Fue en Saint-Martin su primera vez. Una isla paradisíaca, con parte en Francia y parte en Holanda. En medio de ese viaje, en 1995, el guía les propuso conocer la playa nudista en la mitad francesa. La mayoría se sintió horrorizado; a algunos pocos les provocó interés. Volvió una y otra vez, pero no lograba despojarse de sus ropas. Sentía pudor. Ya en los últimos días, su marido no le dejó opción. Le escondió la bikini y ella, avergonzada, se metió al mar. Desnuda.
"Cuando lo hice nadie me miró. Nadie se fijó. Era una más entre todos. Para mí, fue tan superador como cuando logré dejar de fumar. Me sentí orgullosa de haber podido ser yo misma. Por eso digo que ser nudista es un escalón hacia la madurez", cuenta hoy Florencia Brenner, abogada y artista plástica.
Florencia no conoció a Francisco Verding, ni a Agustín Puyo, ni tampoco a Roberto Ferrer. Los tres hombres, en principios de la década del '30, cuando nadie sabía de nudismo en el país, lo practicaban en forma individual, en sus casas. Los entusiastas comprendieron la necesidad de crear una comunidad. En 1934, en la zona de Castelar, partido de Morón, engendraron la Primera Asociación Naturo Desnudista Argentina. O más bien, PANDA.
El repudio hacia la exposición indecorosa no tardó en llegar. Sectores conservadores mostraban su indignación. La Nación prefería la denominación "adamitas" antes que nudistas. El adamismo, una doctrina que toma su nombre de Adán, y refiere a celebraciones de cuerpos desnudos, similares a las del paraíso, pero que también legitima la poligamia. Algunos miembros de PANDA, al exhibirse en espacios públicos, fueron detenidos. "En este sentido es irreprochable la interpretación policial. No tenemos por qué molestar a los adamitas a condición de que no molesten. Es lo que olvidaron en Castelar. En adelante ejercerán sus principios en sitios que no sean públicos", escribió el diario.
A los pocos meses, surgió una posibilidad. Un nudista les ofreció a los miembros de PANDA un campo a orillas del río Reconquista, a 4 kilómetros del Puente Márquez. La primera playa nudista en Argentina se instaló, entonces, en Ituzaingó, también en el Oeste de Buenos Aires.
En su furor, PANDA alcanzó los 90 integrantes; 40 de ellos mujeres. La nueva colonia nudista desconcertaba. "Los adeptos a esta entidad aseguran que practican la nueva moral del nudismo con finalidades científicas. Un diario importante de la Capital, Noticias Gráficas, sugiere que los dirigentes debían adoptar las disposiciones necesarias para dotar al campo de sus experimentos de un cerco adecuado que evite que, desde el exterior, puedan presenciarse los ejercicios gimnásticos", publicó La Tribuna el 5 de noviembre de 1934.
Los curiosos se multiplicaban. Llegaban de distintos puntos para ver con sus propios ojos qué acontecía en realidad en "el experimento científico". Los nudistas se juntaban todos los domingos sin excepción. Se divertían entre la naturaleza. Hacían gimnasia, danzas rítimicas y conversaban con sus cuerpos en la arena.
Pronto el rumor corrió. Los propietarios de los campos aledaños se molestaron. No querían que libertinos desnudos circularan a su vista. PANDA comenzó a resquebrajarse. Uno de sus miembros, escribió una curiosa carta de despedida hacia el presidente de la asociación. "Habiendo podido observar los elegantísimos trajes que se confeccionan en la acreditada sastrería Mumany, no pude resistir a la tentación de volver a usar ropas y abandonar para siempre mis ideas nudistas anteriores".
83 años después, hay dos playas nudistas que funcionan en Argentina. "Daniel se rompió la rodilla ayudando en la playa. ¡Es un héroe!", comenta Florencia Brenner, que también es Secretaria de la Asociación para el Nudismo Naturista Argentino (APANNA) y parte de Amigos de Querandí, un grupo de voluntarios que se encarga de mantener el espacio en condiciones. Daniel es Daniel Balaguer, comerciante, nudista hace 4 años.
