Son los sueños e ideales de una adolescente como tantas. Su perspectiva de vida comenzó a cobrar sentido mientras caminaba de la mano con el crecimiento, aquel aliado del tiempo que se empecina en poner las cosas en su lugar. Las ideas ya no eran permeables y las frustraciones lograron convertirse en el combustible de combate ante las críticas, los prejuicios, las miradas desafiantes. Pero aquí sí se detiene el tiempo. Y la familia escucha, los amigos apoyan y los demás que hablen. Es aquí en donde arranca una nueva vida.
Díganle María Riot. Aunque sus padres eligieron llamarla Florencia -nombre al que responde entre sus íntimos-, es su sello artístico el que le otorga visibilidad. Tiene 25 años, nació en General Rodríguez (provincia de Buenos Aires), y vive acá y allá. Eligió ser trabajadora sexual escapándole a cualquier estereotipo. Pasa tres meses en Argentina, está con los suyos, atiende a sus clientes. O viaja a Europa, se queda en Barcelona y espera un nuevo llamado que la ubique dentro de otra escena pornográfica.
"Yo no reniego de la palabra prostituta. Sí para mucha gente esa palabra tiene una connotación negativa de la cual cuesta despegarse. Y no solo quienes somos trabajadoras sexuales por elección, sino aquellas que también trabajan pero están obligadas y no quieren. Este término lo posiciona ante otras posturas. Ser trabajadora sexual también abarca otras cuestiones. Yo también soy actriz porno y es un término con el que me siento cómoda".
Las palabras de María Riot se repiten en cada charla, entrevista o publicación que realiza en las redes sociales. "Siempre tuve naturalizado el tema de la sexualidad y otros temas que tienen que ver con la autonomía del cuerpo y de la vida. El derecho de que nos guste cualquier persona más allá de su género o la identidad de género que queramos tener. Eso me hizo conocer el feminismo y de allí conocí el trabajo sexual. Algunos piensan que son opuestos o que el feminismo tiene una sola postura y en realidad son muchísimas. Es la posibilidad de capitalizar nuestro erotismo y no solo vivirlo en un ámbito privado".
Cuando no trabaja, milita. Es vegana y activista por el derecho de los animales, en donde se exhibe su costado académico: su lucha en el activismo la llevó a ganarse una beca en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, en donde estudió biotecnología y comunicación.
–¿Cómo ingresaste al mundo de la pornografía?
–Cuando descubrí todo esto encontré páginas con discursos que me interesaban. Al pasar el tiempo quería ser parte de eso y empecé a trabajar con shows online, en donde la gente que te mira te paga. Uno ofrece o te piden hacer ciertas cosas a cambio de plata pero todo queda en la virtualidad. Con el correr del tiempo barajé la idea de ejercer la prostitución ya que nunca le vi nada de malo.
–¿Fue difícil filmar tu primera escena?
–Bueno, la primera vez que me acerqué a un rodaje en realidad no era un rodaje en sí. Era en un bosque de Amsterdam, solo con una chica en cámara. Y era todo natural, sin muchas direcciones. El porno que yo decidí trabajar es más independiente. Hay muchas variantes del porno como en la música, muchos estilos. Lo elegí porque me atrajo el discurso de esas personas que querían entregar un material distinto con un porno más inclusivo, sin guiones o comentarios racistas o sexistas, sin que la mujer tenga un rol pasivo y que se enfoque en el placer de la mujer.
–¿A qué te referís con un "porno independiente"?
–Que no siempre se ronde la pornografía al hombre, la penetración, sus genitales. Las condiciones laborales eran buenas, éticas. Tiene que haber un buen trato entre los que trabajan y sentir que se valoró el trabajo que uno hizo. Como toda industria uno tiene que elegir lo que más le gusta. Mi idea es, en un futuro, comenzar a grabar porno en Argentina.
A María Riot le interesa que la entiendan, que comprendan sus propósitos. Sufre como cualquier persona que tiene sentimientos y canaliza los prejuicios en una lucha más profunda. Es representante de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y encuentra que, a lo largo de los años, "mucha gente tiene curiosidad por saber y están dejando de lado esos prejuicios y que ser trabajadora sexual puede ser un trabajo como cualquier otro".
–¿Por qué elegiste ser trabajadora sexual?
–Primero porque tengo que comer y por ende, trabajar. Soy una persona que desde los 21 ejerce el trabajo sexual pero mis intereses son más amplios que solo trabajar en una película porno. El trabajo sexual me da mucho tiempo libre y puedo dedicarme a la militancia. Para mí responder una entrevista es militar, exponer las voces que han sido calladas durante mucho tiempo, también.
–¿Qué te dice la gente cuando se entera de qué trabajás?
–Les da curiosidad acerca de lo que hago. Me preguntan quiénes son mis clientes, si solo son hombres. Esos prejuicios se van cayendo y la gente se da cuenta que no todo es blanco y negro. Que no todas las trabajadoras sexuales somos iguales, sino que también hay hombres, personas no binarias o trans.
Su lucha recién empieza. Es joven, sus sueños perduran y las posturas son cada vez más firmes. "Mi familia apoya mi lucha. Recibo ataques de gente que no puede entender por qué elijo el trabajo sexual, pero aprendí a convivir con eso".
Cada día Florencia elige las canciones que sonarán en sus auriculares. También el libro que la acompañará en su mochila y las nuevas ideas que se convertirán en proyectos con el objetivo de que cada vez más personas escuchen su voz. Allí volverá a ser María Riot. Atenderá el teléfono cuando lo necesite y se encontrará con algún cliente cuando precise plata. No sueña con hijos ni con una familia perfecta. Solo con un escenario en donde las mujeres encuentren su libertad. En donde puedan vivir mejor.
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Agradecimientos: Gracia Restaurante & Bar