, que quería producir películas. Allí cayó Mickey Rourke, quien en ese momento buscaba recuperar la fama que le había proporcionado Nueve Semanas y Media o Rumble Fish (La ley de la calle). A algunos les decía que era pariente de Dino De Laurentiis, famoso productor italiano, a otros que era el nieto de Sofía Loren. Y mientras tanto el dinero ingresaba, pero salía aún con más velocidad para mantener su estilo de vida, para solventar los hoteles cinco estrellas que habitaba, las fiestas que organizaba.

Junto a Mickey Rourke, cuando era un “prometedor productor de cine”
Junto a Mickey Rourke, cuando era un “prometedor productor de cine”

Rocancourt está casado, una relación que nació durante su periplo hollywoodense, cuando conoció a Pía Reyes, una ex conejita Playboy, con quien tuvo a Zeus. Pero al mismo tiempo tuvo un mediático affaire con Rhonda Rydell, otra ex conejita y actriz de Baywatch, a quien convenció de ser un conde francés, heredero de una fortuna incalculable. Por dos años, con una de las chicas de moda a su lado, se le abrieron múltiples puertas. Cada evento, cada gran fiesta, quería un poco de este engatusador, que con solo tres palabras podría atrapar a los más avezados hombres de la industria del cine y sacarles dinero, así, como si nada, con un par de papeles sin validez legal que le permitieron eximirse de muchos de sus crímenes. Ya no necesitaba pagar a paparazzis, sus nuevos amigos del jet set le aseguraban las instantáneas en revistas y entrevistas en programas de espectáculo. Era la apoteosis.

La policía local acumulaba denuncias, la mayoría sin pruebas, Rocancourt podía construir un imperio y evaporarse, no dejar rastro más que una cándida sonrisa resonando en las mentes de sus víctimas. C'est' la vie.

Junto a la ex conejita Rhonda Rydell
Junto a la ex conejita Rhonda Rydell

Era tiempo de hacer las maletas y abandonar el aire del Pacífico, por el Atlántico. Se mudó, dónde sino, a Nueva York, la ciudad que nunca duerme y donde el dinero fluye.

Al principio fue Christopher Ortuno, heredero de un acaudalado industrial de Milán, y otra vez la ruleta empezó a girar, miles de dólares en encuentros nocturnos, amigos a quienes impresionar, bares, restaurantes, la crème de la crème. Una noche, por ejemplo, organizó la fiesta de cumpleaños de Johnny Canatiempo, un actor de la famosa serie de televisión Los Sopranos. La cuenta ascendió a USD 80 mil dólares. A mediados de la celebración, simplemente desapareció. Obvio, sin pagar.

Terminada su odisea como Ortuno, volvió a reinventarse y se convirtió en un Rockefeller. Se mudó a Los Hamptons, una de las zonas que concentra a la mayor cantidad de millonarios vanidosos del planeta por metro cuadrado. Allí, entre mansiones y especuladores de la bolsa, quizá logró algunas de sus estafas maestras. Pero no hubo pruebas, una vez más, este Rockefeller proponía negocios ilegítimos, que ningún millonario quiso demostrar. Sin embargo, el FBI, Interpol y la policía local estaban detrás de él. Paradójicamente, lo lograron el 2 de agosto del año 2000, pero no por sus estafas y mentiras, sino porque no pagó la cuenta del hotel. Estuvo 48 horas detenido, la justicia determinó que no podía estar más tiempo si no había pruebas contundentes. Su novia del momento llegó con los 45 mil dólares de fianza y volvió a desaparecer. Era un cambio, ya que se estima que durante ese tiempo sumó a su cuenta más de un millón.

Rocancourt, cuando fue detenido en Los Hamptons, Nueva York
Rocancourt, cuando fue detenido en Los Hamptons, Nueva York

Rocancourt decidió no renunciar a su sueño americano, aunque debió irse un poco más al norte, a Canadá. Se instaló en Vancouver, en Oak Bay, también región de familias millonarias, y pasó a llamarse Michael van Hoeven, un ex corredor de Fórmula 1 y adinerado businessman belga, que buscaba extender su imperio en una ciudad que estaba en pleno auge de la industria del cine, el negocio de las propiedades y la nueva economía.