"Comenzamos a practicar nudismo en Querandí con mi mujer casi instantáneamente, sin ningún pudor, y disfrutando de esa maravillosa experiencia. Mi señora, que tiene una cicatriz importante en la espalda, también se sintió sin complejos y totalmente libre -relata Daniel-. El nudismo nos enseñó que el cuerpo perfecto es el de uno y que tenemos que disfrutarlo tal como es, y no atado a parámetros comerciales".
Playa Querandí queda a pasos del faro Querandí, en Villa Gesell, kilómetro 429,5 de la ruta 11. La playa nudista se habilitó para su funcionamiento en 2008 después de una presentación por escrito de APANNA ante el Municipio de Villa Gesell y de varias entrevistas con el Secretario de Turismo. Todavía aguardan la licitación pública que designará un concesionario, por lo que el grupo de voluntarios trabaja en forma desinteresada en señalizar el espacio, en su limpieza y en el control del respeto hacia la ética naturista.
En Querandí, un relajado ámbito agreste casi desprovisto de servicios, rige un estricto código de convivencia. El mismo código, en realidad, rige en todas las playas nudistas por indicación de la Federación Internacional de Naturismo. El desnudo es aconsejable, pero no obligatorio en los lugares públicos, no se puede fotografiar o filmar sin permiso expreso del otro, no molestar con conductas invasivas, no hacer ruidos molestos, evitar discusiones políticas o religiosas, entre varias otras reglas.
En el marco normativo, sin embargo, hay una pauta a la que se le presta especial atención. No incurrir en exhibiciones obscenas, en propuestas o comentarios con connotación sexual. La sexualidad se considera un acto privado. "El desnudo en sí mismo no es obsceno. La obscenidad proviene de la conducta de la persona", explica Florencia.
Cerca de Mar del Plata, más precisamente en ruta 11, kilómetro 552, a 25 kilómetros de la rotonda del faro de Punta Mogotes, funciona el otro balneario nudista. En 2000, un grupo de nudistas formó la Asociación Naturista de Mar del Plata (ANAM) para pedir por la habilitación de la playa ante el organismo de Turismo del Municipio de General Pueyrredón. El ente elevó el proyecto que fue aprobado por una ordenanza que echaba por tierra otra anterior, que prohibía bañarse desnudo en Mar del Plata.
Playa Escondida es una cala cerrada, rodeada por altos acantilados que le dan privacidad al espacio. Cuenta con variados servicios como un restaurante nudista, un bar, alquiler de reposeras y sombrillas, estacionamiento. El balneario apunta a un público completamente diferente al de Querandí, que son nudistas que huyen del gentío en búsqueda de paz.
Nudistas en búsqueda de tranquilidad. Como Liliana Tarantino -periodista- que hace 25 años que vacaciona en Villa Gesell. En 2009, junto a su marido Wálter, comenzaron a alejarse de las playas más concurridas. Ante la inquietud de sus amigos, respondían que se desplazaban hacia los balnearios cercanos al faro para hallar tranquilidad. Cuando el nudismo abandonó su estado de inquietud para convertirse en un estilo de vida, se lo comentaron a sus excolegas veraniantes y -más importante- a sus tres hijos.
"¡No me cuentes que me da cosa!", decía su única hija mujer -la mayor- cuando Liliana incurría en detalles. Al poco tiempo, sin embargo, tanto familiares como amigos lograron naturalizar su elección. Hoy, Liliana, como su marido Wálter, como Florencia, como Daniel y como el resto de sus compañeros estarán en la playa. En su amada Querandí. "Entre las dunas infinitas y el horizonte luminoso, nos sentimos parte de la naturaleza en su verdadera esencia. Eso es el nudismo para nosotros: la libertad", recitan como en un poema.
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