Si como dijo el filósofo francés Gilles Lipovetsky, "la moda puede ser un reto intelectual interesante", cada verano el desafío para una gran porción de turistas es detectar cuáles son los objetos "trendy" y sumarse (o no) a su consumo.
Siempre aparece una nueva ola en las playas bonaerenses. En los inicios de la década del 90 fueron los pañuelos atados en la cabeza para emular el estilo del cantante de los Guns n' Roses, Axl Rose. La invasión de las canchas de paddle alcanzó hasta los balnearios, aún lejos de apostar a la arquitectura sustentable. Para la misma época los hombres se dejaron el pelo largo sobre los hombros, influenciados por Antonio Mohamed, Gabriel Amato y Fernando Gamboa, los primeros metrosexuales de la historia del fútbol vernáculo. Después vinieron los jeans cortados (con los dientes) que desde la aldea rockera Villa Gesell propagó Iván Noble al frente de Los Caballeros de la Quema, y más acá en el tiempo las 4×4, el kite surf y el inefable palito de la selfie.
Las novedades de este verano en Pinamar aparecen en la playa y en los bares, y orbitan alrededor de la gastronomía, el diseño y el confort.
Un nuevo tipo de helado llegó a estas arenas para competir contra el clásico imperecedero del licuado frente al mar. En el siempre valorado camino del consumo refrescante, los helados de palito, rebautizados por los magos del marketing como "paletas", son el gran furor de los más jóvenes. En Pinamar compiten dos marcas que fabrican estas deliciosas cremas artesanales en una gama de sabores que va de los clásicos chocolate y el dulce de leche, a frutales con trozos de la fruta de verdad y referencias emocionales como la chocotorta. Cuestan más o menos como un cucurucho mediano de una heladería tradicional, pero se venden en food trucks (otra moda) sobre la playa.
Alguien tuiteó hace poco que con las corrientes fundamentalistas de la vida sana, las cervecerías artesanales corren el riesgo de convertirse en las canchas de paddle del siglo XXI. El tiempo dirá cuál es su destino, si la inexorable demolición abstemia, o un lugar permanente en el corazón del pequeño alemancito cervecero que todos los argentinos llevamos adentro.
El año pasado en Pinamar se podía encontrar una sola casa que expendía este tipo de bebida. Ahora, siguiendo la tendencia de lo que sucede en Palermo, Bariloche, La Plata y tantos otros sitios, ya son 11 locales (9 en Pinamar y 2 en Cariló) que ofrecen, entre otros, la cada vez más clásica cerveza IPA (India Pale Ale), entre otras variedades. Algunos lugares incluso aceptan una nueva especie de delivery al revés: el cliente lleva su botella, la carga, y se va a beberla a donde quiera.
Este verano, el paisaje de playa típico de sombrillas multicolores, heladeritas y pareos con la bandera de Brasil, incorporó una nueva característica. Bajo la forma de una banana gigante, las nuevas reposeras inflables se convirtieron en el furor de la temporada para los que buscan confort y diseño.
Conocidas como "lazy bags" (bolsas perezosas, podría ser la traducción) son ideales para batir récords mundiales de permanencia en posición horizontal bajo el sol. Inventado en Holanda, este accesorio es fácil de llevar porque, sin aire, entra dobladito en una cartera. Y para inflarlo no hace falta ningún aparato ni soplar hasta explotarse las amígdalas: sólo basta con "embolsar" alguna de las tantas ráfagas de viento que soplan por estas playas, cerrarla y echarse a disfrutar.
Las ferias de ropa de diseño, aquel alarido de la moda independiente de la década pasada, que hizo de los bares de Palermo pequeños shoppings con olor a comida, se reciclaron este verano en Pinamar. En la zona de la avenida Bunge hay dos locales (uno de éstos también saca vendedoras con un carrito a recorrer la playa).
Venden prendas confeccionadas por más de 100 diseñadores de todo el país. Según contó Julieta Morassut, organizadora de una de estas ferias, lo que más buscan las clientas son las mallas enterizas, las polleras de tiro alto y los zapatos con plataforma. "Creo que hay un renacer del valor que se le da a la ropa de autor, y además los precios son más accesibles que los de una marca premium", explicó la emprendedora. Y, como todos, no se anima a presagiar cuál será la novedad del próximo verano.
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