Durante 9 meses se dio la gran vida hasta que algo salió mal. Un inventor local lo denunció por fraude y firmó un cheque -sin fondos- para comprar una fastuosa villa de cinco millones de dólares. El 26 de abril de 2001 su cara estaba en todo los diarios. El, solo un hombre, un hombre que se construyó de la nada, que enamoró, encandiló y engañó, que fue un Rockefeller, un De Laurentiis, un Loren, heredero de fortunas y títulos nobiliarios. El, un hombre que lo fue todo y no era nada, estaba finalmente tras las rejas.

Nunca volvió a tener contacto con sus padres, a pesar de que intentaron contactarlo luego de su ascenso a la fama. Su padre murió en 1992 y su tío, Joel Rocancourt, quien lo visitaba muy de vez en cuando en su niñez, dijo: "Desde que partió a EEUU nunca lo volví a ver. ¿Sobre lo que hizo? Yo me saco el sombrero. Lo que él ha hecho es genial. Y me siento orgulloso, no importa lo que diga la gente. Estoy orgulloso".

En una entrevista reciente aseguró que no tiene ninguna culpa de esos años locos: "Se me critica, pero no me siento atacado por los pobres, a ellos nunca les hice nada. Me dediqué a extorsionar a multimillonarios o, en algunos casos, solo millonarios, no a las personas modestas".

El hombre que se construyó a partir de saber contar historias y armar escenarios
El hombre que se construyó a partir de saber contar historias y armar escenarios

Mientras estuvo en Canadá, escribió una autobiografía, su primer libro de cinco en total. En marzo de 2002 fue extraditado a Nueva York, donde se declaró culpable de robo, hurto, contrabando, soborno, perjurio y fraude contra 19 víctimas. En 2003, fue condenado a pagar una multa de 9 millones de dólares, una orden de pago de 1,2 millones de dólares en restitución y un plazo de cinco años en prisión.

Sobre la cárcel, dijo: "Esta no es precisamente la mejor de las situaciones, pero de hecho, estoy libre. No soy una persona en la cárcel. Estoy libre en mi mente. Es como un reflejo que se remonta a mi infancia. Un estado de ánimo que se niega a darse por vencido".

Cumplió su condena con la sociedad y regresó a su país, donde con la ex Miss Francia Sonia Rolland tuvo a Tess. El matrimonio duró hasta 2008. Parecía que su vida, que era buena a partir de las regalías de sus libros, su presencia en los medios que se había acrecentado a niveles de ídolo popular, el Robin Hood francés, decían los diarios. Finalmente, lo había logrado era una celebrity por virtudes propias y no por crear ilusiones.

Sin embargo, no fue suficiente. En 2009, la cineasta francesa Catherine Breillat lo acusó de estafa por € 700 mil. La estafa fue la siguiente, Rocancourt convenció a la cineasta de realizar una película de su vida -que iba a ser protagonizada por él y la entonces top model Naomí Campbell- a partir de su autobiografía. Para esto pidió adelantos con el fin de escribir el guión, pero eso nunca sucedió. El caso tomó un estado nacional, ya que la cineasta fue diagnosticada con una enfermedad cerebrovascular en 2004. Breillat hizo luego una historia diferente: Abuse of Weakness (Abuso de la debilidad), un film semi autobiográfico en que cuenta su experiencia con el estafador de las estrellas. Rocancourt la demandó por herir su honor e imagen. Eso no evitó que en 2012 fuese condenado a 16 meses de prisión y a pagar una multa de Euros 578.000

Junto a la top model Naomi Campbell, cuando presentaba una película autobiográfica que jamás se hizo. En cambio, fue excusa para otra estafa
Junto a la top model Naomi Campbell, cuando presentaba una película autobiográfica que jamás se hizo. En cambio, fue excusa para otra estafa

No se sabe con exactitud a cuántos ni cuánto obtuvo por sus engaños. La cifra estaría entre los 28 y 40 millones de euros. Sin embargo, su representante legal, Jerome Boursican, ofreció generosamente a que pague "20 euros mensuales, durante los próximos 2.000 años".

Solo un hombre. Al que todavía lo acusan por estafas del pasado, que desde la cárcel y con cinco libros publicados, es una celebridad en su país. Un hombre que pudo vivir sus ensoñaciones y construyó una puesta en escena tan increíble que no se podía pensar como irreal.

Solo un hombre, que recibe ofertas de Hollywood para llevar a la pantalla grande su excepcional existencia. Fue un Rockefeller, un De Laurentiis y un Loren, un campeón de boxeo y de Fórmula 1, un millonario, un heredero, un conde. Y que, sin dudas, todavía no realizó su última función.

LEA MÁS:

Guardar